El intento de Alexander Dubcek de introducir el "socialismo con rostro humano" en Checoslovaquia fracasó. Pero la Primavera de Praga despertó el deseo de libertad en la gente. Ian Willoughby informa desde Praga.
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El 5 de enero de 1968, Alexander Dubcek fue elegido Primer Secretario del Partido Comunista Checoslovaco. Esto marcó el comienzo de un proceso dramático de liberación en el Estado totalitario.
Aunque la Primavera de Praga finalmente fue reducida por las tropas rusas, dos décadas después de la introducción forzada del comunismo, el movimiento dio a muchos checos y eslovacos la sensación de que era posible un futuro mejor.
"Uno realmente podía sentir que después de la elección de Dubcek soplaba un viento fresco ", dice Marta Kubisova. Ella se convirtió en una de las principales estrellas pop del país en enero de 1968, cuando era parte de la banda Golden Kids y se convirtió en el símbolo de la Primavera de Praga.
"Fue un momento maravilloso e inolvidable. La gente podía respirar libremente y tenía la sensación de que, después de 20 años, algo bueno y agradable finalmente estaba sucediendo".
Socialismo con rostro humano
"El ascenso de Dubcek no fue el único acontecimiento que despejó el camino para la Primavera de Praga", dice el historiador Petr Blazek. Comenzó en 1956, cuando el jefe de Gobierno soviético, Nikita Jruschov, condenó a su predecesor, Josef Stalin. A esto le siguió la liberación de muchos presos políticos en Checoslovaquia a principios de los años sesenta, una reunión de escritores en 1967, que provocó resistencia y una economía extremadamente pobre que clamó por la reforma.
Dubcek, que había pasado parte de su infancia en la Unión Soviética, reemplazó al duro Antonin Novotny en el ejecutivo, y el contraste fue notable. "Dubcek tenía un enfoque mucho más abierto y era conocido por la gente como un político sonriente", dice Blazek. Dubcek consiguió dar un golpe en las relaciones públicas al darle un nombre memorable a sus planes de reforma que luego se dio a conocer en todo el mundo: "Socialismo con rostro humano".
Al igual que muchos en Checoslovaquia, la cantante Marta Kubisova fue una fiel defensora de Dubcek. Aun así, ella era escéptica sobre sus grandes planes. "'Socialismo con rostro humano' sonaba genial", dice Kubisova. "Pero en ese momento yo tenía algo de experiencia con los comunistas, así que no pensé demasiado sobre lo que realmente significaba".
El historiador Jan Adamec explica que el lema es "un muy buen ejemplo de mercadotecnia política". Fue tan atrevido, que muchas interpretaciones fueron posibles: desde una dictadura comunista con ecos "humanos" hasta una democracia liberal con elementos socialistas.
El fin de la censura
Los historiadores todavía discuten si Dubcek realmente lideró la Primavera de Praga, o si fue arrastrado por los acontecimientos a su alrededor, dice Adamec. Los objetivos de Dubcek y otros políticos del ala reformadora de los comunistas checoslovacos, según Adamec, no eran muy ambiciosos. "Querían un liderazgo nuevo y progresivo, pero no diría que soñaban con las cosas que pasarían en 1968", dice Adamec. "Cuanta más campaña hacían por las reformas, más se convertían en meros espectadores de lo que ocurría en ese momento".
El cambio más radical que introdujo Dubcek fue la abolición de un pilar del régimen comunista: la censura. Este paso, en abril de 1968, jugó un papel decisivo en la caída de Dubcek. "Si uno concede libertad de expresión a las personas en una sociedad anteriormente censurada, te van a criticar constantemente", dice Adamec. "Dubcek fue criticado por ser demasiado radical, pero también por no ser lo suficientemente radical".
El Gobierno de Praga nunca planeó abandonar el liderazgo del Partido Comunista. Pero, mes tras mes, la URSS y otros estados del bloque soviético, miraban horrorizados cómo las demandas de la gente que quería cambios se fortalecían cada vez más. Los apparatchiks checoslovacos también estaban preocupados.
El 21 de agosto de 1968, tropas del Pacto de Varsovia, dirigidas por la Unión Soviética, invadieron Checoslovaquia y derrotaron la Primavera de Praga. Así empezaron dos décadas de ocupación soviética.
Tanques soviéticos en el país
El historiador Blazek cree que Alexander Dubcek fue un perdedor que no pudo complacer ni a los conservadores ni a los reformadores en su propio país y no previó la reacción esperada del resto del bloque soviético.
"Era un hombre extraño que fue bien recibido por el público y atrajo a mucha gente", dice Blazek. "Pero, personalmente, no creo que Dubcek sea uno de los grandes políticos checoslovacos del siglo XX".
Durante la invasión, la cantante Marta Kubisova apoyó a Dubcek, cuyo tiempo en el poder casi había terminado. Apresuradamente grabó la balada "Una oración por Marta". La canción, en la que ella pide la paz y el fin del odio, se convirtió en un símbolo de la Primavera de Praga. Poco después de su aparición fue prohibida en la radio; a la cantante no se le permitió presentarse en los siguientes 20 años, hasta 1989.
La Primavera de Praga duró poco más de siete meses y terminó con muchos corazones rotos y una oleada de emigración. Pero este rápido sabor de la libertad fue suficiente para dar esperanza de que el comunismo terminaría algún día, asegura Kubisova.
"La Primavera de Praga valió la pena porque nos hizo más fuertes. Fue la oportunidad de respirar aire fresco, que despertó en nosotros un deseo aún mayor de libertad", dice la cantante. "Esto nos ha acompañado durante las siguientes dos décadas".
Autor: Ian Willoughby (CT/MS)
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Socialismo en África, un patrimonio oxidado
En la Casa Iwalewa de la Universidad de Bayreuth, la exposición "Things Fall Apart" (Todo se desmorona) repasa las relaciones de África con los países socialistas: de la URSS a la caída del socialismo real, y hasta hoy.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Viejas cadenas, nueva visión
Mientras los países africanos se liberaban de sus cadenas coloniales a fines de la década de 1950, las antiguas potencias coloniales se hallaban ya inmersas en la Guerra Fría. Aquel enfrentamiento ideológico tuvo también su correlato en el continente africano. Con lemas propagandísticos como "África lucha, África gana", la Unión Soviética buscaba ganar la simpatía de los jóvenes Estados africanos.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Una Utopía se oxida
La hermandad entre la Unión Soviética y los Estados africanos duró apenas un par de décadas. Pero sus huellas llegan hasta hasta el presente. El fotógrafo angoleño Kiluanji Kia Henda localizó al Karl Marx en un cementerio de barcos del norte de Luanda, en 2006. Había sido parte de una flota pesquera, que fue donada a Angola por la Unión Soviética y que apenas estuvo un par de años en operación.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Lucha de poder en suelo africano
En estos murales descoloridos −documentados por la fotógrafa sudafricana Jo Ractliffe-, Fidel Castro (i), Leonid Brezhnev (d) y Agostinho Neto (c), el primer presidente de Angola, recuerdan la historia socialista de Angola. En la guerra civil angoleña, Cuba aportó tropas y la URSS armas a Neto. Del otro lado de la línea de combate, armas y financiamiento de la Sudáfrica del apartheid y los EE. UU.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Un ícono del antimperialismo
También Patrice Lumumba, el primer ministro fundador de la República Democrática del Congo, simpatizó con el socialismo. Tras pedir ayuda a la URSS, ante una crisis política en su joven Estado, fue despojado del poder y asesinado en presencia de los servicios secretos belgas. A este ícono de la lucha independentista africana, la URSS le rindió homenaje con un sello postal propio.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Invitados, pero no siempre bienvenidos
La URSS ofreció estudios superiores a jóvenes africanos, que se formaron en universidades como la "Patrice-Lumumba", en Moscú. Pero esos estudiantes se vieron muchas veces confrontados con situaciones de racismo. Y protestaron. Una protesta de los estudiantes africanos a fines de los años 50 pasaría a la historia como la primera manifestación pública tras la era de Stalin.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Brezhnev en África, la película
La Unión Soviética no ahorró costos ni esfuerzos para llevar su ideología a los países africanos. Una visita de Leonid Brezhnev a Guinea, en 1957, quedó grabada en cinta. El documentalista Alexander Markov retomó el filme propagandístico en un documental que se presentó en la selección de la Berlinale, el festival de cine de Berlín, en 2015.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Unidos en el cosmos
La propaganda en voz e imágenes era fácil de transportar y fue, por eso, un medio priorizado. Con representaciones estereotípicas de niños de tres continentes, debía mostrarse un desarrollo que solo se podía alcanzar unidos. Para muchos niños, esta puede haber sido una motivación: la esperanza de participar juntos en un viaje al espacio, de convertirse, incluso, en “cosmonautas”.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Vivas al socialismo
Etiopía era la sede la Organización para la Unidad Africana (OUA) y el régimen militar de Mengistu Hailemariam tenía mucho que agradecer a la URSS. En la OUA, una gigantesca escultura de Lenin recibía a los visitantes. El monumento a Marx de la foto, inaugurado por el entonces presidente de la República Democrática Alemana (RDA), Erich Honecker, sigue en pie en la Universidad de Addis Abeba.
Imagen: picture-alliance/ZB
Herencia socialista
Hasta hoy, los gobernantes africanos siguen sirviéndose de la estética realsocialista. Así, este monumento de bronce, que lleva el nombre de "Renacimiento Africano", fue mandado a erigir por el presidente senegalés Abdoulaye Wade en 2010. El conjunto fue diseñado y acabado por una empresa norcoreana que, tras Addis Abeba, proveyó a más de 20 ciudades africanas con sus gigantescas creaciones.
Imagen: picture-alliance/dpa
Estética totalitaria
El presidente de Botswana, Festus Mogae, inauguró este conjunto escultórico en 2005. El monumento muestra a tres líderes ("Three Dikgosi"), considerados padres fundadores del Estado actual. El surcoreano Onejoon Che reconstruye en modelos y fotografías esta estética totalitaria del socialismo real en África.
Imagen: Universität Bayreuth/Iwalewahaus
Después de la función, vacío
Burkina Faso se considera el último intento por establecer un socialismo africano. En Uagadugú, capital del cine africano, mostraban sus películas cineastas que estudiaron en Moscú, como Ousmane Sembène. El oficial socialista Thomas Sankara impulsó el Festival panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO), que se celebra hasta hoy. El fotógrafo Isaac Julien (2005) muestra el cine vacío.
Imagen: Iwalewahaus/Isaac Julien
¿Pronto en África?
La exposición itinerante "Things Fall Apart" fue concebida en Londres y Bayreuth, donde puede visitarse hasta el domingo (18.09.2016). Desde diciembre, podrá verse por dos meses en Budapest. ¿Y después? La Casa Iwalewa de Bayreuth conversa con diversas representaciones del Instituto Goethe para presentarla en África, donde el sueño del socialismo quedó, también, como una utopía inalcanzada.