Riqueza del gas: ¿Desarrollo sostenible para la Amazonía?
6 de diciembre de 2018
A pesar de ser el distrito más rico de Perú, sus habitantes, mayoritariamente indígenas, viven en la pobreza. ¿Llegarán las ganancias del gas natural a la población? ¿Qué impactos pueden tener en su desarrollo?
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Creado hace poco más de dos años, el distrito de Megantoni, en el departamento del Cusco, Perú, presenta una curiosa paradoja. Recibe millonarios ingresos por concepto de canon o impuesto por la extracción del gas natural de la planta de Camisea, pero, al mismo tiempo, presenta preocupantes índices de deterioro sanitario y social.
Hasta julio de 2016, Megantoni era parte del distrito de Echarate, "que recibía todo el dinero por concepto de canon del gas y no lo usaba en Megantoni. La mayor parte era robada por alcaldes y autoridades corruptas”, dijo a DW el ingeniero agrónomo peruano y experto en temas medioambientales Marc Dourojeanni.
En los últimos diez años, esas regalías han reportado en promedio cerca de 500 millones de soles anuales (cerca de 147 millones de dólares). Se espera que el nuevo distrito perciba al menos 260 millones de soles (más de 76 millones de dólares).
Un informe del Ministerio de Salud de Perú revela la delicada situación sanitaria de la población nahua, uno de los grupos indígenas de la región: "La mortalidad en los niños nahua es extremadamente alta. El 47,92 por ciento de las muertes se concentró en el grupo de los menores de cinco años”. Las principales causas de mortalidad son infecciones respiratorias agudas, tos ferina, muerte neonatal precoz y enfermedades infecciosas intestinales. Ante la falta de hospitales, no es posible atender urgencias, y la evacuación de pacientes es larga y compleja.
Deuda con una población invisibilizada
"Entre otros problemas, hay una desnutrición infantil crónica de más del 70 por ciento en los menores de 11 años. Esa es una de las grandes encrucijadas: cómo un distrito que genera tanto dinero puede tener tan baja calidad de vida”, cuestionó, en entrevista con DW, Diego Saavedra, de la ONG peruana Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR).
Con la creación de este nuevo distrito, las autoridades locales deberían disponer por fin de recursos en beneficio de la población, estimada en unos 12.000 habitantes, la gran mayoría indígenas. Ubicado en el bajo Urubamba, tiene una superficie de poco más de un millón de hectáreas de selva prácticamente virgen, y es uno de los mayores repositorios mundiales de diversidad biológica.
El departamento del Cusco, donde se encuentra Megantoni, es más conocido por su parte andina y las ruinas incas, como Machu Picchu, pero lo cierto es que más de la mitad del territorio es amazónico. En opinión de Saavedra, ha habido "una invisibilización y silenciación acerca de la importancia de la Amazonía para la región del Cusco, lo que se manifiesta en políticas públicas, en su mayoría, enfocadas en la parte andina”.
A eso se suman obstáculos geográficos. Es un distrito sólo accesible por la peligrosa vía fluvial, o por avioneta, gracias a que existen algunos aeródromos. Una zona desconectada que, no obstante, ha enfrentado profundos procesos de transformación cultural en los últimos cien años, especialmente acelerados por el descubrimiento de los yacimientos de gas en los años 80 del siglo pasado, y luego por la construcción de la planta, a principios de este siglo. Actualmente, los diferentes lotes son operados por compañías transnacionales.
Ecosistema en alerta
"Este distrito se encuentra en estado muy natural, pues carece de carreteras, y su acceso por río es difícil. La única actividad económica, que no es muy perjudicial para el medioambiente, es la explotación de gas”, explicó Dourojeanni.
El transporte del gas a través de gasoductos y una serie de compromisos socioambientales han prevenido impactos en el medio ambiente. Con las empresas de gas también han llegado algunos avances, como inversión en infraestructura, electricidad, escuelas y postas. "Las características de ingeniería hacen de Camisea un proyecto emblemático, que no construye carreteras al interior del bosque, pero lleva más de 15 años y los impactos acumulativos se deben tomar en cuenta”, advierte, por su parte, Saavedra.
En cuanto a las modificaciones a nivel social, con la planta aparecieron por primera vez los efectos del trabajo asalariado y del consumo, afirma Saavedra. Y con ello, cambios profundos, como el abandono de actividades tradicionales, como la caza y la pesca, y el deterioro de la dieta.
Ya en los 80 se evidenciaron graves consecuencias. "Fue el primer contacto de poblaciones indígenas con grupos que trajeron la gripe y enfermedades respiratorias, con lo que falleció casi la mitad del pueblo Nahua, el cual está hoy en una grave situación de salud”.
El difícil acceso a Megantoni, en la cuenca del Urumbamba, ha mantenido este ecosistema prácticamente intacto. El millonario presupuesto que reciben las autoridades locales trae consigo oportunidades para el desarrollo, con la construcción de hospitales y escuelas, pero también riesgos para el medio ambiente y el patrimonio cultural de las comunidades indígenas, advierten los expertos.
De la riqueza al desarrollo sostenible
"El primer riesgo es que se construyan carreteras que atraviesen áreas naturales protegidas, como una forma de abaratar los altos costos de los productos de consumo”, alerta Saavedra. La construcción de carreteras puede "permitir la entrada de madereros, agricultores, cocaleros y cazadores profesionales. Seguramente los indígenas no van a saber administrar tanto dinero y van a caer en manos de los mismos corruptos que había en Echarate”, advierte Dourojeanni.
Saavedra alerta también sobre que "si se trata sólo de una demanda económica, de tener más recursos, esto puede traer, sin planificación, consecuencias graves para la zona. El propio entorno geográfico, este gran corredor de biodiversidad, cuestiona sobre qué se puede hacer y qué no en esta zona”.
El desafío y la oportunidad es "convertirse en un modelo de desarrollo sostenible, donde sociedad y patrimonio natural convivan armoniosamente”, propone Dourojeanni, quien sostiene que los ingresos por el gas debieran promover actividades económicas sostenibles a largo plazo. Saavedra coincide en cuanto a la necesidad de que se generen "las condiciones necesarias para actividades responsables con el medioambiente y con el entorno social y cultural”. Un debate indispensable para el futuro de Megantoni y la cuenca del Urumbamba.
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Parques colombianos: el otro legado de los Acuerdos de Paz
El descubrimiento de nuevas especies en zonas de los Andes, la Amazonía y regiones costeras del Pacífico y el Caribe de Colombia, que estuvieron aisladas durante casi medio siglo, abre el país al ecoturismo.
Imagen: Parques Nacionales
Colombia, campeona en biodiversidad
Colombia cuenta con 59 áreas naturales que pertenencen al Sistema de Parques Nacionales Naturales. Representan 142.682 kilómetros cuadrados de la superficie del país, de los cuales un 11,27% constituye el área continental y el 1,5% el área marina. Allí hay 311 tipos de ecosistemas continentales y costeros, entre los que están la Serranía de la Macarena (foto) y la Sierra Nevada de Santa Marta.
Imagen: PNN/C. Byfield
Concentración de riqueza
Solo en un 10 por ciento del territorio se concentra el 70 por ciento de la biodiversidad, debido a que cuenta con dos océanos y grandes áreas geográficas naturales, como la Amazonía, la Orinoquía, los Andes y los valles de los ríos Cauca y Magdalena. Así, se sitúa como el primer país en diversidad de aves (foto) y orquídeas y el segundo en variedad de plantas, anfibios, peces de río y mariposas.
Imagen: Parques Nacionales
Aumentando la biodiversidad, descubriendo nuevas especies
A la biodiversidad existente hay que agregarle la descubierta en territorios inaccesibles durante casi medio siglo debido al conflicto armado. En junio de 2016, el gobierno colombiano lanzó una iniciativa compuesta por una veintena de expediciones científicas que han permitido el hallazgo de nuevas especies. Los territorios explorados han sido zonas de los Andes y la Amazonía, entre otras.
Imagen: Felipe Villegas, Instituto Humboldt/Colombia Bio
Parques abiertos al ecoturismo
La Serranía del Parque del Chiribiquete (foto) formó parte de estas expediciones científicas, pero permanece cerrado al público al encontrarse habitado por pueblos indígenas incomunicados. De las 59 áreas protegidas 29 tienen vocación ecoturística y 23 están abiertas al ecoturismo. Se trata de una estrategia de conservación y gestión que también busca mejorar la vida de las comunidades locales.
Imagen: S. Winter
Observación de flora y fauna, una de las actividades principales del ecoturismo
Las comunidades ofrecen actividades como observación de fauna y flora silvestre, en el marco del Programa de Ecoturismo Comunitario. Esta iniciativa se lleva a cabo en 8 áreas protegidas: Corales del Rosario y San Bernardo, Iguaque, Utría, Otún Quimbaya, Cocuy, Chingaza (foto), Nevados y Cueva de los Guácharos, y en dos áreas protegidas de concesión de servicios ecoturísticos: Tayrona y Gorgona.
Imagen: Parques Nacionales
De la coca al ecoturismo
Colonizada a mitades del siglo XX por millares de campesinos expulsados de las zonas andinas, la Serranía de la Macarena ha convivido con la guerrilla, las Fuerzas Militares y los cultivos de coca, reúne formas de vida de cuatro regiones naturales: Orinoquía, Amazonía, los Andes y la Guyana. Asimismo, dentro del parque fluye el río Caño Cristales (foto), conocido como el río de los siete colores.
Imagen: PNN/C. Byfield
El atractivo de los corales colombianos
No obstante, el parque de los Corales del Rosario y San Bernardo atrajo a 939.081 visitantes en el segundo trimestre de este año. Ubicado en la costa Caribe de Colombia, comprende una amplia zona marina frente a las costas de los departamentos de Bolívar y Sucre, la formación de arrecife de coral (foto) más extensa y con mayor diversidad y desarrollo de la costa continental del Caribe colombiano.
Imagen: Parques Nacionales
Playas de arena blanca y vestigios arqueológicos
En segundo lugar se encuentra el Parque Nacional Natural Tayrona, con un total de 244.365 visitantes en el segundo semestre de 2018. Las playas de arena blanca (foto) de Chengue, Gayraca, Cinto, Neguanje, Concha y Guachaquita delimitadas por manglares forman parte de los atractivos que ofrece el parque, que también cuenta con vestigios arqueológicos de una antigua ciudad del pueblo Tayrona.
Compuesta por dos islas, Gorgona y Gorgonilla, en esta reserva natural el gobierno colombiano construyó una prisión de máxima seguridad en 1959. En 1984 un colectivo de científicos, ambientalistas y llevó a cabo una campaña para el cierre de la misma y así surgió el parque. El paso de las ballenas jorobadas cerca de sus playas en los meses de junio a octubre, atrae a numerosos turistas.
Imagen: PNN
La 'sala de partos' de las ballenas jorobadas
El avistamiento de ballenas jorobadas, de junio a noviembre, también es uno de los atractivos del Parque Nacional Natural de Utria. Aquí se aparean y pasan un tiempo antes de continuar su viaje hacia el sur. A pesar de la presencia esporádica del ELN, el parque, junto con las comunidades locales indígenas, ofrece actividades como el senderismo y la observación de fauna (foto) y flora silvestre.
Imagen: Parques Nacionales
La nueva vida de los indígenas tras el conflicto
Declarado el primer Parque Nacional Natural de Colombia, la Cueva de los Guácharos pertenece a la Reserva de la Biosfera Cinturón Andino de la UNESCO. Ubicado en el sur-occidente del Caquetá, conserva el patrimonio cultural de los indígenas que llegaron a la zona suroriental del Huila. Una vez finalizado el conflicto con las FARC, se empezó a trabajar con la comunidad local sobre ecoturismo.
Imagen: PNN/T. Marent
Territorio indígena no apto para turistas
El Parque Nacional Natural de Güicán, El Cocuy y Chita (foto) es territorio sagrado para los indígenas U‘wa y está cerrado al turismo. No obstante, es un refugio para escaladores de montaña, ya que se trata de la mayor masa glaciar de Colombia, conformada por más de 25 picos cubiertos de hielo y nieve. Las actividades de ecoturismo del parque han ayudado al desarrollo de comunidades locales.
Imagen: PNN/A. Hurtado
La amenaza del cambio climático
Estas áreas naturales no se libran del cambio climático. El Parque Nacional Natural Los Nevados, en el corazón de la región cafetera colombiana, concentra tres de los glaciares del país: Nevados del Ruiz, Nevado del Santa Isabel y Nevado del Tolima. No obstante, la amenaza del deshielo a causa del aumento de temperatura prevé que los dos últimos pueden desaparecer por completo entre 2020 y 2030.
Imagen: Parques Nacionales/Christian García
Destino ecoturístico del Eje Cafetero
Otro destino que está despertando interés en esta zona es el Santuario de Flora y Fauna Otún Quimbaya. Cerca del 90% del área protegida corresponde a bosques naturales y bosques maduros y concentra a más de 300 especies de aves, entre otras especies de fauna (foto) salvaje. Este destino se fue reconocido por tercera vez en el 2017 como entre los 100 destinos de turismo sostenible del mundo.
Imagen: Parques Nacionales
La octava maravilla
La Reserva de la Biosfera El Tuparro se caracteriza por una extensa sabana verde surcada por ríos y playas doradas, y fue definida por el explorador Alexander von Humboldt como la "octava maravilla del mundo". Tuparro es parte de la región del Orinoco, y aunque en el pasado las FARC a veces la usaban como un camino hacia Venezuela, hoy allí se puede practicar senderismo y observación de aves.