Restricciones a la prensa en visita del papa a Myanmar
26 de noviembre de 2017
Durante la visita de cuatro días que Francisco inicia este 27 de noviembre, las autoridades de Myanmar restringirán el acceso a la prensa. El destierro de la etnia rohinya ha causado la mayor crisis humanitaria del país.
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El sacerdote Mariano Naing, portavoz de la Iglesia católica local, precisó en un encuentro con periodistas que la prensa internacional no podrá acceder al aeropuerto de Rangún, la antigua capital birmana, para cubrir el lunes la llegada del pontífice.
Tampoco tendrá acceso a la ceremonia de bienvenida oficial que la líder birmana, Aung San Suu Kyi, ofrecerá el martes al papa en Naipyidó, al norte de Rangún y actual capital del país.
Las restricciones también incluyen el acceso a la reunión que el pontífice mantendrá ese día con líderes religiosos locales. Los medios oficiales birmanos son los únicos que cuentan con autorización para cubrir esos actos. Las autoridades birmanas han aducido "razones de seguridad" para justificar las restricciones, precisó Naing.
Crisis humanitaria tras destierro de etnia rohinya
La visita del papa Francisco a Birmania coincide con la crisis humanitaria provocada por la operación del Ejército local contra los rohinya en el estado de Rakáin, en el oeste del país y hogar tradicional de esa minoría musulmana.
La operación militar -que ha incluido desde fines de agosto la muerte de cientos de personas, violaciones múltiples, la quema de pueblos y cultivos, y el exterminio del ganado de esa comunidad-, ha obligado a más de 620.000 rohinyá a buscar refugio en Bangladesh.
El papa cumplirá en el vecino país la segunda y última etapa de su viaje por el continente asiático, que según algunos observadores tiene el objetivo de mediar en una crisis motivada por lo que la ONU ha calificado de una operación de "limpieza étnica de manual".
JOV (efe, AsiaTimes)
No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.