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Historias de refugiados venezolanos en Alemania (I)

Ricardo Rojas-Rondón
8 de noviembre de 2018

¿Sabía que en Alemania también hay refugiados venezolanos? Un periodista, una agente de policía y un activista político cuentan sus experiencias a DW. Aquí, la primera de estas tres historias.

Venezolanische Flüchtlinge in Deutschland
Imagen: DW

Según la Oficina Federal de Migración y Refugiados de Alemania (BAMF), actualmente hay 6.131 venezolanos residiendo en en el país germano. De ellos, 268 solicitaron refugio entre enero y septiembre de este año. La cifra coloca a Venezuela como el país americano con más  solicitudes de asilo en Alemania, tres veces más que Colombia, que tiene 88, y Cuba, con 78. Otro dato que contrasta considerablemente es que en este periodo le concedieron estatus de refugiado a 39 venezolanos, mientras que el país que le sigue más de cerca en solicitudes aceptadas en este renglón es Nicaragua, con 6. La BAMF indica que las solicitudes de refugio para ciudadanos venezolanos se procesan en los estados federados de Sajonia y Renania del Norte-Westfalia. Todos los venezolanos refugiados que DW consultó afirmaron que la gran mayoría son finalmente asignados a refugios en Sajonia.

Un día de 2014, mientras esperaba un autobús en Caracas, Daniel fue atacado con un bate de béisbol. Los violentos golpes en la cabeza le provocaron una fisura en el cráneo, lesiones en la nariz y fracturas en la dentadura. En otra oportunidad fue casi atropellado por un automóvil al salir de su casa. "Todos en Venezuela sabemos que ese tipo de vehículos pertenecen normalmente a funcionarios del régimen y de seguridad, vehículos sin placas”, explica a DW.

Daniel habla con mucha soltura y confianza. Es periodista. Conducía un programa en Radio Caracas Radio, "la única emisora que mantiene ciertos estándares de libertad en su programación sin plegarse al régimen" venezolano, como él mismo comenta. La cobertura que la emisora hizo de las masivas protestas en contra del Gobierno del presidente Nicolás Maduro en 2014 y 2017 con activa participación de los ciudadanos, los pusieron "en el ojo del huracán”, apunta.

En octubre de 2017, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) abrió un "procedimiento administrativo sancionatorio” contra la estación por no transmitir un mensaje del Gobierno, lo que para el ente suponía una violación de la ley. "Nos acusaron de instigación a delinquir, instigación al odio, desconocimiento de autoridades legítimamente constituidas y toda una serie de delitos políticos que, según la ‘ley contra el odio', correspondía que nosotros fuéramos condenados a entre 10 y 20 años de cárcel”, detalla. "Me lanzaron una campaña feroz a través de los medios del aparato de comunicaciones del régimen en la que se me criminalizaba y exponía como enemigo del pueblo y como agente del imperio”.

Sin embargo, el venezolano de 38 años aclara que su trabajo periodístico no se enfoca solo en críticas hacia el Gobierno, sino también hacia la oposición. "Te odia el régimen y te odia la oposición”, dice. "No sé si fue un opositor el que me atacó”.

En 2017, Lara Farías recibió una beca para participar en Israel en un curso de periodismo en zonas de conflicto. "Me fui con dos maletas sabiendo que no iba a regresar”, refiere. Una vez en Israel, comenzó a evaluar sus opciones. "Necesitaba irme a un país donde pudiese obtener protección del Estado y no fuese blanco de atentados y persecuciones”. Por la recomendación de allegados que conocían mejor los procesos de solicitud de asilo y luego de estudiar la posibilidad, decidió tomar un avión a Alemania. 

Alemania, país de oportunidades "para quien trabaje por tenerlas”

Daniel tiene más cosas positivas que negativas que decir sobre su experiencia como refugiado y asilado político en el país europeo. Luego de presentarse en un centro de asilo en Berlín, fue enviado a la ciudad de Leipzig, en el estado federado de Sajonia, donde según el periodista envían a los venezolanos que solicitan refugio en Alemania, en específico, a ciudades como la misma Leipzig, Chemnitz, y localidades como Dölzig. Estuvo seis meses en un centro de primera acogida, donde le concedieron los estatus de refugiado y asilado político. Finalmente fue reubicado en un apartamento en Leipzig, donde residirá mientras dure su medida de protección de 3 años, algo que el periodista resalta fue posible gracias a la asistencia que recibió de la organización RosaLinde, encargada de defender los derechos de la comunidad LGTB, a la cual pertenece; y de la ONG Infobus, avocada a la defensa de inmigrantes. "La recomendación de RosaLinde es que la población LGTB no sea sacada de Leipzig y ellos se encargan de que así sea”, explica. La razón es que los miembros de la comunidad LGTB no sean enviados a localidades "donde normalmente el tema de la discriminación es más complicada”, detalla.

Campo de refugiados en Dölzig, Sajonia.Imagen: DW

"El proceso en Alemania me pareció sumamente expedito, comparado con España y Estados Unidos. Aquí hay un sistema que permite que las cosas avancen de una forma distinta”. El hombre explica que asumió el compromiso de aprender alemán con la agencia de empleo para poder emprender estudios de doctorado. Mientras tanto, no se le permite trabajar y debe vivir con la ayuda financiera del Estado. Esto para él fue una situación incómoda porque no quería ser "un mantenido”, quería trabajar. Pero la preocupación se disipó rápidamente cuando la agencia le explicó que debía ver la asistencia como una beca para estudiar el idioma y no como una simple manutención. "Los funcionarios se sorprenden mucho con los refugiados y asilados venezolanos porque normalmente quieren trabajar y no depender del Estado, y eso no es común”, dice.

Sajonia, cuna del partido nacionalista de derecha AfD, ha saltado a la palestra como un bastión antiinmigración en Alemania por el auge de movimientos neonazis y xenófobos. En agosto pasado, un hombre cubano-alemán de 35 años murió apuñalado en una pelea en Chemnitz, presuntamente a manos de un sirio y un iraquí, lo que desató multitudinarias protestas xenófobas en varias localidades. ¿Es seguro entonces para cualquier refugiado vivir en Sajonia? Lara Farías manifiesta que sí, y que precisamente la seguridad es la mayor ventaja de vivir en Alemania que más agradece. "Conozco Leipzig, Dresde, Görlitz, tengo amigos en Chemnitz, Borna, Zwickau, y todos pensamos lo mismo: hay un estereotipo del alemán de que puede ser antipático y no muy abierto, que no son el tipo de vecinos a los que los latinos estamos acostumbrados, pero aquí hay una comprensión del inmigrante y siento que me tratan como un ciudadano, más allá de mi nacionalidad”, explica, "este es un país donde hay oportunidades al alcance para quien quiera trabajar para tenerlas”.

"No es lógico darle asilo a un delincuente”

Sin embargo, no todo es positivo. Las constantes riñas entre residentes del refugio, la presencia de pequeñas "mafias”, el acoso a mujeres y el hecho de que los niños no vayan a la escuela, son considerados por Lara Farías como los aspectos que necesitan consideración. "Siento que no se hace lo suficiente para atender a la población infantil, un niño puede pasar todo el tiempo encerrado en un refugio, no hay actividades para ellos”, enfatiza. Cuenta que una vez un hombre intentó entrar a la habitación de una venezolana y un compatriota intervino en su defensa. "Lo sacó a golpes”, relata. Posteriormente, el mismo hombre atacó a otra venezolana, apunta. "Eso suma estrés a una situación que ya es estresante, podría tratarse mejor”, observa. Sostiene, además, que "una persona que esté vendiendo drogas en un refugio, golpeando a su mujer o acosando mujeres” no merece recibir el beneficio del refugio, "no es lógico darle asilo a un delincuente”.

Al mismo tiempo, el periodista advierte sobre las presencia de "policías y militares que alegan ser perseguidos del régimen”, cuyas historias pide que sean verificadas para que entre ellos "no haya represores y torturadores”. Daniel deja claro que hace este llamado de alerta no solo por su propia seguridad, sino también la de Alemania y la comunidad venezolana en el país. "Que los represores y corruptos venezolanos no sientan que Alemania puede ser un país seguro para ellos venir y quedar impunes”, acota.  

A pesar de los elementos a mejorar, Daniel dice de forma tajante que está satisfecho de vivir en Alemania. "Siento que el proceso de integración en Alemania está muy bien estructurado, está hecho para que, de alguna manera, las personas lo puedan aprovechar, aunque para otras nacionalidades puede ser más difícil”.

"No veo que regrese a Venezuela en el corto plazo. Si no volver allá significa quedarme aquí, para mí no es un tragedia, porque me siento muy bien aquí. Se pueden hacer cosas muy interesantes que de alguna manera pueden llenar el vacío que significa para uno estar fuera de su país”, concluye.

(CP)

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Buscando la libertad en Alemania

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