Del encuentro del presidente iraní con el Papa se esperan sobre todo señales en materia de política exterior. Pero no se puede prever en qué dirección apuntarán.
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El papel de Irán en la política internacional sigue siendo controvertido, pese a la firma del acuerdo con Occidente sobre el programa nuclear iraní. El viaje del presidente Hassan Rohani a Italia, durante el cual se reunirá también con el Papa Francisco, tiene por ello relevancia desde el punto de vista de la política exterior. A juicio de Jamsheed Faroughi, jefe de la redacción farsi de DW, Teherán quiere salir de su aislamiento y mostrar un nuevo rostro: “Irán quiere demostrar que ha cambiado y desea normalizar sus relaciones con otros países”.
¿Estabilidad o expansionismo?
Está por verse si lo conseguirá. Porque actualmente circulan las más diversas interpretaciones sobre la política exterior iraní. La agencia de noticias nacional Tasnim News sostiene que el país busca la estabilidad en la región. En cambio, el periódico Gulf News, con sede en Dubai, replica que Irán tiene una estrategia expansionista. El hecho es que sus vecinos árabes se han puesto nerviosos, a lo que contribuyó también esta semana la noticia de que Teherán cuenta con un pronto despacho de misiles antiaéreos rusos.
Pero lo que más preocupación causa es la intervención iraní en Siria. La República Islámica ha organizado allí un ejército de unos 200.000 combatientes, en su mayoría voluntarios alauitas. Estas tropas serían entretanto más fuertes que el ejército regular sirio, según planteó Saheb Sadeghi en el portal de Internet Al-Monitor. Este experto en Irán agregó que dichos combatientes no reciben órdenes de Damasco, sino de Teherán.
También Faroughi afirma que no se puede hablar de un cambio de la política exterior iraní. “La guerra subsidiaria entre Irán y Arabia Saudita no solo continúa, sino que se ha vuelto más intensa y por ende más peligrosa”, indica. La gran potencia chiíta y la sunita no solo se enfrentan en Siria, Irak, el Líbano y Yemen. También Baréin y Afganistán son escenarios en los que miden sus fuerzas.
El factor israelí
En Siria, Irán mantiene una estrecha alianza con Rusia. Ambos quieren aniquilar a la organización terrorista Estado Islámico (EI). Sin embargo, a largo plazo tiene intereses diferentes, escribe Saheb Sadeghi. En su opinión, “para Irán es decisivo que el futuro sistema político sirio tenga una postura anti-israelí y siga sirviendo de puente entre Teherán y las fuerzas de Hezbolá en el Líbano”. Pero eso no va en el interés de Rusia.
El gobierno de Moscú mantiene estrecho contacto con Israel y ambas partes quieren evitar tensiones. A Rusia le preocupa, por otro lado, que Teherán pueda seguir acercándose a Occidente a largo plazo, con lo cual perdería un aliado en la región.
La situación de Irán es compleja en materia de política exterior. Con Rusia, Estados Unidos y los demás países occidentales, comparte el interés por acabar con el extremismo sunita al estilo del EI, Al Qaeda y grupos similares. Pero Teherán está aislado en lo que respecta a su política anti-israelí. A la larga, el país tendrá que decidir qué le interesa más: mantener la hostilidad frente a Israel o sostener buenas relaciones con Estados Unidos y Rusia.
El campo de refugiados de Moria
Los refugiados que llegan a Lesbos son enviados a Moria, para ser registados. Debido a las largas colas, las malas condicios higiénicas y la falta de recusos, algunos lo consideran el peor campo de refugiados del mundo.
Imagen: DW/D. Cupolo
Refugiados y refugiados
Al llegar a Lesbos, los refugiados son separados. Los sirios son enviados al campo de Kara Tepe, donde la mayoría dispone de un alojamiento sólido. Los de otras nacionalidades son llevados al campo de Moria, el primer centro para el registro de personas que dejaron sus países huyendo de la miseria. Allí, los refugiados duermen en carpas o a la intemperie, a la espera de poder viajar a Atenas.
Imagen: DW/D. Cupolo
Demasiada gente
El hacinamiento causa a menudo fricciones, como en esta cola para la comida. De acuerdo con un informe de la ONU, el campamento fue concebido para 410 personas. Sin embargo, hay allí entre 2000 y 4000 refugiados, dice Fred Morlet, que coordina el trabajo de los voluntarios en Lesbos. "Desde el principio faltaron recursos y ahora éste se ha convertido en el peor campo de refugiados del mundo".
Imagen: DW/D. Cupolo
Escasez de alimentos
Ramona Brongers, fundadora de la fundación Live for Lives, comenzó a trabajar con su ONG en Moria después de haber visto un llamado de auxilio en internet. "Preparamos 1.500 raciones al día, pero nunca basta para dar comida a todos", cuenta. Y agrega: "Ayudamos como podemos, pero los problemas son enormes y las organizaciones más grandes no asumen la responsabilidad".
Imagen: DW/D. Cupolo
"Dormir entre la basura"
Brongers relata que sus 36 voluntarios se vieron superados por las labores de aseo y recolección de desperdicios. "Mire a su alrededor, la gente duerme en la basura", dice Brongers. Acota que "es imposible mantener este lugar limpio; siempre estamos al borde de una epidemia". Hace poco se reportó un brote de sarna en el campo de Kara Tepe.
Imagen: DW/D. Cupolo
Falta de motivación
Morlet reprocha la actitud de los encargados del campamento. "Los funcionarios todas luces no está motivados y a veces no vienen a trabajar, lo que implica que los refugiados no son registrados, mientras sigue llegando más y más gente. Dos horas de dilación significan un desastre humanitario".
Imagen: DW/D. Cupolo
Caminante descalzo
"Caminé de Pakistán a Turquía sin zapatos", dice Fiaz Uddah (al centro), quien espera que llamen su número. "Dormimos así, en estas cajas de cartón. No tenemos mantas", dice por su parte su amigo Israr Ahmed. Y añade: "Hacemos esto porque no queremos que nuestros hijos vivan como nosotros".
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Quién decide?
Arshid Rahimi, un afgano veinteañero de Ghazni, dice que su madre lo forzó a partir después de que su padre y su hermana fueran asesinados durante un ataque talibán contra una escuela cercana a su casa. "Mi vida se veía amenazada por los talibán, pero aquí la gente dice que he venido por razones económicas", señala, y pregunta: "¿Quién decide si soy un refugiado o no?"
Imagen: DW/D. Cupolo
"Se parece a Guantánamo"
Algunas familias pueden quedarse en las carpas de Moira, que son escasas, pero Morlet compara el campamento con una prisión. "Con cercos y alambrada de púas, se parece a Guantánamo", comenta. No obstante, predice que el número de refugiados no se reducirá. "Hay quienes dicen que el invierno los frenará, pero el mar es más calmado en invierno", apunta.
Imagen: DW/D. Cupolo
En manos de Dios
"Cuando estaba a bordo del bote en que vine hacia acá, en medio del océano, comprendí que estamos solos, en las manos de Dios", dice Pejman Usefi, un afgano que vivía en Irán. "Si Dios decide salvarte, entonces te salvarás. Así es como veo mi situación en este campamento".