Unos 150 rabinos ortodoxos de toda Europa se reúnen en Berlín. No importa si vienen de Francia, Alemania, Holanda o Hungría, los une una preocupación: el resurgimiento del antisemitismo.
Publicidad
Abraham Turetsky se queda parado largo rato sobre la grava, justo junto a la línea del tren. El rabino de Jerusalén visita Berlín por segunda vez. Pero esta es su primera vez en el “Andén 17” de la estación Berlín-Grunewald. “Este andén llevaba a la muerte”. Una abuela y varios otros parientes de Turetsky murieron en el Holocausto. “Tenemos que ser fuertes para que nunca más vuelva a pasar.” Se arrodilla y pone su mano sobre ese cuerpo metálico sobre el que los nazis enviaron una vez a muchos miles de judíos a la muerte, y que hoy es parte de un memorial.
Unos 150 rabinos de toda Europa se reúnen por tres días en Berlín. Muchos visitan por primera vez la ciudad. En la agenda del Rabbinical Center of Europe (REC) se incluyen discusiones de temas de actualidad. En hebreo moderno valoran la situación del abastecimiento de alimentos kosher, temas educativos o el rol de las nuevas tecnologías en el pensamiento rabínico. Entre todos, un tema ocupa, una y otra vez, a los eruditos: el neoantisemitismo en Europa.
¿Cómo (no) aprender de la Historia?
“Me trastorna ver lo que pasó aquí”, dice visiblemente conmocionado el rabino Dayan Yaakov Lichtenstein, de Londres. “¿Cómo no aprender de la historia? ¿Cómo asegurarnos de que no volverá a suceder?” Y ahora, el peligro del neonazismo y neoantisemitismo se extiende por muchos países de Europa, insiste Lichtenstein. Y “no”, no se puede hacer responsable de ello a la gran comunidad musulmana residente en Londres, ni a los refugiados recién llegados a Europa. Este fenómeno “ya estaba presente en Londres hace 20 años. Solo que entonces se ocultaba. Pero hoy en día hay gente en Londres que expresa abiertamente su antisemitismo.”
La conferencia de rabinos de tres días cuenta con el típico marco berlinés para este tipo de eventos. La policía está apostada frente al hotel de los huéspedes judíos. Vehículos policiales acompañan por la ciudad a los autobuses de los rabinos. El memorial de Grunewald está constante, aunque casi imperceptiblemente vigilado por fuerzas de seguridad vestidas de civil. El Centro Comunitario Jabad en Berlín-Wilmersdorf, donde se reúnen los rabinos, parece una prisión de máxima seguridad. Con detectores de metales y cristales blindados. No solo en estos tres días, sino siempre.
No obstante, cuando el más prominente de los invitados alemanes, el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, se encuentra con los rabinos, recibe sonoros aplausos y palabras de agradecimiento. Uno de ellos le dice que en su primera visita a Berlín le ha sorprendido la cordialidad de las personas. El Gran Rabino holandés Binyomin Jacobs describe, en sus palabras de bienvenida a Lammert, mitad en inglés, mitad en alemán, cómo fue ubicado junto al entonces embajador alemán en Holanda, en una ceremonia oficial de hace unos 20 años. Relata cómo se presentaron uno ante el otro, cómo el diplomático le ofreció elegir otro puesto, y cómo los unió –hasta la muerte del diplomático− una buena amistad.
Reconocimiento y lazos de amistad
“Nunca olvidaremos lo que sucedió en este país, en nuestra historia”, asegura el presidente del Parlamento alemán a los rabinos. Ninguna forma de antisemitismo será aceptada por ninguna institución política alemana, y siempre que se observen comportamientos antijudíos, existirá un reflejo que traerá de vuelta los recuerdos de la era nazi, insiste Lammert. Tras su discurso, hay tiempo para preguntas.
Cuatro rabinos expresan preocupaciones sobre, por ejemplo, si los judíos deben seguir usando su kipá en público. “No nos cansaremos de insistir sobre la especial responsabilidad que tenemos los alemanes, no sólo con nuestra propia historia, sino además, justo a la luz de nuestra historia, con la vida judía en Alemania”, se despide Lammert. No sin antes referirse a la nueva y fortalecida comunidad judía, con nuevas sinagogas y pluralidad religiosa.
El encuentro de Lammert con los judíos es, sobre todo, obra de Yehuda Teichtal. El rabino, nacido hace 44 años en el barrio neoyorkino de Brooklyn, vive desde 1996 en la capital alemana. Es director del Centro Educativo Judío Jabad, en el que se celebra el evento. Desde 2012 es también el rabino de la Comunidad Judía de Berlín. Pese a todas las preguntas y preocupaciones, Teichtal aprecia el simbolismo de esta conferencia: “Es una señal de confianza en la vida judía aquí. Y muestra que creemos en un futuro positivo para la vida judía en Europa.” Por eso es tan importante para él que los rabinos se tomen una foto de grupo frente a uno de los más simbólicos lugares de Berlín: la Puerta de Brandeburgo.
"Toda la verdad" en el Museo Judío de Berlín
Innovadora y no exenta de provocación, esta muestra intenta responder preguntas en torno a la cultura y a la tradición del judaísmo que muchos nunca se atrevieron a plantear.
Imagen: DW/N.Wojcik
Treinta preguntas y mucho humor
“Lo que siempre quiso saber sobre los judíos y nunca se atrevió a preguntar”: así reza el subtítulo de la actual exposición “Toda la verdad”, en el Museo Judío de Berlín. Pero, en lugar de respuestas, se obtienen más preguntas, provocativas y llenas de humor, cuyos intentos de explicación se plasmaron en textos, citas y objetos.
Imagen: Linus Lintner
¿Cómo reconocer a un judío?
Setenta kipás flotantes reciben al visitante al inicio del recorrido por la exposición. Algunas de ellas, las ortodoxas, son un símbolo religioso. Otras están impregnados de la cultura comercial o promueven figuras de video juegos, y algunas llevan la estrella de Mercedes Benz, demostrando que la religión no es una isla fuera de la realidad.
Imagen: DW/N.Wojcik
¿Judío o no judío?
A la pregunta sobre quién puede considerarse judío y quién no, el exprimer ministro israelí David Ben Gurión respondió cierta vez: “Para mí, judío puede ser cualquiera que esté lo suficientemente loco como para considerarse judío”. En la muestra se puede adivinar en doce fotografías de personalidades famosas si se trata de un judío o no. Las respuestas aparecen al dorso.
Imagen: Linus Lintner
¿Y los papelitos en el Muro de los Lamentos?
Día a día, los judíos colocan cientos de trozos de papel con plegarias en las grietas del Muro de los Lamentos, en Jerusalén, los que simbolizan su unión con Dios. Pero alguna vez hay que hacer lugar para nuevas oraciones, como muestra este collage fotográfico. Los papeles se entierran finalmente al pie del Monte de los Olivos.
Imagen: Jüdisches Museum
¿Se puede hacer humor con el Holocausto?
Eso es algo que los visitantes de la muestra deben decidir por sí mismos. ¿Les parece gracioso reírse de algunos aspectos del Holocausto que a veces son tema para algunos comediantes o series de televisión? En la pared, un afiche de la historieta de Dave McElfatrick sobre las dificultades de salir con una chica judía de un campo de concentración.
Imagen: Dave McElfatrick
¿Cómo es la relación de Alemania con Israel?
En la muestra se expone también la diversidad de las relaciones germano-israelíes. Junto a un regalo oficial del presidente alemán, Joachim Gauck, se colocó un delantal de cocina y una receta de tortilla alemana de papas ralladas de Tom Franz, un alemán que ganó un duelo televisivo culinario y se transformó en uno de los alemanes más famosos de Israel.
Imagen: DW/N.Wojcik
Cuestión de Estado
En la parte trasera de la vitrina con objetos sobre la relación especial entre Alemania e Israel se puede ver el original del Tratado de Luxemburgo, de 1952, firmado por Konrad Adenauer y Moshe Scharett, en el que Alemania se compromete a pagar una reparación económica a las víctimas del nazismo por una suma de 3.000 millones de marcos.
Imagen: DW/N.Wojcik
¿Son supersticiosos los judíos?
Los objetos sobre placas de cerámica simbolizan la superstición, y no solo son conocidos por los judíos: el gato negro, el trébol de cuatro hojas, las herraduras y el número cabalístico siete. A la instalación de Michal Adler-Shalev la complementa una cita: “El hombre civilizado pierde fácilmente su religión, pero rara vez sus supersticiones”, de Karl Goldmark, compositor y violinista (1830-1915).
Imagen: Michal Adler-Shalev
¿Hay aún judíos en Alemania?
¡Pero claro que sí! La prueba es la pieza “Judíos en la vitrina”, donde un judío en persona responde las preguntas de los visitantes. Con eso, la exposición ofrece la posibilidad de obtener respuestas de primera mano a los interrogantes.
Imagen: Linus Lintner
¿Por qué es tan importante la circuncisión?
Para algunos es un rito barbárico que atenta contra los derechos humanos, y para otros es simplemente parte de su religión. La circuncisión de niños varones fue hace poco tema de debate en Alemania, luego de que un tribunal la consideró una agresión física, a lo que siguieron protestas y camisetas con la leyenda: “Estamos circuncidados”, o distintivos donde se leía “Fuera la piel, arriba el kipá”.
Imagen: DW/N.Wojcik
¿Son especiales los judíos?
De los judíos se dicen muchas cosas. En la exposición en el Museo Judío de Berlín, la gente puede decidir por sí misma cuál de sus prejuicios ve confirmado más fehacientemente. Tirando una moneda, que reciben a la entrada de la muestra, pueden decidir si creen que los judíos son buenos para los negocios, amantes de los animales, influyentes, inteligentes o bellos.
Imagen: DW/N.Wojcik
11 imágenes1 | 11
Sinagogas en Alemania
En 1933 había cerca de 2.800 templos judíos en Alemania. Hoy quedan solo 130 sinagogas y capillas que hablan de la historia, pero también de la cultura judía actual en territorio germano.
Imagen: dapd
Vieja sinagoga de Erfurt
Es considerada una de las sinagogas más antiguas de toda Europa. La suerte permitió que el templo, construido cerca de año 1100, sobreviviera la agitada Edad Media y las numerosas persecuciones a la comunidad judía. Fue usada como almacén y sala de baile. Solo en la última década del siglo pasado fue reconocido su origen. En 2009 reabrió sus puertas en calidad de museo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El cementerio de Worms
Los primeros asentamientos judíos en Alemania tuvieron su sede en la ruta Norte-Sur de Reania, entre Speyer, Maguncia y Worms. En el patio de la sinagoga de Worms se ubica uno de los cementerios judíos más antiguos de Europa. Algunas de las lápidas datan del siglo XI.
Imagen: DW/Maksim Nelioubin
Plaza parroquial de Ratisbona
La primera comunidad judía de Baviera se ubicó en Ratisbona. En la Edad Media, era una de las más importantes de Europa. Esta obra en cemento blanco recuerda a la primera sinagoga, cuyos planos reproduce. El templo fue destruido en 1519. En 1995 fueron descubiertos restos muy antiguos y se hizo construir un centro de información bajo la superficie.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sinagoga de Bayreuth
La sinagoga de Bayreuth tiene una historia muy distinta. El recinto funcionó desde 1715 como una sala de ópera. Posteriormente, la comunidad judía lo mandó adaptar para convertirlo en sinagoga. Es el único templo judío en estilo barroco en Alemania que funciona aún como sede religiosa.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sinagoga de Celle
En esta parte de lo que hoy es la Baja Sajonia, la comunidad judía recibió apenas en 1737 los primeros permisos para construir sinagogas. De ese tiempo data la edificación, de exterior aparentemente austero. Los interiores fueron construidos en estilo barroco tardío. Como muchas otras sinagogas, la de Celle fue destruida en 1938. Dese 1974 sirve de nuevo como templo de la fe judía.
Imagen: CC0 1.0
Sinagoga de Fráncort del Meno
El inicio del siglo XX trajo consigo una ola liberal dentro de la comunidad judía de Alemania, De esa época data esta edificación en estilo egipcio-asirio. Ni los pogromos ni la Segunda guerra Mundial pudieron destruirla por completo. Hasta la fecha, sirve como símbolo de una época dorada en la vida de la comunidad judía en Alemania.
Imagen: CC BY-SA 3.0
Vieja sinagoga de Essen
La vieja sinagoga de Essen fue construida entre 1911 y 1913. Era una de las edificaciones judías más relevantes de Alemania. En 1938 fue severamente dañada por los nazis. Luego de la guerra sirvió como Casa del Diseño Industrial y, luego, como monumento y centro de documentación. Hoy es la Casa de la Cultura Judía.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nueva sinagoga de Dresde
En muchas ciudades alemanas, las sinagogas fueron destruidas por completo en 1938. Eso mismo sucedió en Dresde, cerca del famoso Semperbau. En 2001 se construyó un nuevo templo judío, en el sitio original de la antigua sinagoga. El cubo ligeramente inclinado garantiza la orientación del templo hacia Jerusalén, según los preceptos de la Torá.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sinagoga principal de Múnich
En Múnich se escribió también un nuevo capítulo en la historia germano-judaica. En 2006 fue inaugurada la sede de la comunidad, con su nueva sinagoga Ohel Jakob, así como el Nuevo Museo Judío, financiado por la propia ciudad. La comunidad judía de Múnich está compuesta por 9.000 personas y es una de las más grandes de Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sinagoga principal de Berlín
Con 10.000 miembros, la comunidad judía de Berlín es de nuevo la más grande de Alemania. Su templo principal se ubica en la calle Rykestraße, un edificio de ladrillo en estilo neo-románico construido entre 1903 y 1904. Cuenta con lugar para 2.000 personas y es, junto con la Gran Sinagoga de Budapest, la más grande de su tipo en Europa.