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Rabinos europeos en Berlín

Christoph Strack (rml/ers)2 de marzo de 2016

Unos 150 rabinos ortodoxos de toda Europa se reúnen en Berlín. No importa si vienen de Francia, Alemania, Holanda o Hungría, los une una preocupación: el resurgimiento del antisemitismo.

Junto al "Andén 17", en la estación Berlín-Grunewald.
Junto al "Andén 17", en la estación Berlín-Grunewald.Imagen: DW/C. Strack

Abraham Turetsky se queda parado largo rato sobre la grava, justo junto a la línea del tren. El rabino de Jerusalén visita Berlín por segunda vez. Pero esta es su primera vez en el “Andén 17” de la estación Berlín-Grunewald. “Este andén llevaba a la muerte”. Una abuela y varios otros parientes de Turetsky murieron en el Holocausto. “Tenemos que ser fuertes para que nunca más vuelva a pasar.” Se arrodilla y pone su mano sobre ese cuerpo metálico sobre el que los nazis enviaron una vez a muchos miles de judíos a la muerte, y que hoy es parte de un memorial.

Unos 150 rabinos de toda Europa se reúnen por tres días en Berlín. Muchos visitan por primera vez la ciudad. En la agenda del Rabbinical Center of Europe (REC) se incluyen discusiones de temas de actualidad. En hebreo moderno valoran la situación del abastecimiento de alimentos kosher, temas educativos o el rol de las nuevas tecnologías en el pensamiento rabínico. Entre todos, un tema ocupa, una y otra vez, a los eruditos: el neoantisemitismo en Europa.

¿Cómo (no) aprender de la Historia?

“Me trastorna ver lo que pasó aquí”, dice visiblemente conmocionado el rabino Dayan Yaakov Lichtenstein, de Londres. “¿Cómo no aprender de la historia? ¿Cómo asegurarnos de que no volverá a suceder?” Y ahora, el peligro del neonazismo y neoantisemitismo se extiende por muchos países de Europa, insiste Lichtenstein. Y “no”, no se puede hacer responsable de ello a la gran comunidad musulmana residente en Londres, ni a los refugiados recién llegados a Europa. Este fenómeno “ya estaba presente en Londres hace 20 años. Solo que entonces se ocultaba. Pero hoy en día hay gente en Londres que expresa abiertamente su antisemitismo.”

Foto de grupo, ante la Puerta de Brandeburgo.Imagen: DW/C. Strack

La conferencia de rabinos de tres días cuenta con el típico marco berlinés para este tipo de eventos. La policía está apostada frente al hotel de los huéspedes judíos. Vehículos policiales acompañan por la ciudad a los autobuses de los rabinos. El memorial de Grunewald está constante, aunque casi imperceptiblemente vigilado por fuerzas de seguridad vestidas de civil. El Centro Comunitario Jabad en Berlín-Wilmersdorf, donde se reúnen los rabinos, parece una prisión de máxima seguridad. Con detectores de metales y cristales blindados. No solo en estos tres días, sino siempre.

No obstante, cuando el más prominente de los invitados alemanes, el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, se encuentra con los rabinos, recibe sonoros aplausos y palabras de agradecimiento. Uno de ellos le dice que en su primera visita a Berlín le ha sorprendido la cordialidad de las personas. El Gran Rabino holandés Binyomin Jacobs describe, en sus palabras de bienvenida a Lammert, mitad en inglés, mitad en alemán, cómo fue ubicado junto al entonces embajador alemán en Holanda, en una ceremonia oficial de hace unos 20 años. Relata cómo se presentaron uno ante el otro, cómo el diplomático le ofreció elegir otro puesto, y cómo los unió –hasta la muerte del diplomático− una buena amistad.

Moshe Ruben Azman, de Ukrania, uno de los participantzes en el evento.Imagen: picture-alliance/dpa/S. Stache

Reconocimiento y lazos de amistad

“Nunca olvidaremos lo que sucedió en este país, en nuestra historia”, asegura el presidente del Parlamento alemán a los rabinos. Ninguna forma de antisemitismo será aceptada por ninguna institución política alemana, y siempre que se observen comportamientos antijudíos, existirá un reflejo que traerá de vuelta los recuerdos de la era nazi, insiste Lammert. Tras su discurso, hay tiempo para preguntas.

Cuatro rabinos expresan preocupaciones sobre, por ejemplo, si los judíos deben seguir usando su kipá en público. “No nos cansaremos de insistir sobre la especial responsabilidad que tenemos los alemanes, no sólo con nuestra propia historia, sino además, justo a la luz de nuestra historia, con la vida judía en Alemania”, se despide Lammert. No sin antes referirse a la nueva y fortalecida comunidad judía, con nuevas sinagogas y pluralidad religiosa.

El encuentro de Lammert con los judíos es, sobre todo, obra de Yehuda Teichtal. El rabino, nacido hace 44 años en el barrio neoyorkino de Brooklyn, vive desde 1996 en la capital alemana. Es director del Centro Educativo Judío Jabad, en el que se celebra el evento. Desde 2012 es también el rabino de la Comunidad Judía de Berlín. Pese a todas las preguntas y preocupaciones, Teichtal aprecia el simbolismo de esta conferencia: “Es una señal de confianza en la vida judía aquí. Y muestra que creemos en un futuro positivo para la vida judía en Europa.” Por eso es tan importante para él que los rabinos se tomen una foto de grupo frente a uno de los más simbólicos lugares de Berlín: la Puerta de Brandeburgo.

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