“Foto del ‘rebelde desconocido’ cambió mi vida”
31 de mayo de 2014 En junio de 1989, contagiados con el fervor y la valentía de los estudiantes, miles de chinos protestaron en la plaza de la Puerta de la Paz Celestial (Tian’anmen) de Pekín, exigiéndole al Gobierno mayor libertad individual y colectiva, por un lado, y “mano dura” contra la corrupción prevalente en el país, por otro. Cuando la concentración alcanzó dimensiones preocupantes para el establishment, los militares fueron enviados a la plaza para reprimir a los manifestantes. Los soldados dispararon contra una multitud desarmada.
Se estima que varios cientos de personas perdieron la vida a manos del Ejército, pero hasta el Sol de hoy el Gobierno de China no ha publicado información oficial alguna al respecto. Lo que pocos olvidan de ese suceso histórico es la imagen de un hombre que, en medio de aquel caos, se detuvo frente a una columna de tanques de guerra para impedirles el paso hacia la plaza. En el mundo anglosajón se le bautizó con el apelativo “the tank man” (el hombre del tanque), pero muchos otros lo conocen como “el rebelde desconocido”.
Nadie sabe qué fue de él, pero su efigie fue inmortalizada por las cámaras de los reporteros gráficos. Cuando está por conmemorarse el 25º aniversario de ese acontecimiento, DW habló con uno de los fotógrafos que estuvo en el lugar correcto y en el momento indicado para capturar la imagen más emblemática de la masacre de Tian’anmen: el estadounidense Jeff Widener.
Deutsche Welle: ¿Cuál es la historia detrás de la foto del ‘rebelde desconocido’?
Jeff Widener: La agencia de noticias Associated Press me pidió que cubriera los sucesos de la plaza Tian’anmen cuando ésta ya había sido ocupada por los militares. El mejor lugar para hacer tomas de la plaza era el Hotel Beijing. Con la ayuda de un estudiante estadounidense, entré al hotel y subí a un balcón del quinto piso. Desde ahí pude hacer muy buenas fotos. Al final de la jornada no sólo había cumplido con el encargo que me hicieron; también había tomado la foto del ‘hombre del tanque’.
¿Cómo era la situación en Pekín cuando usted tomó esa foto?
Nadie se atrevía a salir a la calle; todo el mundo tenía miedo debido a lo ocurrido en los días anteriores. Yo creía que mi vida había llegado a su fin cuando un camión lleno de soldados me pasó por un lado y abrió fuego. Yo corrí por el callejón más cercano como un niño asustado, pero tuve que detenerme a mitad de camino porque me había quedado sin aliento. Lo único que pensaba era: ‘Voy a morir por no estar en forma’. Esa fue una de las peores experiencias de aquellos días. Al final pude llegar a la sede de la embajada de Estados Unidos. Cuando por fin me dejaron entrar, yo temblaba como una hoja. Es un milagro que yo haya sobrevivido a aquello…
¿Qué le pasaba por la cabeza cuando tomaba la foto de aquel hombre frente a los tanques de guerra?
Lo primero que pensé fue que el tipo estaba atravesado y que me estaba arruinando la foto. Pero luego estaba más bien como en estado de shock, como todos los demás. Yo daba por sentado que lo iban a matar. Pero al ver que no lo mataban, decidí usar una lente con mayor aumento para ver mejor lo que ocurría, porque el hombre y los tanques estaban muy lejos.
¿Qué le parece el hecho de que la foto siga estando prohibida en China?
Me parece una soberana estupidez de parte del Gobierno chino porque, a estas alturas, todo el mundo la ha visto.
¿Qué significa la foto del ‘rebelde desconocido’ para usted?
Fue una bendición y una maldición al mismo tiempo. Como fotógrafo, a mí me gustaría que se me reconociera por la diversidad de mi trabajo y no solamente por esa foto, que al fin y al cabo es obra de una casualidad. Por otro lado, no quiero quejarme mucho porque esa imagen le ha dado un impulso a mi carrera, me ha abierto muchísimas puertas y tuvo una influencia muy grande sobre mi vida privada.
¿De qué forma?
En el 20º aniversario de la masacre de Tian’anmen, la BBC me envió a Pekín para participar en un documental sobre aquellos sucesos. Yo estaba caminando por una avenida y vi a una alemana sentada en la acera. Yo me le acerqué, empezamos a conversar y luego nos refugiamos de la lluvia en una casa de té. Tras pasar cinco horas juntos nos dimos cuenta de que nos habíamos enamorado el uno del otro. Al año siguiente me casé en Hawái con Corinna.