El hipopótamo como ser mitológico procede de África, donde le llaman el “Rey del río”, porque las aguas fluviales son su reino. Entre los zulúes el hipopótamo es símbolo de fuerza y valor. En Egipto, el hipopótamo era una deidad importante, con atributos diferentes, sea hembra o macho. En alemán se les llama "caballos de río", debido a sus orejas.

Pueden pasar 16 horas sumergidos en ríos y lagos para mantener su cuerpo fresco y protegido del sol. Los ojos y orificios nasales se encuentran en la parte superior de la cabeza, así ven y respirar mejor. Los hipopótamos segregan una sustancia roja y aceitosa, por lo que a veces se dice que sudan sangre. Se trata de un protector solar que humedece su piel y que los protege contra los gérmenes.

Algunas especies solo se aparean y dan a luz dentro del agua y su gestación dura seis o siete meses, muy parecida a la del ser humano. Por lo general, tienen de una a dos crías.

Sin sus enemigos naturales, los hipopótamos, en riesgo de extinción en África, han aumentado su población a unos 60. Sin control ni depredadores pueden llegar a ser 5.000 en 2050. En el agua pueden ser sorprendidos por caimanes o cocodrilos. En tierra, sus mayores enemigos son los leones, tigres e hienas; ninguno de estos vive en Colombia. Y los caimanes del río Magdalena no les dan la talla.

Según una proyección hecha por la Universidad Javeriana, el Instituto Humboldt y Cornare, la Corporación responsable del medio ambiente en las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, en Colombia esta especie pasará de habitar 1.915 kilómetros cuadrados a un aproximado de 13.587 km2 alrededor del río Magdalena. Podrán habitar humedales de cinco departamentos.

Los hipopotamos pesan entre 1,5 y 4 toneladas, y alcanzan entre 3 y 5 metros de largo, incluida la cola de unos 50 centímetros. Las hembras son más pequeñas. Los machos mayores llegan a pesar 3.200, ó incluso 4.500 kilogramos.

Pueden alcanzar 50 años de edad y alcanzar los 30 kilómetros por hora, sobre todo cuando persiguen a un intruso, o se sienten amenazados.

Un estudio de la corporación colombiana Cornare, responsable del medio ambiente en la región, los describe como "animales silenciosos, sosegados, bellos y exóticos", pero advierte que también "representan un alto riesgo para otras especies, para los ecosistemas y para los seres humanos. Su impacto en los hábitat también se da por su tamaño y su condición de especie ingeniera de ecosistemas".

Científicos cooperan en estudio de su impacto en su entorno. "Grupos muy grandes de estos inmensos animales pueden cambiar la calidad del agua y las condiciones de los humedales", recalca Echeverry, advirtiendo que "los hipopótamos en Colombia son un problema, porque son una especie invasora que puede desplazar a manatíes y nutrias". Además, su uso para el turismo es muy complicado.

En 1981, el narcotraficante Pablo Escobar hizo trasladar a diversos animales africanos - entre ellos a 4 hipopótamos - a la Hacienda Nápoles, un territorio de 3.000 hectáreas de extensión, en Doradal, a 251 kilómetros al noroeste de Bogotá.

Estos gigantes semiacuáticos pasan el día en el agua, y la noche en tierra. Su principal fuente de alimento es el pasto corto u hojas, como en la imagen. Pasan cinco o más horas de pastoreo cada noche y para conseguir el alimento caminan hasta cinco kilómetros. Pueden consumir hasta 150 libras de alimento por día. La especie "colombiana" es el Hippopotamus Amphibius, extinguida en Egipto.

David Echeverry, biólogo investigador de Cornare, destaca el programa de esterilización de la corporación. "Buscamos instituciones nacionales y extrajeras que les ofrezcan a algunos animales un hábitat digno. Pero queremos conservar una población regulada, dentro de un territorio demarcado, para evitar que lleguen a zonas urbanas".