En la película "Náufrago", un balón de voleibol llamado "Wilson" se convierte en el único compañero de Tom Hanks. Un grupo de refugiados venezolanos bautizaron un coco con ese mismo nombre. Y todos llegaron al Perú.
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Su amuleto de la suerte lo recibió Carlos Alberto Jiménez ya en Colombia. Cuando el hombre, de 28 años, llegó a la ciudad fronteriza de Cúcuta en su huida de su Venezuela natal, un amigo le dio un saco de cocos para vender en la calle. Vendió todos menos uno al que llamó 'Wilson'. "Pensé en ese momento en la película de Tom Hanks porque estaba en una situación similar", dice el venezolano, que acaba de llegar a la ciudad fronteriza peruana de Tumbes con su coco.
En la película 'Náufrago', Tom Hanks, que interpreta a Chuck Noland, se queda varado después de un accidente aéreo en una isla desierta. Su única compañía es un muñeco hecho de una pelota de voleibol, al que llama "Wilson". Un amigo alto limitado, pero al que dar conversación en momentos difíciles. El Wilson de Jiménez ha hecho lo mismo, dice, durante las dos semanas de caminata desde Cúcuta a Tumbes. "¡Con la única diferencia de que nuestro 'Wilson' no es un balón sino un coco!".
Muchos venezolanos huyen en grupo
"Wilson" se ha convertido en el amuleto de la suerte de ocho refugiados venezolanos. De Cúcuta partieron tres y se les unieron otros dos en su siguiente parada en Colombia: Bucaramanga. Muchos venezolanos van en grupo. El sufrimiento compartido es menos sufrimiento. Además, es mucho más seguro así. "Elegimos a los que nos acompañan con mucho cuidado", explica Jiménez. "Solo queríamos gente buena con nosotros".
El grupo de refugiados de Jiménez incluye a dos mujeres. "Siempre buscamos no caminar demasiado seguido y parar a descansar; además ellas consiguen más comida que nosotros". El viaje debe continuar hasta Lima, otros mil kilómetros. Con la ayuda de "Wilson" y también "de arriba", dice Jiménez. "Cada noche nos sentamos, rezamos a Dios y decidimos a qué hora nos levantaremos y a qué ciudad iremos al día siguiente".
"Wilson" es también un diario de viaje
Todas las estaciones se graban meticulosamente en el coco, así como los números de teléfono de las personas que va encontrando el grupo en su periplo. "Tom Hanks tiene que luchar en la película todos los días para sobrevivir, y nosotros también", dice Jiménez, que en Venezuela, donde dejó atrás a su esposa y sus tres hijos, reparaba sistemas de aire acondicionado. "Además, 'Wilson' hace que Hanks siempre piense en positivo y no se dé por vencido. Nosotros lo haremos también: si uno de los miembros de nuestro grupo se desanima, lo animamos de nuevo".
Jiménez y sus compañeros han pasado frío en el Páramo, la meseta colombiana, y se han empapado bajo la constante lluvia. En el Machala ecuatoriano tuvieron que marchar bajo el calor abrasador hasta casi caer desmayados. También han llegado a escuchar que les digan que deberían largarse a su país de vuelta. Sin embargo, el venezolano no ha lamentado su marcha en ningún momento. "Este viaje es, de alguna manera, pura adrenalina: lo haría una y otra vez".
Un regalo en lima
En la película 'Náufrago', la balsa en la que Tom Hanks quiere salvarse se hunde lentamente. Hanks también acaba perdiendo a "Wilson" y llora con amargura la pérdida de su compañero. A los refugiados venezolanos casi les pasó algo similar. "En un camión lleno de vacas, en el que viajamos durante dos horas, casi perdimos a 'Wilson' porque el coco se cayó del vehículo".
Jiménez está seguro de que los ocho, junto con 'Wilson', llegarán a Lima ilesos. Un miembro del grupo se encontrará allí con su esposa y su bebé recién nacido, a quien todavía ha conocido. El coco será el mejor regalo para su hijo.
(lgc/ms)
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El drama diario en Cúcuta
3,4 millones de venezolanos han dejado ya sus hogares debido a la crisis humanitaria y cada día son más. Para muchos, la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta es la primera escala rumbo a un futuro incierto.
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El puente como símbolo del conflicto
El "Puente Internacional Simón Bolívar" se hizo conocido en el mundo cuando el autoproclamado presidente venezolano, Juan Guaidó, intentó liderar el transporte de ayuda humanitaria procedente de EE. UU. desde Colombia hacia Venezuela. El presidente Nicolás Maduro ordenó cerrar el puente, en la parte venezolana, por considerar que ese acto respondía a intereses políticos. El puente sigue cerrado.
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Bienvenidos a Colombia
Sin embargo, hay excepciones: gente mayor de 55 años, madres con niños, estudiantes y discapacitados pueden cruzar el puente en dirección a Colombia. Entre ellos, hay jubilados que abandonan su país a una edad avanzada. Madres que vacunan a sus hijos en Colombia, y niños que van allí a la escuela. Casi todos necesitan medicamentos y comida caliente.
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Las peligrosas trochas
Para los que no pueden usar el puente Simón Bolívar de forma legal, las trochas son la única esperanza. Son caminos ilegales fronterizos, que usan miles de personas diariamente. Quien decida usar estos inseguros senderos, corre un gran riesgo. Los llamados "colectivos", gruposde matones armados, exigen dinero para poder cruzar la frontera. Quien no pague, puede ser víctima de violencia.
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Ejército colombiano superado por la situación
El Ejército colombiano solo puede proteger a los venezolanos cuando hayan traspasado la frontera colombiana. Sobre todo para las mujeres, el camino a través de las trochas es mucho más que una tortura. La violencia sexual acecha en cada esquina.
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Venezuela y Colombia son países amigos
La Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas evoca la amistad entre los países vecinos, pero es casi innecesario. En Colombia, la gente no ha olvidado los tiempos del conflicto interno, cuando miles de personas emigraron a Venezuela y probaron suerte allí. Ahora, dicen muchos colombianos, es la hora de devolver esa ayuda.
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Cola ante las autoridades migratorias
Colombia, que durante décadas fue un país acostumbrado a emigrar, tuvo que adaptarse en poco tiempo a recibir muchos migrantes de Venezuela. El puente Simón Bolívar es uno de los siete pasos fronterizos oficiales entre Colombia y Venezuela. Justo en el puente se halla la oficina de control migratorio.
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Animar a llevar una nueva vida
Quien haya solucionado los temas burocráticos, será recibido por la Cruz Roja y el servicio de ayuda a refugiados de las Naciones Unidas. Aquí se presta la atención médica más urgente y se informa a los recién llegados sobre sus derechos. Muchos de los venezolanos desconocen la información, dicen los responsables de ACNUR.
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Iglesia abre sus puertas como comedor
La primera pregunta de los refugiados es casi siempre dónde pueden comer algo. Las organizaciones los envían a la Diócesis de Cúcuta, donde se creó en poco tiempo un comedor en el que pueden desayunar y almorzar. Pero solo atiende a gente mayor, discapacitados, mujeres y menores de edad.
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Apoyo de todo el mundo
Voluntarios llegados de todo el mundo, incluso de Italia, cocinan, limpian y friegan. 200 ayudantes colaboran en la Diócesis de Cúcuta. 120 son necesarios para que el comedor funcione. La mayoría de los voluntarios son venezolanos que llegaron hace tiempo a Colombia y quieren apoyar a sus compatriotas.
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El ultramaratón hacia Bucaramanga
Los primeros que huyeron de Venezuela lo hicieron en avión, la clase alta. La segunda oleada de venezolanos llegó a Colombia en bus. Ahora, los más pobres y débiles llegan a pie. Y siguen su camino porque no todos pueden permanecer en Cúcuta. En la Cruz Roja reciben información sobre la ruta hacia Bucaramanga: cinco horas en auto... pero, ¿a pie?
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La esperanza del retorno
Algunos venezolanos no sobreviven ese periplo, ya que subestiman el esfuerzo requerido y el frío imperante en las montañas de Colombia, a 3.000 metros de altura. Los mensajes dejados en Los Patios, cerca de Cúcuta, dan cuenta del sentir de muchos. Todos los que plasmaron aquí su huella manifiestan la voluntad de regresar algún día a su patria.