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Recuerdan el golpe contra Allende

Eva Usi31 de mayo de 2013

La senadora chilena Isabel Allende recordó en Berlín las condiciones bajo las cuales se produjo el golpe de Estado en Chile hace 40 años, y se mostró confiada de que Michelle Bachelet ganará las elecciones de noviembre.

Imagen: DW/E. Usi

“En el mundo hay muchos abusos y especulaciones financieras que afectan a gente que no tiene nada que ver. En Chile tenemos una educación excluyente que es la más cara del mundo”, dijo al explicar la indignación popular que se vive en su país, donde los jóvenes tienen a su juicio razón al reclamar “calidad y gratuidad” en la educación. De volver al poder Michelle Bachelet, la política socialista aseguró que será retomada la agenda social que quedó pendiente, como la lucha contra la pobreza en un país profundamente desigual. Allende reconoció que esas siguen siendo las mismas prioridades que su padre intentó atender hace 40 años.

Un auditorio repleto acompañó a la hija del presidente Salvador Allende a través de un viaje hacia el Chile de su juventud cuando los países de América Latina mostraban un moderado crecimiento económico acompañado de grandes desigualdades sociales. “La gran excepción era Cuba, hasta la década de los años 70, que luego condujo a una decepción”, recordó la política socialista, entonces una defensora de la Revolución Cubana. En esa década la democracia fue anulada en Chile, Brasil, Bolivia, Uruguay y Argentina. Tan solo en Chile la dictadura de Pinochet dejó un saldo 3.065 muertos, más de 38.000 víctimas sobrevivientes y unos 250.000 exiliados dispersos por todo el mundo.

Las reformas introducidas por su padre no gustaron a Estados Unidos. “Nacionalizó los bancos, profundizó la reforma agraria y continuó con la nacionalización del cobre, del hierro y del salitre. Allende fue candidato presidencial en cuatro ocasiones hasta que en 1970 alcanzó una mayoría relativa de 36%.

Imagen: DW/E. Usi

"Intervención brutal de Estados Unidos"

“La última elección democrática que tuvimos antes del golpe fue en marzo de 1973 cuando el apoyo popular había aumentado hasta el 44%. La socialista chilena destacó el enfrentamiento con Estados Unidos que fue escalando con una negativa a otorgar repuestos, créditos, hasta conducir a una hostilidad silenciosa, acompañada de apoyo a grupos que buscaban un quiebre del gobierno.

“Estados Unidos tenía una influencia de intervención tremenda. Trataron de impedir que vendiéramos el cobre, materia prima muy importante en nuestra economía. Orquestaron un bloqueo para que otros países no nos compraran el cobre, incluso intervinieron en la bolsa de Londres para bajar artificialmente su precio, la intervención norteamericana era brutal”, destacó. Otro ejemplo fue el apoyo financiero estadounidense a una huelga de transporte terrestre, que paralizó al país largo y estrecho.

La senadora explicó en la Fundación Friedrich Ebert, organizadora de la charla, cómo el camino que había adoptado su padre horrorizaba a los estadounidenses. “Que un país pequeño y alejado (de Estados Unidos) como Chile buscara llegar a un socialismo en democracia y libertad, era un ejemplo que Estados Unidos no podía permitir; para ellos era mortal, porque era el camino inverso de lo que había ocurrido con la Revolución Cubana", dijo.

"Salvador Allende representaba la institucionalidad democrática, no la vía violenta ni el asalto al poder a través de la revolución armada. Eso era un ejemplo muy peligroso para Estados Unidos porque otros países podrían aspirar a recuperar sus riquezas básicas, todas en manos de compañías extranjeras”, explica.

Imagen: AP

"Tanquetazo" anuncia un golpe inminente

La certidumbre de que podría haber un golpe se produjo con el llamado “tanquetazo”, que logró desarticular el General Carlos Prats. “Mi padre era el que más conciencia tenía de lo que iba a pasar. Nos urgió a mis hermanas y a mí a que saliéramos al mundo a denunciar la traición”, recuerda la senadora chilena.

La hija de Allende fue la última en entrar a La Moneda aquel 11 de septiembre de 1973. “Cuando llegué había ahí miembros de su gabiente, periodistas, y civiles que tenían la convicción de que se avecinaba una confrontación fuerte. “Mi padre nos reunió a todos en un salón y con una gran serenidad agradeció a todos y pidió a aquellos que no sabían de armas que se fueran. Él como presidente constitucional tenía que quedarse a defender el mandato. Se escuchaba afuera el ruido de los tanques”. La joven dio un abrazo a su padre sin pensar que sería la última vez que lo vería.

Exilio en México

Posteriormente habló del papel de México en el exilio de ella y de su familia. Cuando Isabel Allende logró llamar a la Embajada de México en Santiago, el embajador Gonzalo Martínez Corbalá aguardaba esa llamada. ¿Dónde estás?, le preguntó. Era el 12 de septiembre y estaba prohibido circular por la calle. El diplomático mexicano pasó por ella y otras tres mujeres, entre ellas su hermana y la esposa del jefe del Banco Central, en un vehículo muy llamativo que portaba la bandera de México.

Imagen: AP

“Los militares nos pararon unas 8 veces. Martínez Corbalá bajaba el vidrio del automóvil y sacaba un papelito y les decía: 'Soy embajador de México, estoy autorizado a circular'. México envió el primer avión y salimos mi madre, mis hermanas, y los primeros exiliados chilenos con destino a ese país. En el aeropuerto nos recibió el presidente Luis Echeverría y los miembros de su gabinete completo. Las mujeres estaban vestidas de negro. El país nos recibió con los brazos abiertos. Dentro del dolor había un cariño impresionante”, recuerda Allende. El exilio de la familia Allende en México se prolongó durante 17 años.

La senadora recordó su vuelta a Chile, cuando no le permitieron llevar consigo ni una muda de ropa, y cuando Pinochet quedó bajo arresto domiciliario en Londres. Esos más de 500 días fueron los más felices de su vida. "Desde entonces se asentó en Chile la conciencia de que se había producido una violación masiva. Incluso grupos de derecha se fueron distanciando de Pinochet", afirma.

Autora: Eva Usi

Editora: Emilia Rojas

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