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RAF: a 30 años del secuestro de Schleyer

Mirra Banchón5 de septiembre de 2007

La Fracción del Ejército Rojo secuestró hace justo 30 años al presidente de la Cámara de Empresarios. Canjearlo por sus cabecillas pretendía. El Estado alemán se mantuvo firme en su postura de no dejarse extorsionar.

El símbolo de la Fracción del Ejército Rojo (RAF)Imagen: AP Graphics/DW

El 5 de septiembre de 1977, la Fracción del Ejército Rojo (RAF) secuestró en un barrio residencial de la ciudad de Colonia a Hanns Martin Schleyer, en ese tiempo presidente de la Cámara Alemana de Empresarios. El conductor del auto y tres guardaespaldas dejaron su vida durante el secuestro. La cabeza de Schleyer tenía como precio la liberación de varios miembros de la RAF, entre ellos sus cabecillas Andreas Baader y Gudrun Ennslin y Brigitte Meinhof. El gobierno del canciller Helmut Schmidt –con legendaria claridad o, si se quiere dureza- dejó clara su postura: el Estado no negocia con terroristas.

Los miembros de la RAF venían ejerciendo su cruenta lucha contra el “cerdo imperialismo” y las anquilosadas estructuras de la sociedad burguesa desde 1968, cuando prendieron fuego a dos grandes almacenes en Francfort del Meno. Desde ahí hasta su disolución oficial en 1998, esta autodenominada “guerrilla urbana” se hizo responsable de 34 asesinatos, numerosos asaltos a bancos y diversos atentados con explosivos.

Gudrun Ensslin y Andreas BaaderImagen: dpa

Para cuando Schleyer fue secuestrado, ya había corrido mucha sangre. En abril de 1977 habían secuestrado y asesinado al fiscal general Siegfrid Buback; el 30 de julio de 1977 asesinaron al presidente del Deutsche Bank, Jürgen Ponto. En su muerte los siguieron guardaespaldas, acompañantes y chóferes.

El negro otoño alemán

La inamovible postura de Bonn tenía conmocionada a la opinión pública. La familia del empresario había dispuesto ya 15 millones de marcos para un rescate que el gobierno frustró. La RAF esperaba y presionaba. El 13 de octubre, un comando palestino secuestró el avión de pasajeros de la Lufthansa, lo desvió a Mogadiscio llevando consigo a 87 rehenes.

El 18 de octubre, comandos especiales liberaron a los 86 supervivientes. La misma noche, en la cárcel de Stammheim, se encontraba muertos, cada uno en su celda, a los cabecillas de la RAF. Un suicidio grupal, fue la explicación, no todos la creyeron.

El 19 de octubre se encontró el cadáver de Schleyer: tres tiros en la cabeza habían terminado con su vida el día anterior. A su entierro acudió la plana mayor de la política alemana. El pésame que le dio el canciller Schmidt a sus familiares fue entendido, casi, como una disculpa.

Treinta años después

Foto de Schleyer publicada en el diario parisino Liberation el 5 de octubre de 1977Imagen: AP

30 años después, en entrevista concedida al diario Frankfurter Rundschau, la canciller alemana, Angela Merkel, opinó que el secuestro y posterior asesinato de Hanns Martin Schleyer tuvo un efecto duradero en la cultura política de Alemania. La “unión de gobierno y oposición en cuestiones básicas concernientes al Estado, desde ese entonces, se han convertido en una buena tradición”, declaró puntualizando que una de las enseñanzas de esa época tan oscura es que, en épocas de crisis, todos los partidos deben poner el hombro. La segunda quedó marcada con sangre: el Estado no debe dejarse extorsionar. El precio de esa enseñanza fue Hanns Martin Schleyer.

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