El documental muestra como la devolución de obras de arte robadas ocasiona disputas. Por ejemplo, en Nigeria. Hace apenas unos años parecía impensable que Alemania devolvería algún día gran parte de los polémicos bronces de Benín a Nigeria. Durante años, se han presentado argumentos legales sobre por qué los bronces se encontraban "legalmente" en Alemania a pesar de los crímenes coloniales. Pero hoy, en tiempos poscoloniales, las obligaciones morales marcan cada vez más la dirección del comportamiento político y cultural. Sin embargo, actualmente los propios descendientes de esclavos nigerianos critican la devolución de los bronces de Benín, objetos muy comercializados en todo el mundo, porque con ellos son entregados unos recursos culturales a la ciudad de Benín que tienen su origen en la trata ilegal de esclavos. Esto genera preguntas como, ¿Se está restituyendo a los antiguos perpetradores? ¿Han sido demasiado pocos los descendientes de los afectados tomados en cuenta al considerar la restitución?
El debate sobre este asunto apenas comienza. ¿Quién exactamente debería recibir los tesoros culturales robados? ¿Estados nacionales cuyas fronteras arbitrarias son frecuentemente el resultado del propio colonialismo? ¿O los descendientes de las culturas nativas dentro de estos estados, que alguna vez fueron víctimas concretas de los saqueos coloniales? ¿Qué argumentos hablan a favor de la demanda de "devolverlo todo" hecha por la historiadora del arte Bénédicte Savoy? ¿Y, qué hay de cierto cuando la etnóloga Brigitta Hauser-Schäublin advierte: "Se está poniendo en juego el patrimonio mundial"?
No solo el Sur global, sino también Europa se ve afectada por este giro histórico en torno al arte robado. Polonia y Alemania, por ejemplo, se disputan los preciosos manuscritos de la colección "Berlinka" en Cracovia. Y no solo Berlín, los samis, indígenas del extremo norte de Escandinavia, también tienen demandas justificadas para ser restituidos. Cada uno de estos casos resulta un pequeño thriller.