Varios miembros de las fuerzas de seguridad afganas murieron este jueves en un ataque que las autoridades atribuyeron a los talibanes.
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El ataque se produjo cuando un grupo armado "abrió fuego" contra los uniformados en un punto de control en la provincia de Parwan, al norte de la capital Kabul, explicó Hussain Shah, responsable de la policía en la zona. Los "talibanes también sufrieron bajas", agregó Wahida Shahkar, portavoz del gobierno regional.
Los talibanes no confirmaron su responsabilidad en este ataque, que se produce dos días después de que expirara un alto el fuego de tres días decretado por los insurgentes con motivo del fin del Ramadán y que fue respetado de domingo a martes.
Según la Comisión afgana independiente de derechos humanos, las víctimas civiles se redujeron en un 80% durante la tregua y pasaron de 30 a seis muertos y heridos diarios en promedio. Pero la violencia se ha reanudado con el fin de la tregua. El ejército afgano bombardeó y llevó un ataque terrestre en la provincia de Zabul, al sur, contra "enemigos" que atacaron un convoy logístico, según el portavoz de la policía local, Lal Mohammad Amiri. Unos 18 insurgentes fallecieron y tres niños resultaron heridos, agregó.
Intercambio de prisioneros
Entre lunes y martes, las autoridades afganas han liberado a unos 1.000 presos talibanes con la esperanza de que el alto el fuego fuera prorrogado. Pero los rebeldes no han dado a conocer su opinión al respecto. Su portavoz, Suhail Shaheen, sí dijo que liberarían "pronto" a un "número significativo de prisioneros".
Estos intercambios de presos, que comprenden hasta 5.000 talibanes contra 1.000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, estaban previstos en el acuerdo firmado entre Estados Unidos y los talibanes a finales de febrero en Doha y que el gobierno de Kabul no ha ratificado.
er (afp, dpa)
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La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
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Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
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Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
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La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
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Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Shirzad
Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
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El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
Imagen: Reuters/O.Sobhani
Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.