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Reformas, inseguridad y un nuevo presidente

Pablo Kummetz19 de abril de 2004

Eslovaquia se debate entre una política gubernamental de profundas reformas y una oposición que quiere abolirlas. El nuevo presidente fortalece a la oposición: ha calificado a las reformas de "irresponsables".

Ivan Gasparovic, nuevo Presidente de Eslovaquia.Imagen: AP

Nueva inseguridad en Eslovaquia han creado las recientes elecciones presidenciales, de las que surgió ganador Ivan Gasparovic. El abogado ex presidente del Parlamento, de 63 años, no realizó su campaña electoral en forma suprapartidaria, como sería de esperar de un candidato a presidente de todos los eslovacos, sino que agitó virulentamente contra el gobierno del Premier Mikulas Dzurinda, calificando su política económica y social de "irresponsable".

Gitanos protestan en Eslovaquia contra la política social del gobierno.Imagen: AP

Eslovaquia es sacudida estos días por crisis internas de tal envergadura, que el ingreso del país a la Unión Europea (UE), el 1 de mayo, casi ha pasado al olvido. Las fuertes disputas en el seno de la coalición de gobierno, la inquietud entre los 400.000 gitanos que viven sobre todo en el este del país y crecientes tensiones sociales son los temas dominantes en la calle.

Reformas radicales

Una alta desocupación (17%), pobreza creciente y radicales reformas impositivas y sociales han llevado al país al borde del colapso. Ivan Miklos, el ministro de Finanzas, dispuso que a partir del año próximo, en Eslovaquia rija una sola tasa impositiva, del 19%, tanto para las ganancias como los ingresos y el valor agregado.

Construcción de una autopista en Eslovaquia.Imagen: DW

Si bien el Parlamento aún debe dar luz verde a la reforma impositiva, cada vez más inversionistas, incluso del Extremo Oriente, traen ya dinero al país. Hasta la empresa Embraco, de Brasil, abrió una fábrica en Poprad, con 1.800 trabajadores, para producir partes de refrigeradores para el consorcio norteamericano Whirlpool.

Una política furibunda

Pero el gobierno liberal-conservador no se ha contentado con llevar a la práctica la reforma impositiva más furibunda de Europa, sino que también ha dado comienzo a radicales cambios en los sistemas de jubilaciones, salud, educación e incluso en la justicia.

Cuánto tiempo aún los eslovacos estarán dispuestos a tolerar las consecuencias de las reformas, nadie lo sabe. El gobierno no ha ganado justamente popularidad en los últimos tiempos. Por ello, para los liberales y conservadores fue importante realizar los ajustes a comienzos del periodo de gobierno de cuatro años. Con suerte, cuando tengan lugar las próximas elecciones parlamentarias podrán recoger los frutos de esta política, si es que los trae.

FMI: basta ya

Las reformas han sido tan radicales, que entretanto hasta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial advierten de las consecuencias y aconsejan disminuir el ritmo de las transformaciones, por temor a las tensiones sociales. La oposición exige la dimisión del ministro de Finanzas, los sindicatos amenazan con ir a la huelga y la población se queja de aumentos de precios, tasas y contribuciones.

Once años después de la separación de lo que hoy es la República Checa, los eslovacos ingresan a la UE con muchos preocupaciones, pero conscientes de que "no hay otra opción". Al fin y al cabo, en el referéndum acerca del ingreso, en mayo de 2003, el 92% de los eslovacos votaron por el "sí". Tampoco ninguno de los 140 diputados del Parlamento, en Bratislava, la capital, se ha manifestado en contra del ingreso. "Nos va tan mal, que sólo nos puede ir mejor", dice la mayoría de los eslovacos.

Casco urbano antiguo de Bratislava.Imagen: AP

El "mal menor"

La victoria de Gasparovic, que muchos ven como "el mal menor" entre los candidatos a presidente, no calmará justamente al país. Antes de las elecciones, que se decidieron por balotaje, a Gasparovic nadie le daba posibilidades serias. Pero el candidato fue eliminando competidores, para terminar finalmente como jefe de Estado.

Gasparovic es apoyado por algunos minúsculos grupos de extrema derecha y sobre todo por el movimiento populista de izquierda "Smer" ("Dirección"), liderado por el ex comunista Robert Fico. La victoria de Gasparovic, que asumirá la presidencia el 15 de junio, es agua para el molino de Fico, que exige nuevas elecciones parlamentarias y quiere abolir las reformas del gobierno.

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