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Repensar el acuerdo UE-Mercosur: el atractivo de un Plan B

10 de noviembre de 2023

La posibilidad de que Milei llegue al poder en Argentina causa la inquietud pudiera implementar sus ideas de disolver el Mercosur y dinamitar así el acuerdo logrado hasta la fecha.

El próximo cambio de gobierno en Argentina plantea incógnitas al Mercosur.Imagen: NELSON ALMEIDA/AFP/Getty Images

En junio de 2019, el entonces el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, festejó la firma del acuerdo entre la UE y Mercosur como un "momento histórico", justamente en la cumbre del G20en Japón. Con la firma se crearía una de las mayores zonas de libre comercio en el mundo, con 700 millones de consumidores. Pero desde entonces los planes de ratificación se han estancado. La elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil había despertado gran inquietud en Europa en tanto se temía que no se fueran a respetar los criterios de sostenibilidad en la Amazonía. Con el regreso de Lula da Silva como presidente de Brasil volvieron a nacer las esperanzas de una pronta ratificación, pero su gobierno insiste en renegociar las normas establecidas por la UE para evitar la deforestación. Ahora se aspira tener un documento final antes del 19 de noviembre, fecha de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. Este apuro se relaciona conla transición de poder en Argentina que pudiera entorpecer las expectativas de llevar a término un proceso negociador de dos décadas. Como expuso el ministro brasileño Haddad, alcanzar el acuerdo antes de una eventual llegada de Javier Milei al poder sería un "antídoto contra medidas que pueden desorganizar la región”.

Javier Milei y el Mercosur

La inquietud que despierta la posible llegada al poder del candidato libertario Javier Mileies que pudiera implementar sus ideas proclamadas, entre ellas la de disolver el Mercosur y dinamitar así el acuerdo logrado hasta la fecha, ya que lo considera "una unión aduanera defectuosa que perjudica a los argentinos de bien”. Tal situación pondría en jaque también a la UE que siempre ha mantenido el interés por llevar a buen puerto las negociaciones para subrayar su papel de potencia comercial a nivel mundial. A Milei, dicho sea de paso, tampoco le interesa la protección del clima. Aunque sus planes de ruptura estén alimentados por su excéntrica personalidad y las bravatas de su campaña electoral, en Uruguay también se discute sobre la posibilidad de abandonar el Mercosur. "No hemos tenido mucha suerte con los otros socios", dijo recientemente el Presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou. Es cierto que la principal prioridad de Uruguay es flexibilizar aquella regla del Mercosur que prohíbe los acuerdos con terceros países, la cual hasta la fecha ha sido defendida por los actuales gobiernos de Argentina y Brasil. Hay que admitir que la constitución interna del Mercosur es endeble: el Mercosur se fundó hace 32 años con el objetivo de crear una zona de libre comercio y un arancel exterior común, pero en la práctica se caracteriza por numerosas excepciones y está de facto plagado de agujeros. Como el Mercosur nunca llegó a convertirse en un acuerdo global y se quedó a medio camino, funciona como una precaria zona de libre comercio. Debido a esta debilidad interna, que podría agravarse con una posible elección de Milei, el acuerdo UE-Mercosur pareciera de gran importancia para mantener a raya a los cuatro socios sudamericanos del Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Si las negociaciones en Bruselas llegaran a fracasar, esto podría ser la sentencia de muerte para el Mercosur, una consecuencia que la UE quiere evitar a toda costa. Tal revés implicaría una pérdida de autoridad y de prestigio a nivel internacional, por lo cual muchos observadores tienen la esperanza de encontrar algún tipo de consenso, aunque sea a costo de una considerable pérdida de ambición y alcance del acuerdo.

Discrepancias europeas

Sin embargo, no sólo en Sudamérica hay resistencias al acuerdo. Los productos importados de la región sudamericana podrían ejercer una presión considerable sobre los productores europeos de carne y azúcar, y lo mismo cabe decir de los viticultores de Francia, Italia, Austria y España, ya que los competidores de Sudamérica no están sujetos a las estrictas normas impuestas por la UE en cuanto al uso de pesticidas o en cuanto al bienestar animal. Estos países han expresado las correspondientes reservas.

El Parlamento Europeo, por su parte, insiste en los requisitos de sostenibilidad previstos. Esto se refiere en particular a la aplicación de la ley de la UE sobre cadenas de suministro libres de deforestación, concebida como instrumento contra la deforestación del Amazonas y otras zonas forestales. En Sudamérica, la ley se considera una restricción de la soberanía nacional y un obstáculo para el acceso al mercado de los productos brasileños o argentinos. Aquí, la Comisión Europea siente la urgencia de no dejar fracasar el acuerdo por esta cuestión, tener en cuenta los intereses de los Estados miembro y lograr así facilitar la ratificación por las partes. La calificación de las reglas ambientales como "paternalismo” por parte del Presidente brasileño señala la distancia de posiciones, mientras que la UE tiene en la mira la influencia del agrobusiness en los gobiernos de América del Sur.

Pensar en un Plan B

Con las dinámicas centrífugas en el Mercosur -especialmente a la luz de una posible victoria electoral de Javier Milei- y la difícil situación de una aprobación en el entorno europeo crece la inquietud sobre la utilidad del acuerdo. Que este "dinosaurio de acuerdo”, que lleva negociándose más de 20 años, pueda contribuir entonces de forma relevante a reforzar la precaria situación del Mercosur es cuestionable, los impulsos al comercio birregional se consideran limitados. Ante este panorama tan sinuoso para la ratificación podría ser más recomendable renunciar -pese a los altos costos políticos- al rescate de este acuerdo obsoleto y pensar en alternativas. Se podrían tomar en consideración en su lugar acuerdos bilaterales individuales para profundizar más las relaciones con los cuatro Estados del Mercosur.

(ers)

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