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Arriesgándose a ser encarcelado para salvar el planeta

Jonathan Wiltshire
16 de abril de 2019

El clima está descontrolado, gobiernos de todo el mundo ignoran el cambio climático. Un movimiento social de activistas se arriesga a terminar en prisión por defender nuestro planeta y la supervivencia de la humanidad.

Extintion Rebellion toma las calles de Londres.
Extintion Rebellion toma las calles de Londres.Imagen: Getty Images/AFP/N. Halle'n

Muchos ecologistas, especialmente las principales ONG internacionales, durante mucho tiempo han argumentado que el alarmismo impide que la gente se comprometa con la protección climática. Si el problema parece demasiado complejo, nos sentimos impotentes y nos alejamos de él para pensar en otra cosa.

Pero con los científicos diciéndonos que la sexta extinción masiva del planeta ya está en marcha, y que apenas tenemos más de una década para evitar un cambio climático devastador e irreversible, un número cada vez mayor de activistas cree que ya es hora de hablar claro.

Esta semana quieren llevar la desobediencia civil a las calles de todo el mundo para llamar la atención sobre el hecho de que, si no tomamos medidas inmediatamente, la humanidad misma estará amenazada de extinción.

Nick Holzberg, activista climático de Extintion Rebellion, se arriesga a ser arrestado en Berlín para llamar la atención sobre la crisis climática.Imagen: DW/J. Wiltshire

"Las emisiones siguen aumentando, no podemos seguir así”, señala Nick Holzberg, que trabaja a tiempo completo para Extinction Rebellion (en español Extinción/Rebelión o Rebelión contra la Extinción, también abreviado como XR), en Berlín. "Lo único que podemos hacer es practicar la desobediencia civil pacífica”, explica.

Estado de emergencia

Extintion Rebellion surgió en otoño de 2018, cuando miles de manifestantes salieron a las calles de Londres. Desde entonces, los activistas británicos han ocupado puentes sobre el Támesis y se han despojado de su ropa interior en el Parlamento británico. Su movimiento social se ha extendido a 35 países alrededor de todo el mundo.

Al igual que la estudiante y activista sueca Greta Thunberg, que ha manifestado repetidamente a los líderes políticos que actúen como si la casa estuviese en llamas, Extintion Rebellion cree que el miedo es lo único que motivará los cambios necesarios para ofrecer una oportunidad de supervivencia al mundo, tal y como lo conocemos.

Virginie Gailing se unió a Extintion Rebellion creyendo que los cambios en el estilo de vida individual no son suficientes.Imagen: DW/J. Wiltshire

"Esta es nuestra última oportunidad. Es una emergencia”, afirma Virginie Gailing, activista procedente de Francia, que se dedica al diseño y vive en Berlín.

El movimiento exige que los gobiernos declaren la "emergencia climática” para dar paso a una situación de crisis, en la que se suspenda el "todo sigue igual” y la protección climática se convierta en una prioridad.

En concreto, exigen a los gobiernos a que se comprometan a ser neutros en cuanto a las emisiones de CO2 para el año 2025, en lugar de para mediados del siglo XXI, como pretenden la Unión Europea y muchos gobiernos nacionales.

Con poca fe en que los gobiernos tomen medidas tan radicales por sí solos, Extintion Rebellion también apoya una "asamblea popular” para supervisar la transición.

La agrupación se inspira en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y en la resistencia no violenta liderada por Mahatma Gandhi, que condujo a más de 60.000 ciudadanos a la cárcel en la lucha pacífica por la independencia de India.

Los activistas climáticos de Extintion Rebellion se desnudan por el planeta en la Cámara de los Comunes británica.Imagen: Reuters/EXTINCTION REBELLION

Decenas de activistas ya han sido arrestados en el Reino Unido y podrían ser encarcelados.  Precisamente ese es el objetivo de Extintion Rebellion. Los principales activistas del movimiento creen que con un número suficiente de ciudadanos corrientes entre rejas, medios de comunicación, gobiernos y público en general se verán obligados a prestar atención al asunto.

De la fiesta a la cárcel

Extintion Rebellion Alemania se reunió por primera vez en diciembre de 2018. Tiene varios cientos de miembros y celebra reuniones periódicas y eventos de formación. La agrupación se coordina a través de las redes sociales, sus miembros se reúnen en centros comunitarios y cafés y dan charlas en clubes nocturnos.

Este lunes bloquearon los puentes que cruzan el río Spree, que atraviesa la capital alemana. Además, los activistas se harán pasar por muertos en espacios públicos durante una semana. También habrá más manifestaciones y charlas.

"Tenemos que correr el riesgo de ser arrestados porque creo que hasta que no quebrantemos pacíficamente la ley, nada cambiará”, enfatiza Holzberg. "Para mí, es una opción correcta”.

Los activistas climáticos de Extintion Rebellion corren la voz en Berlín.Imagen: DW/J. Wiltshire

Holzberg es un recién graduado universitario. Vestido de negro, parece un típico hípster berlinés. Hasta ahora nunca se había involucrado en un activismo serio, pero estaba entusiasmado con lo que desencadenó el movimiento en Gran Bretaña.

"Quienes iniciaron Extintion Rebellion en el Reino Unido se sentaron y pensaron bien las cosas”, opina Holzberg.

Más allá de la acción individual

Cada vez más gente se está uniendo al movimiento porque transmite un mensaje fuerte, según Extinction Rebellion. Y es que será necesario algo más que reciclar, comer menos carne y renunciar al coche para salvar a la humanidad de la destrucción.

"No es suficiente lo que puedo hacer personalmente”, lamenta Gailing, que lleva una insignia casera de Extinction Rebellion pegada a la solapa de su chaqueta de tweed vintage. "Trato de no comprar nada nuevo, algo inusual para alguien que se dedica al diseño, y de mantener mi huella ecológica lo más pequeña posible. Pero tenemos que actuar juntos para evitar el desastre”.

"He estado siguiendo la investigación climática durante varios años y me ha resultado extremadamente difícil procesar todo esto”, afirma Hal Zabin, un informático estadounidense de 56 años que vive en Berlín desde hace 30 años y que participará en las protestas de esta semana.

"Hacer algo de forma colectiva y en un ambiente realmente positivo, me ha dado una nueva fuerza”, concluye.

(ar/er)

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