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Regreso estratégico del ejército ruso a Cuba

18 de octubre de 2016

Para la mayoría de los analistas, un retorno de las bases militares o de espionaje ruso a la isla es un peligro real para la continuidad de la normalización de relaciones entre los gobiernos de La Habana y Washington.

Putin, de visita en Cuba, en 2014.
Putin, de visita en Cuba, en 2014.Imagen: picture-alliance/dpa

El levantamiento del bloqueo y la devolución a Cuba del territorio de la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo siguen siendo las exigencias principales del gobierno de Raúl Castro para la normalización total de las relaciones. Entonces, ¿no es consciente Raúl de que las negociaciones con Rusia para que la isla vuelva a tener bases militares y de espionaje son un obstáculo para que los halcones de Estados Unidos, el enemigo histórico de Moscú, decidan abandonar ese emplazamiento militar, que es una de sus posiciones más valiosas en América Latina?

Raúl Castro y su hijo Alejandro Castro Espín, que es quien lleva hoy las riendas de ese poderoso entramado de negocios y juegos con la geopolítica en la isla, continúan en una táctica que, hasta el presente, les sigue dando resultados: no ceder ni un ápice ni a Estados Unidos ni a Europa. Como ha dicho en una reciente entrevista el posible sucesor de Raúl, Miguel Díaz Canel, es época de recoger sin ceder, pues "el enemigo, derrotado en su absurda estrategia de la presión, tendrá que seguir cediendo para conseguir el objetivo de desestabilizar la Revolución con estas nuevas estrategias de fingir ser más diplomáticos".

Esa realidad, que no quieren ver ni los asesores de la Casa Blanca ni los de la Unión Europea, la dejó clara hace unos años el propio Fidel Castro cuando le confesó a un periodista que la prepotencia de los norteamericanos y los europeos en sus intentos de derrotar a la Revolución los convertía en "ridículos payasos de la política" y que el verdadero triunfo de Cuba era haber puesto a esos enemigos el traje que se merecían, el de payasos.

Un aliado conveniente

En momentos en que peligra y se hace cada vez menos útil la generosa ayuda venezolana, La Habana da pasos muy visibles y concretos en la búsqueda de otro salvador: quien no vea esos movimientos, es ciego. En ese contexto, Rusia es el aliado más viable, pues los Castro saben que esa alianza vendrá acompañada de petróleo, que el país necesita cada vez más desesperadamente, y de un reforzamiento táctico del poderío militar cubano en la región y a nivel internacional, que sufrió una demoledora derrota en el 2001 con la salida de las tropas rusas de los puertos de La Habana y Cienfuegos, la suspensión (aún no se sabe si temporal o definitiva) de la base de submarinos nucleares rusos en Cienfuegos y el cierre de la importante base de espionaje de Lourdes, que permitía interceptar los datos de radio en casi todo el territorio del país norteamericano.

Cuba quiere la devolución del área de la base de Guantánamo.Imagen: picture-alliance/dpa

La prensa rusa se pregunta si las intenciones del Kremlin son reinstaurar una unidad naval o una base de espionaje, que es la opción más útil para los estrategas militares rusos. No podría ser ya en las antiguas instalaciones de Lourdes, pues ahora allí se encuentra la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), punto vital del gobierno en su lucha contra lo que llaman "ataques enemigos del ciberespacio contra la Revolución". Pero en mayo del 2014, el coronel Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro, firmó un acuerdo de cooperación y trabajo conjunto entre el Consejo de Seguridad de la Federación Rusa y el Consejo de Defensa Nacional de Cuba. Y, exactamente un año después, en mayo de 2015, Serguei Narishkin, el actual jefe del espionaje ruso, tras una visita a Cuba, propuso a Raúl Castro que el país se incorporara a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la agrupación militar que une a las exrepúblicas soviéticas en el ámbito militar y político.

Nuevas realidades

Ahora, justamente cuando la política de Obama provocó un cambio de estrategia a nivel internacional en relación con Cuba, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, asegura que hay que adaptarse a las nuevas situaciones de conflicto en la realidad internacional. Así, por sólo mencionar algunas de esas "zonas de conflictos", Rusia tiene ya dos bases militares en Siria, y trabaja rápidamente en la reconversión de la unidad de apoyo logístico de Tartus en una base naval permanente, además de la base aérea que desde agosto de 2015 posee en Latakia. En Asia, otra zona de interés para el Kremlin, existe un acuerdo del 2013 para el uso conjunto de unidades de abastecimiento en Cam Ranh, desde donde Aviones Il-78 y Tu-95MC patrullan la región.

Reabrir la base de espionaje en Cuba no significa solamente el posible regreso de las tropas rusas a la isla; no sólo podría conceder a Putin un nuevo punto para sus armas nucleares devolviéndole alguna base naval, quizás la misma de submarinos nucleares en Cienfuegos, sino también le permitiría dar un primer paso, estratégicamente esencial, para lograr una mayor influencia rusa en América Latina.

Autor: Amir Valle

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