La primera reacción fue de perplejidad después de que el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, anunciara un referéndum sobre el rescate del euro. La probabilidad de un "no" en Grecia, que podría llevar a la suspensión de pagos y la posible salida de la eurozona del país helénico, es el temor que recorre desde el lunes por la tarde a Europa.

Las reacciones no se sintieron con todo su peso pues en gran parte de Europa este martes es día festivo por Todos lo Santos. Aún así la sorpresa a menos de una semana tras la cumbre de crisis sobre el euro no podría ser más grande. Se creía que la cumbre traería calma por un tiempo en la lucha por estabilizar la moneda común.

Ahora el miedo al peor escenario posible vuelve a ocupar la primera fila. La posible bancarrota de Grecia, que en caso de que gane el "no" en el referéndum tendría que abandonar con bastante probabilidad el euro, así como el miedo todavía mayor por las consecuencias que la quiebra del Estado heleno podría tener para otros miembros de la eurozona han sumido a los responsables de la moneda común en la perplejidad.

En una primera reacción el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, hablarán este martes sobre la situación tras el anuncio griego, según informó el Palacio del Elíseo.

Bienvenido Draghi

El tema también ocupa al italiano Mario Draghi en su primer día de gestión al mando del Banco Central Europeo. La incertidumbre generada por el anuncio griego sitúa al BCE frente a la pregunta de cómo encarar el rescate de la moneda única en los próximos meses. ¿Gastarán los guardianes del euro más millones en la compra de títulos de deuda de países en dificultades? ¿Se verá obligado el BCE a aumentar en breve los tipos de interés para controlar la inflación galopante? ¿O serán rebajadas las tasas para reactivar la coyuntura en países en crisis como Grecia?

Draghi se encuentra en una encrucijada. La mayoría de los economistas no espera una caída de los tipos en la primera sesión del BCE al mando de Draghi, este jueves. Pero el mercado espera señales sobre las medidas que prepara el banco para encarar este nuevo capítulo de la crisis.

El BCE aumentó este año en dos oportunidades las principales tasas hasta el 1,5 por ciento debido al aumento de riesgos de inflación. Pero ahora, con el deterioro drástico de la crisis, se especula con que suelte un tanto las riendas de la política monetaria.

La OCDE cree que la eurozona no crecerá un 2,0 por ciento como pronosticaba en mayo, sino un magro 0,3 por ciento. Esas perspectivas llevan a algunos economistas a demandar un recorte inmediato de los impuestos.

Fuente: Agencias DPA, AFP

Editora: Claudia Herrera Pahl