Tras el acuerdo sobre política de inmigración entre la CDU de Merkel y su partido hermano de Baviera, la CSU, la Comisión de la UE alabó lo pactado, mientras la organización Pro Asyl se mostró espantada.
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Si se da crédito a lo que dicen sus líderes, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Cristianosocial (CSU) superaron la pugna sobre política de inmigración que arrastraban desde la "crisis de los refugiados” de 2015. Cuán solido es el acuerdo se verá más adelante, en las negociaciones para formar coalición de gobierno con liberales y verdes.
Según lo acordado, la cantidad de personas que llegan a Alemania en busca de asilo o de trabajo, no debería superar los 200.000 al año. Merkel señaló que había reflexionado largamente sobe cómo conjugar los deseos de la CSU de poner un tope a la acogida, con su propia postura, ya que para ella es "muy importante” garantizar el derecho fundamental al asilo. Un derecho que no admite limitaciones.
El jefe de la CSU, Horst Seehorfer, destacó por su parte que lo principal no era la terminología, sino el contenido del acuerdo. Y mencionó un pasaje sobre la voluntad de reducir sostenidamente la cantidad de personas que llegan al país como refugiados.
Pero Merkel dejó en claro que no habrá un límite férreo a la entrada de refugiados. Indicó que si la cifra de 200.000 personas al año es rebasada debido a situaciones imponderables, internacionales o nacionales, el Gobierno y el Parlamento corregirán dicha meta.
Tanto Merkel como Seehofer se mostraron convencidos de que en adelante funcionará mejor y más rápidamente el envío a sus respectivos países de aquellas personas cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas.
Loas y críticas
La reacción al acuerdo fue dispar. Un portavoz de la Comisión Europea calificó de "extremadamente positivo” el hecho de que un país que ya ha recibido a más de un millón de refugiados esté dispuesto a dar la bienvenida a otras 200.000 personas al año. Sin embargo, no quiso evaluar el acuerdo jurídicamente, recordando que todavía no se trata de una política oficial del gobierno.
En el Vaticano, el Papa Francisco se refirió al tema de la migración en una audiencia privada con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. El jefe de Estado alemán señaló que el Pontífice había manifestado su respeto por la forma en que Alemania asumió su responsabilidad ante la crisis de los refugiados. Y agregó que había expresado también "su esperanza de que Alemania no dé la espalda a un problema que nos seguirá acompañando”.
Otro fue el tenor de la reacción de la organización Pro Asyl, que habló de un "regateo indigno”. Según su gerente, Günter Burkhardt, se presentó a la opinión pública "una solución reñida con los derechos humanos”, que les permitió a los políticos no perder la cara, a costa de quienes necesitan protección.
Autor: Marcel Fürstenau (ERS/VT)
El destino de los refugiados: huir hacia una vida incierta
Las imágenes de las grandes masas de refugiados de camino hacia Europa en 2015 y 2016 dieron la vuelta al mundo. Nunca se había documentado de forma tan amplia el sufrimiento que implica el proceso de la huida.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
El objetivo principal: sobrevivir
Un viaje vinculado a las penurias y a los peligros para el cuerpo y el alma: huyendo de la guerra y la miseria, más de un millón de personas, sobre todo de Siria, se pusieron en camino en 2015 y 2016 hacia Turquía y Grecia. En las islas de Lesbos, Quíos y Samos todavía aguantan más de 10.000 personas en los campamentos. Desde enero hasta mayo de 2017, llegaron más de 6.000 nuevos refugiados.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
A pie hacia Europa
Millones de personas intentaron llegar en 2015 y 2016 a Europa Occidental desde Grecia o Turquía siguiendo a pie la ruta de los Balcanes a través de Macedonia, Serbia y Hungría. Las masas de gente disminuyeron cuando se canceló oficialmente esta ruta y muchos países cerraron sus fronteras. Hoy, la mayoría de los refugiados llega a través de otra ruta muy peligrosa, de Libia a Europa por mar.
Imagen: Getty Images/J. Mitchell
Conmoción mundial
La imagen del niño de tres años, Aylan Kurdi, muerto en una playa turca dio la vuelta al mundo, causando una gran conmoción. Las imágenes de dicha tragedia se hicieron virales y se convierton en el símbolo de la crisis de los refugiados sirios. Europa no debe mirar hacia otro lado, era el mensaje que aparecía en las redes sociales.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/DHA
Caos y desesperación
Avalancha en el último minuto. Muchos sabían que su única vía de escape a través de Europa ya no estaba abierta, así que miles de personas intentaron desesperadas tomar trenes y buses abarrotados en Croacia. Unos días más tarde, Hungría también cerró sus fronteras. Al mismo tiempo, adecuaron contenedores, para que los refugiados pudieran quedarse hasta que llevasen a cabo su proceso de asilo.
Imagen: Getty Images/J. J. Mitchell
Ataques contra los refugiados
La irritación de la opinión pública fue enorme cuando una camarógrafa húngara puso una zancadilla a un hombre con su hijo en brazos, que intentaba cruzar un bloqueo principal en Röszke, Hungría, cerca de la frontera. En uno de los momentos más críticos de la crisis de los refugiados, en Alemania también aumentaron los altercados y ataques contra los refugiados.
Imagen: Reuters/M. Djurica
Fronteras cerradas
Cuando se cerró la ruta de los Balcanes en marzo de 2016, se produjeron muchos tumultos en las zonas froterizas. Miles de refugiados se quedaron atascados y la policía reaccionó de forma ruda. Muchos intentaron, como estos refugiados cerca de la frontera entre Grecia y Macedonia, evitar las fronteras, que se habían cerrado hacía poco tiempo.
Un niño bañado en polvo y sangre. La foto de Omran en Alepo, de cinco años de edad, dejó a la opinión pública en estado de shock y se convirtió en el símbolo de la crueldad de la guerra civil siria y la miseria del pueblo sirio. Un año más tarde, la red mostró nuevas fotos del menor en buen estado de salud. Los seguidores de Al Assad criticaron entonces que la imagen se usó como propaganda.
Imagen: picture-alliance/dpa/Aleppo Media Center
Incertidumbre en la nueva patria
Un hombre sirio carga a su hija, bajo la lluvia, en la frontera griego-macedonia, cerca de Idomeni. Espera encontrar seguridad para su familia en Europa. Según el Reglamento de Dublín, las solicitudes de asilo se deben procesar en el país de llegada de la UE. Muchos tuvieron que regresar al país de llegada. Grecia e Italia están sobre todo superados por la cantidad de solicitudes de asilo.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Esperando el apoyo de Alemania
Alemania es el país de destino número uno de los refugiados, aunque su política de refugiados y de asilo se haya vuelto más restrictiva debido al gran flujo de inmigrantes. En Europa, ningún país ha acogido a tantos refugiados como Alemania: 1,2 millones. La canciller Angela Merkel se convirtió en un ícono para muchos de ellos.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Hoppe
Estado de emergencia en los campamentos de acogida
El campamento de acogida de refugiados en el norte de Francia, en Calais, fue desalojado. El lugar se incendió y las cerca de 6.500 personas tuvieron que ser evacuadas y ubicadas en otros centros. Medio año más tarde, los informes de organizaciones humanitarias aseguran que muchos menores siguen merodeando y viviendo en los alrededores de Calais.
Imagen: picture-alliance/dpa/E. Laurent
Ahogados en el Mar Mediterráneo
Las embarcaciones de salvamento marítimo civiles y estatales no paran. A pesar del peligro extremo que pueden correr sus vidas, muchos refugiados huyen de la pobreza o de la guerra en sus países con la esperanza de tener un futuro mejor en Europa. Solo en 2017, 1.800 personas han perecido en el viaje. En 2016, 5.000.
Imagen: picture alliance/AP Photo/E. Morenatti
Sin ley en Libia
Cientos de miles de refugiados del África subsahariana y de Oriente Próximo esperan en los campamentos de Libia para poder cruzar a Europa por mar. La situación en dichos campamentos es catastrófica, advierten las organizaciones humanitarias. Hay testigos que hablan de esclavitud y prostitución forzada. Y a pesar de todo, no dejan de soñar con Europa.
Imagen: Narciso Contreras, courtesy by Fondation Carmignac