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¿Quién sale ganando con el TLCAN 2.0?

Arthur Sullivan
2 de octubre de 2018

Tras duras negociaciones y muchos vaivenes, un nuevo tratado comercial vinculará a EE.UU., Canadá y México.

USA Trump und Trudeau im Weißen Haus | NAFTA
Imagen: picture alliance/dpa/Photoshot/Y. Bogu

El TLCAN ha muerto, ¿larga vida al USMCA? No es un grito de batalla muy motivador que digamos, pero resume bien las once horas que llevaron a Estados Unidos y a Canadá a alcanzar un acuerdo y unirse a México en un nuevo pacto comercial trilateral el domingo (30.09.2018).

No es un "TLCAN 2.0”, porque el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ya es cosa del pasado. El nuevo pacto se llama "United States-Mexico-Canada Agreement” (USMCA) y ha nacido tras las intensas negociaciones del fin de semana por videoconferencia entre Ottawa y Washington.

El plazo que había impuesto EE.UU., hasta la medianoche del domingo, aumentó aún más la presión, y esa urgencia parece haber ayudado a alcanzar un acuerdo que todavía se veía lejano en las últimas semanas. Luego de que EE.UU. y México pudieron resolver sus cuentas bilaterales pendientes en agosto, el resurgimiento de un nuevo pacto trilateral dependía de que Washington y Ottawa encontrasen puntos en común.

Tanto el presidente estadounidense, Donald Trump, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se juegan mucho en términos políticos con este asunto, dada la cercanía de elecciones en ambos países. Algo que se hizo evidente en sus cautelosas declaraciones públicas al respecto.

Pero ahora que se ha alcanzado un acuerdo, ¿quién será más feliz con él? ¿Y qué ha cambiado exactamente en relación con el TLCAN, que Trump tenía tantas ganas de enterrar desde su campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2016?

Acuerdo rápido con México

Cuando Trump empezó con sus ataques al TLCAN –el cual tildó de "uno de los peores acuerdos de la Historia”- fue México quien tuvo que soportar la peor parte de sus críticas.

El acuerdo original del TLCAN, cerrado en 1994, acabó con la mayoría de las barreras comerciales entre los tres países norteamericanos. Eso llevó a un aumento de los intercambios, pero también suscitó rechazo entre quienes pensaban que los fabricantes se irían de EE.UU. a México para aprovechar los costos laborales más bajos.

Hace tiempo que Trump hizo pública su intención de abordar a México a este respecto, en especial en lo relativo a la industria automovilística. Eso sí: México lo apaciguó al presidente de EE. UU. relativamente rápido. En agosto, el país acordó unas disposiciones que exigen que entre el 40 y el 45 por ciento de los componentes de un coche se fabriquen en un país en el que los trabajadores ganen al menos 16 dólares la hora para poder estar exento de tasas. Una condición que claramente aspira a proteger los puestos de empleo en la industria estadounidense.

Los funcionarios de EE.UU. también dijeron el domingo que se ha acordado tanto con Canadá como con México que no habrá aranceles para una producción de automóviles al nivel actual, lo cual explica la satisfacción mexicana.

Los lácteos, sobre la mesa

Uno de los grandes puntos conflictivos en las negociaciones entre EE.UU. y Canadá era la industria láctea canadiense. 

De acuerdo con su sistema de "gestión del suministro”, tal y como se le conoce, el mercado lácteo canadiense está altamente protegido. Mediante el establecimiento de cuotas de producción y de precios de la leche por parte del Gobierno, los granjeros consiguen un ingreso estable independientemente de lo que ocurra en el supermercado. Además, Canadá ha impuesto aranceles de hasta el 275 por ciento a los productos lácteos no canadienses con el objetivo de mantenerlos fuera de su mercado doméstico.

Imagen: picture-alliance/empics/R. Remiorz

Aunque los detalles no están claros aún, los responsables que han participado en las conversaciones dicen que EE.UU. se ha garantizado un mayor acceso al mercado lácteo de su vecino del norte. Esto sería una gran concesión por parte de los canadienses, y un movimiento sin duda significativo de cara a las elecciones que se celebraron este lunes (01.10.2018) en Quebec, una región productora de lácteos.

Protección cultural y resolución de conflictos

No obstante, hay áreas en el acuerdo USMCA que Canadá enarbola como "victorias”. Una de ellas es el mantenimiento del sistema de solución de controversias puesto en marcha por el TLCAN.

EE.UU. quería deshacerse de él, pero Canadá insistió, y con éxito. Desde el punto de vista de Ottawa, este sistema supone un baluarte frente a cualquier intento de Washington de romper acuerdos. Por ejemplo, la industria maderera canadiense ha recurrido a él con regularidad para desafiar la actividad estadounidense en el sector.

Otra cuestión que el Gobierno de Trudeau ha subrayado como un triunfo es la conservación de la llamada cláusula de disposiciones culturales para Canadá. Este elemento está centrado sobre todo en la inquietud canadiense de que los gigantes mediáticos estadounidenses puedan comprar sus medios, algo especialmente sensible en las regiones francófonas del país.

Imagen: Reuters/E. Garrido

 "Es inconcebible para los canadienses que un canal estadounidense pueda comprar medios canadienses, ya sean periódicos o cadenas de televisión”, dijo recientemente Trudeau.

Un juego que va para largo

Según informaciones periodísticas, el acuerdo también incluye actualizaciones de diferentes áreas e incluye un nuevo capítulo relativo al medio ambiente, el cual no existía en el acuerdo previo.

Los detalles siguen siendo vagos y se remiten a las pocas declaraciones de funcionarios de ambas partes, pero parece que todos están satisfechos, dado el tono positivo que mantuvieron los políticos de los tres países tras anunciarse la noticia.

"El USMCA dará a nuestros trabajadores, granjeros, rancheros y empresas un acuerdo comercial de altos estándares que traerá mercados más libres, un comercio más justo y un crecimiento robusto en nuestra región”, reza el comunicado conjunto de los Gobiernos de Canadá y EE.UU. "Fortalecerá a la clase media y creará trabajos buenos y bien pagados, así como nuevas oportunidades para los casi 500 millones de personas cuyo hogar es América del Norte”.

El acuerdo tiene que ser aprobado aún por el Congreso estadounidense, lo cual no está tan claro que vaya a suceder, ya que su composición cambiará tras las elecciones de medio término de noviembre. Por ahora, en cualquier caso, será presentado como una buena noticia a las audiencias de los tres países.

No obstante, la pregunta sobre quién gana y quién pierde, como con todos los acuerdos comerciales, solo podrá responderse en un futuro que aún no está a la vista.

Autor: Arthur Sullivan (EAL/CP)

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