El 70% de la superficie de la Tierra se compone de agua, una proporción similar a la de los humanos. El agua es fuente de vida, esencial para nuestro bienestar. Revivir esa conexión podría ayudarnos a salvar el planeta.
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El agua ejerce una gran atracción sobre la mayoría de los humanos. Muchos queremos estar en su cercanía. Estamos dispuestos a pagar mucho dinero para vivir o hacer vacaciones directamente en una playa o una costa. Psicólogos han descubierto que nos sentimos más relajados, más creativos, más empáticos, cuando estamos en la cercanía de alguna fuente de agua.
El expresidente estadounidense John F. Kennedy se refirió alguna vez a la relación simbiótica de la humanidad con el agua. "Estamos conectados con el océano”, dijo, y agregó, "cuando vamos al mar, regresamos al lugar de donde venimos”.
El mar que nos rodea
A la bióloga marina y escritora pionera del medio ambiente Rachel Carsen le fascinaron siempre los mares, "esa gran madre de la vida". Tanto, que escribió ya hace 70 años "The sea around us”, (El mar que nos rodea). Estaba alarmada con el trato que le damos al océano. "Es una ironía que el mar, del que surgió la vida por primera vez, esté siendo amenazado ahora por las actividades de una de esas formas de vida", escribió.
Pero nuestro estilo de vida genera contaminación química y plástica, sobrepesca, sobredesarrollo costero y erosión, y más recientemente aumento del nivel del mar, provocado por el calentamiento global y la muerte de los corales. En resumen, ha habido una desconexión entre nosotros y el agua.
"Mente azul”: el agua nos hace felices
Blue Mind, escrito por Wallace J. Nichols en 2015, se basa en estudios de neurobiología y psicología cognitiva para mostrar cómo el agua no solo nos hace felices, sino que debe ser preservada, protegida y regenerada. "Nuestras aguas naturales nos proveen de valores emocionales y sociales, desde nuestro nacimiento”, escribe Nichols en su libro. Esto se debe, en parte, a que cuando entramos en contacto con el agua, determinadas sustancias químicas inundan nuestro cerebro. Eso nos hace sentir más felices, más saludables, más y mejor conectados con lo que hacemos.
Lewis Elliot, investigador asociado en la iniciativa paneuropea "BlueHealth 2020” está de acuerdo en que el tiempo que pasamos en la cercanía o en el mar, en los ríos y lagos, "puede beneficiar la salud mental, apoyar la actividad física e inducir experiencias regenerativas". La investigación ha demostrado que quienes se han mudado a la cercanía de las aguas han mejorado su salud mental.
Una invitación
Al establecer nuestra conexión primordial con el agua, esperamos avanzar rápidamente para abordar la grave degradación y pérdida de biodiversidad en nuestros ecosistemas oceánicos, así como el aumento del nivel del mar inducido por el cambio climático, las tormentas y los huracanes que ya representan una amenaza para nuestras costas.
El movimiento educativo "Blue Mind", de Wallace J. Nichols, aborda el problema de que "no les enseñamos a los niños los beneficios cognitivos, emocionales, psicológicos, sociales y de salud" que traen los ambientes acuáticos. Y concluye que, "en lugar de bombardear a la gente con datos, es hora de reconocer que los océanos del mundo son importantes para nuestra vida cotidiana”.
(jov/er)
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El océano, nuestra fuente de vida
Los océanos cubren la mayor parte de la superficie del planeta y ayudan a regular el clima. Estas masas de agua ya están sufriendo los efectos del cambio climático, pero siguen siendo un misterio para los científicos.
Nuestro planeta azul
Los océanos cubren hasta el 71% de la superficie de la Tierra y el 90% de la biosfera. Son una parte integral de la vida y proporcionan entre el 50 y el 80% del oxígeno del planeta, siendo algo fundamental para el ciclo del carbono. El origen de los océanos es un misterio, pero se cree que se formaron hace 4.4oo millones de años, desempeñando un papel catalizador para el surgimiento de la vida.
Imagen: NASA
Los misterios de las profundidades
A pesar de su gran tamaño, sabemos muy poco sobre los océanos. De hecho, más del 80% del reino submarino aún no ha sido mapeado o explorado. Los científicos están trabajando para desvelar sus misterios, lo que ayudaría a comprender de mejor manera el cambio ambiental y cómo gestionar los recursos oceánicos.
Imagen: Colourbox/S. Dmytro
El regulador del clima
Los océanos juegan un papel muy importante en cuanto a la regulación del clima, ya que absorben las radiaciones solares, distribuyen el calor, e influyen en los patrones climáticos. Pero el cambio climático está alterando este balance, afectando la capacidad de los océanos para realizar sus tareas claves, como el almacenamiento de carbono y la generación de oxígeno.
Lleno de vida
El océano es el hogar de al menos 230.000 especies conocidas. Los arrecifes de coral, en el fondo del mar, son un refugio para invertebrados como los cangrejos, las estrellas de mar y los moluscos, y así como los coloridos peces de arrecife. La vida vegetal florece a poca profundidad, mientras que criaturas más grandes, como los tiburones, las ballenas y los delfines nadan en aguas profundas.
Imagen: picture-alliance/blickwinkel
Criaturas raras y maravillosas
Como era de esperar, los científicos creen que hasta dos tercios de todas las especies oceánicas no han sido descubiertas. Pero, todos los años los investigadores descubren nuevas especies, muchas de ellas son muy diferentes a las ya encontradas, como el gusano calamar (foto) que fue hallado en el mar de Célebes en 2007.
Imagen: Laurence Madin, WHOI
Una advertencia
El océano está bajo presión. Uno de los ejemplos más notables es el blanqueamiento de los corales en el mundo. Debido al aumento de las temperaturas y a la contaminación, los corales se estresan y expulsan una especie de algas que les permiten crecer y reproducirse. Algunos corales se pueden salvar, pero cuando esta situación se prolonga aumentan las posibilidades de un desenlace mortal.
Imagen: XL Catlin Seaview Survey
Sin un refugio
Las especies marinas también están sufriendo las consecuencias. Las investigaciones recientes muestran que las poblaciones locales de peces, moluscos y cangrejos están desapareciendo a una velocidad dos veces mayor que las especies terrestres. Las altas temperaturas son las responsables, ya que es difícil encontrar un refugio y la mayoría de las especies no logran adaptarse.
El gran deshielo
El calentamiento está causando el deshielo de los glaciares y del hielo en la criósfera , partes de la superficie de la Tierra en donde el agua se encuentra en estado sólido, incluyendo hielo y nieve. Este proceso está contribuyendo al aumento del nivel del mal global y podría provocar el incremento de acidificación de los océanos, debido al metano liberado del permafrost en el océano Ártico.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Una gran conexión
Los humanos están indisolublemente unidos al océano. Durante miles de años las comunidades han habitado a lo largo de la costa, para conseguir alimentos y medios de subsistencia. Hoy en día, más de mil millones de personas viven en las regiones costeras, que probablemente se verán afectadas por el aumento del nivel del mar.
Imagen: imago
La naturaleza desaparece
Pero esta conexión ha costado caro. Sólo el 13% de los océanos del mundo están completamente libres de las actividades humanas como la pesca, y casi no quedan especies naturales a lo largo de las zonas costeras. Incluso los confines más lejanos del océano Ártico no están intactos, por los avances tecnológicos. Proteger la vida silvestre será un reto para las generaciones futuras.