Reforma constitucional en España: ¿solución o quimera?
Enrique Anarte
18 de octubre de 2017
La modificación de la actual Constitución se plantea como posible solución a las diferencias entre Barcelona y Madrid. ¿Pero es suficiente para frenar el independentismo en Cataluña?
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El desafío independentista de Cataluña arroja incertidumbre sobre España. El país necesita soluciones a largo plazo y paradójicamente las necesita con urgencia. Una de las opciones es la reforma constitucional. Es la condición que puso el PSOE a cambio de dar su apoyo al gobierno de Mariano Rajoy frente a una declaración unilateral de independencia. También es, desde hace años, aunque no exclusivamente en relación con Cataluña, una de las grandes reivindicaciones de la izquierda más crítica. ¿Hasta qué punto, sin embargo, es esta una solución viable?
Quizás el problema más importante sea que hablar de reforma constitucional en general es no hablar de nada. La Constitución prevé diferentes procedimientos para la modificación de diversas áreas de su articulado. Y reformar "la indisoluble unidad de la nación española” exige la vía agravada: una mayoría de dos tercios de cada cámara parlamentaria, la disolución de ambas, nuevas elecciones, ratificación del texto por el nuevo Parlamento bicameral y ratificación posterior por parte del cuerpo electoral a través de un referéndum. "Poco menos que inasequible”, valora Sebastián Martín, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla.
Una reforma poco ambiciosa
A esto se suma que, en realidad, el pacto entre PP y PSOE por el que podría alcanzarse una reforma se limita a las cuestiones competenciales y de la financiación autonómica. Ni oír hablar de temas como la jefatura de Estado o el sistema electoral, temas menos explosivos pero que siguen dividiendo a la sociedad española.
"Dentro de una reforma constitucional cabrían muchas cosas. El problema de esta propuesta es que para una parte importante del independentismo no se acepta nada por debajo de un referéndum pactado”, explica a DW Jorge Galindo, politólogo y editor de la web de análisis Politikon. Sin embargo, el PP y sus socios han dejado fuera la opción de un referéndum sobre la independencia de Cataluña.
Pero podría haber otras propuestas sobre la mesa. El profesor Martín cita, entre otras, el reconocimiendo del derecho de la autonomía para tener competencia en materia de justicia, hacienda o codificación penal, civil o mercantil. "También se puede reformar el Senado, dando un mayor peso a su carácter de cámara de representación territorial”, añade. En este punto coincide con Galindo, quien también sugiere una cuota de asientos de las autonomías en el Tribunal Constitucional.
Cataluña: el riesgo de la independencia
04:18
"Es un debate que para que no sea un parche tendría que ser mucho más amplio y sentar en la mesa, en prácticamente igualdad de condiciones y junto al Estado, a andaluces, vascos, catalanes, madrileños, etcetera”, afirma el politólogo.
¿El espejo alemán?
Avanzar hacia un modelo federal como el de Alemania es otra de las ideas más consolidadas, especialmente dentro del PSOE. No obstante, el historiador y jurista Martín advierte de la polisemia del término federalismo, pues a menudo el argumento se limita a un sistema de competencias altamente descentralizado.
El federalismo alemán es algo más que eso. No se trata tanto del punto de llegada como del de origen. El académico explica que Alemania "es un Estado federal porque parte de la consideración de que los elementos que lo conforman, los Länder, tienen su propia sustantividad anterior a la federación”.
El caso de España y Cataluña, argumenta, no es el mismo. "Siempre se ha entendido de la manera inversa: Cataluña forma parte de España y esta le reconoce una singularidad histórica, cultural y política que le permite disfrutar de un régimen de autogobierno plasmado en un estatuto”.
Galindo, por su parte, opina que el espejo alemán puede ser útil como modelo a seguir en cuanto a la corresponsabilidad fiscal o al poder de las regiones en el Gobierno central. "Esa sí es una buena referencia, al menos para el PSOE. La pregunta es si lo es para el PP y para su electorado. Ahí tengo mis dudas”.
"Es el contrato que tenemos”
Al final, la cuestión se resume en que las demandas de reformas chocan frontalmente con la postura inmovilista del PP y, en gran medida, de su socio Ciudadanos. A esto se suma la dureza de cláusulas de reforma constitucional en su vía agravada. Pero ello no quita que quienes piden diálogo entre Madrid y Barcelona vean en esta opción una posibilidad de ganar todos. O, al menos, de repartir las pérdidas.
"Nos hemos encontrado con que es muy difícil reformar un contrato con el que una parte importante de la ciudadanía no se siente tan cómoda como antes”, dice Galindo. "Pero es el que tenemos”. Y, concluye, es en estos términos en los que partidos y ciudadanos tendrán que buscar una solución de futuro sostenible.
Origen histórico del independentismo en Cataluña
Ante la escalada de tensión en torno al movimiento independentista de Cataluña, repasamos los momentos históricos de esta comunidad autónoma española en los que ha contado con distintos grados de autonomía.
Imagen: Reuters/A.Gea
Cataluña: concentración de población
Cataluña es la segunda comunidad autónoma más poblada de las 17 comunidades autonónomas de España. Situada en el nordeste de la península Ibérica, tiene una población de más de 7 millones y medio de habitantes que viven en las cuatro provincias que la componen: Barcelona, Girona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona, y su área metropolitana, aglutina a dos tercios de la población catalana.
Pasado colonial diverso
Cataluña vivió la colonización de los pueblos fenicio, etrusco y griego. Los griegos se establecieron en Rosas y también en Ampurias (foto), que tuvo una gran influencia en el territorio hasta la llegada de los romanos. Estos levantaron infraestructuras y ciudades, tal como hoy las entendemos. Fue una posesión del Imperio hasta que pasó a manos de los visigodos.
Imagen: Caos30
Condados catalanes, dominio independiente
Cataluña fue conquistada por los musulmanes que fueron expulsados con el apoyo de Carlomagno. Los llamados condados catalanes se convirtieron, con el tiempo, en un dominio independiente y se confederaron en 1137 con la Corona de Aragón, a raíz de una unión dinástica entre Aragón y Cataluña. En el siglo XIII y principios del XIV la Corona se expande con las conquistas de Mallorca (foto) y Valencia.
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Conservando autonomía hasta la Sucesión
En el siglo XIII surgen instituciones como la Diputación del General (Generalitat de Cataluña), las Cortes Generales y administraciones locales, como el Consejo de Ciento de Barcelona. La Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla en 1476, pero conservó sus instituciones autónomas de gobierno hasta el final de la Guerra de Sucesión Española (1714), posterior a la de los Segadores (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Cada 'Diada' se celebra una derrota
Con la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, el rey Felipe rey promulgó el Decreto de Nueva Planta y se abolieron los privilegios nobiliarios, los fueros locales y las instituciones de autogobierno que eran respetadas por la Casa Austria en todos los reinos declarados austracistas. Cada 11 de septiembre (foto) se recuerda la abolición de las instituciones y libertades civiles catalanas.
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Falta de apoyo a la figura monárquica
El Sexenio Revolucionario trajo el fin del reinado de Isabel II de España y la restauración de la dinastía borbónica en 1875. Con la redacción de la Constitución de 1869 surgió el problema de en qué figura debía recaer la monarquía española. Amadeo de Saboya fue elegido como Monarca constitucional en 1871. Lo fue hasta el 1873, al abdicar por falta de apoyo y la tercera guerra carlista (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Un federalista al frente de la Primera República Española
Tras la abdicación de Amadeo I, el 10 de febrero de 1873, se proclamó la Primera República Española que apenas duró un año. El republicanismo estaba dividido entre aquellos que querían una República unitaria (con un único gobierno para todo el país) y una federal (en la que los estados autónomos se ponen de acuerdo para crear un Estado de rango superior) como Francisco Pi y Margall (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Intento de creación de un Estado Catalán
La República tuvo que hacer frente a dificultades como las confrontaciones entre los republicanos unitarios y los federalistas, así como el intento de Cataluña de crear un Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 restableció la Monarquía Española y la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII de España (foto).
Imagen: picture-alliance/Quagga Illustrations
El catalanismo republicano en lucha
Entre 1923 y 1930, la dictadura del General Primo de Rivera se instauró en España, con el apoyo del rey Alfonso XIII, el Ejército, de la burguesía, los terratenientes y la Iglesia. No obstante, Cataluña se convirtió en uno de los focos más activos de oposición a la dictadura con el crecimiento del catalanismo republicano cuyo líder, Francesc Macià, (foto), fue el luchador más comprometido.
Guerra Civil, consecuencia de poner fin a la Segunda República
En la Segunda República, diputados catalanes elaboraron el Estatuto de Núria que fue aprobado en las Cortes Españolas en 1932. Ese año, Macià fue ratificado como presidente en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Luego fue sucedido por Lluís Companys en el cargo hasta el final de la Guerra Civil (1936-1939) que se produjo tras el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno de la II República.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Pérdida de libertades
El franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos no afines al régimen, la supresión del Estatuto de Autonomía (que ya había sido suspendido por el Gobierno de España entre octubre de 1934 y febrero de 1936) y sus instituciones derivadas y la persecución de la lengua y la cultura catalanas.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Recuperando autonomía con un nuevo estatuto
Después de las primeras elecciones generales tras el término de la dictadura, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat con José Tarradellas al frente. Este formó un gobierno de concentración (1977-1980) con doce consejeros para redactar el estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y convocó elecciones al Parlamento de Cataluña (foto) donde fueron elegidos los primeros 135 diputados.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que define a Cataluña como nacionalidad y reconoce el catalán como lengua propia, era superior al de 1932 en aspectos como enseñanza y cultura, pero inferior en otros, como justicia, finanzas y orden público. Tras su promulgación, se celebraron las primeras elecciones catalanas en 1980. Jordi Pujol estuvo al frente de la Generalitat hasta el 2003.
Imagen: Jose Gayarre
El auge de una reivindicación
El independentismo creció en los últimos años debido a los recortes del Tribunal Constitucional al nuevo Estatuto aprobado en 2006 y que establece una nueva
relación prácticamente federal con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal que sufre Cataluña con un sistema similar al concierto vasco.
Imagen: Reuters/A.Gea
Primer intento: 9N
Las manifestaciones multitudinarias a favor de la independencia siguieron creciendo en 2013 y 2014 y forzaron a Artur Mas, que firmó un acuerdo de gobernabilidad con ERC, formación política que quedó segunda en escaños por primera vez en la historia posfranquista, a convocar una consulta sobre la independencia en el 2014. La votación se llevó a cabo finalmente el 9 de noviembre de 2014.
Imagen: Reuters/G. Nacarino
Duelo de titanes
En enero de 2016, a raíz del acuerdo entre Juntos por el Sí (formado por Convergencia Democratica de Cataluña y Esquerra Republicana de Cataluña, entre otros) y la CUP, Mas fue sustituido por Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Puigdemont ha continuado el proceso independentista convocando un nuevo referéndum para el domingo 1 de octubre, rechazado por el gobierno de Rajoy.