Reportero en las calles de Caracas
26 de noviembre de 2006En el trabajo de Eligio Rojas una cosa está clara como el agua. El día no acaba sin que haya conseguido por lo menos una historia. Caracas nunca decepciona a un periodista en busca de sucesos. Las muertes, los tiroteos, los atracos, accidentes, son parte del trajín diario. Esta ciudad de seis millones de habitantes da de comer a innumerables reporteros. Las páginas de los periódicos están repletas de "noticias de sangre", como las llama Eligio.
Eligio trabaja para Últimas Noticias, el diario más vendido de Venezuela. Su especialidad son los temas judiciales, pero con frecuencia le toca ir a los barrios, allí donde están los cadáveres con el cráneo destrozado, tumbados en grotescas posiciones sobre charcos de sangre y aguas residuales. "Las fotos a veces son patéticas", dice Eligio. Según el alcalde de Chacao, un barrio de Caracas, entre 1998 y 2004 se contaron en la ciudad 90.027 asesinatos, casi tres veces más que en cinco años de guerra en Afganistán. Son, por cada 100.000 habitantes, 40 asesinatos. En Venezuela circulan más de siete millones de armas. De ellas, sólo 50.000 están registradas.
Oficina forense: primer destino
Eligio no se parece a lo que uno se imagina que es un reportero de sucesos. Nada de fumar compulsivamente, nada de histéricas llamadas telefónicas, nada de ojeras, nada de comida rápida. Eligio es alto, habla bajo, desprende serenidad y al trabajo se lleva una pulidísima manzana roja.
En el trabajo de Eligio hay más rutina de lo que pudiera pensarse. "Hay que ir al lugar en el que están las historias", afirma. Por eso John, el chófer, dirige al reportero en primer lugar al centro forense de Bello Monte. Aquí son trasladados los que fallecen violentamente en las calles de Caracas. En la oficina del forense, Eligio se encuentra con los colegas de otros medios. Los periodistas esperan a que lleguen los familiares de los muertos, pero no los asedian. "A veces nos acercamos sólo dos. Para preguntar lo que ha pasado", dice Sabrina, compañera del diario Panorama.
Después, los reporteros intercambian la información recaudada. Oficialmente la policía ya no da información. La oficina de prensa se cerró a cal y canto. La policía es una parte del problema. Los agentes están mal pagados y la corrupción inunda las comisarías. Por lo general, es la misma policía la que suministra las armas.
La violencia de ayer y hoy
La cosecha de hoy en la centro forense ha sido escasa. "Prácticamente, estamos sin noticias", se asombra Eligio. Jugando con una pistola, un estudiante se ha disparado en el ojo izquierdo. Está muerto. El tema da sólo para un par de líneas. Nada más. Pero corren rumores de que un accidente automovilístico ha provocado varias muertes.
Días como hoy son una excepción. A Bello Monte llegan con frecuencia más de 20 cuerpos sin vida en un fin de semana. "Petare es el barrio que está de moda", dice Eligio. 32 pandilleros jóvenes merodean por el lugar, robando, traficando y matándose los unos a los otros. La oposición calcula que el 60% de la población se siente insegura. Para el ministro del Interior es sólo el 35%. "Mi periódico hizo una encuesta. El resultado fue que el 90% de los venezolanos conocen a alguien que alguna vez ha sido víctima de un robo o algo por el estilo", asegura Eligio.
La oposición acusa al Gobierno de Chávez de haber fracasado en la lucha contra la criminalidad. "No sé si la violencia ha aumentado en comparación con años anteriores. Siempre ha existido. Y siempre hay periodos álgidos", opina Eligio.
Café y conversación extraoficial con el comisario
Puesto que de momento Petare es el centro de la violencia, Eligio y Sabrina deciden ir a la comisaría del barrio para nutrirse de algo de información extraoficial. Petare siempre da para una historia.
En el fondo de un tenebroso búnker uno puede encontrar a la policía de Petare. El comisario invita a los reporteros a tomar un café amargo en vaso de plástico. Repasa la lista de los agentes que están de servicio en el turno de noche. "Mañana celebramos los 50 años de nuestra existencia", murmura. Ha habido un par de tiroteos. Y un muerto. "Un chico de 14 años se cruzó en la línea de fuego y ha fallecido". Trágico, pero no da para tema de portada.
Eligio lo intenta de nuevo: “¿están llevando a cabo una acción policial?“. El aparcamiento de la policía está prácticamente vacío. Sólo hay dos motos estacionadas. El comisario baja la cabeza. Unas 120 familias tomaron un recinto del barrio a primeras horas de la mañana y ahora lo van a utilizar para asentar sus barracas de madera. Eligio no pierde más el tiempo.
Ya hay artículo de portada
Está claro. Esa es la historia del día. La polémica se cernía ya desde hacía tiempo sobre el terreno ocupado. En principio, estaba destinado a acoger los edificios de unos tribunales. Pero el proyecto se paralizó. La policía precintó el recinto. Sobre él se cierne constantemente la amenaza de invasión de los constructores de chozas. Con los reporteros son amables. “Hemos venido aquí para que el presidente Chávez nos dé casas”, dice uno de los “pobladores”. “Es nuestro derecho. Lo pone en la Constitución”, añade otro.
La gente proviene de diferentes partes del barrio Petare. Este tipo de acciones son frecuentes. La vivienda es escasa en todas partes. Para Eligio, lo que ahora sigue no es más que rutina: hacer entrevistas con los “ocupas”, con la policía… mientras el fotógrafo saca sus imágenes.
Ya hay artículo de portada. Esta vez, una historia sin sangre. Eligio se come su manzana. La jornada parecía ponerse difícil. Pero Eligio sabe bien, que al final del día siempre tiene una historia.