Rohinyás protestan en Bangladesh y exigen volver a Birmania
19 de junio de 2022
Piden garantías de seguridad para volver al país donde, pese a que llevan siglos viviendo, no son considerados ciudadanos por ser descendientes de “inmigrantes”.
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Miles de rohinyás refugiados en Bangladesh se congregaron este domingo (19.06.2022) para exigir su retorno a Birmania, desde donde huyeron de la represión y del desprecio de una sociedad que no los considera ciudadanos. "No queremos quedarnos en estos campos. Ser un refugiado es un infierno. Ya basta. Volvamos a casa", clamó uno de sus dirigentes, Sayed Ullah, en un discurso.
"Más de 10.000 rohinyás participaron en la concentración, en los campos de mi jurisdicción", dijo a AFP un responsable de la policía, Naimul Haque, en referencia al mayor campo de refugiados del mundo, Kutupalong. Según la policía y los organizadores de las protestas, más de un millar de rohinyás se manifestaron en cada uno de los 29 campos insalubres donde se hacinan en barracas hechas de lona, chapa y bambú.
Unos 750.000 rohinyás, musulmanes, huyeron de los atropellos del ejército en Birmania, país de mayoría budista, y buscaron asilo en 2017 en el vecino Bangladesh, donde ya había más de 100.000 refugiados, víctimas de anteriores abusos. Los rohinyás exigen obtener derechos de ciudadanía antes de regresar a Birmania. En marzo, Estados Unidos reconoció por primera vez que los rohinyás habían sido víctimas de un "genocidio" perpetrado por el ejército birmano.
"Morir siendo refugiado”
Birmania considera a los rohinyás descendientes de inmigrantes ilegales procedentes de Bangladesh y no los reconoce como ciudadanos, privándoles con ello de derechos básicos. Esto, a pesar de que llevan siglos viviendo en el estado de Arakan, en el oeste del país. En una de las manifestaciones, Mohammad Haris dijo este domingo no querer "morir siendo refugiado". "Quiero mis derechos. Quiero volver a mi casa, donde puedo estudiar y pensar en mi futuro".
La marcha comenzó en el subcampamento de Ujia este domingo, un día antes de la conmemoración del Día Mundial de los Refugiados y bajo el lema "Vámonos a casa". Los participantes repartieron folletos con sus siete demandas sobre su retorno a Birmania, entre ellas la que pide garantías de seguridad y la anulación de la ley de ciudadanía birmana de 1982, que no les reconoce como nacionales del país.
La semana pasada, responsables de Bangladesh y de Birmania mantuvieron un encuentro por videoconferencia, la primera vez en casi tres años, para abordar la cuestión de la repatriación de los refugiados.
DZC (AFP, Europa Press, EFE)
Niños rohinyá: abusados, secuestrados, huérfanos
La grave situación de los musulmanes rohinyá, obligados a escapar de las atrocidades cometidas por militantes y el Ejército en Myanmar, es difícil de digerir. Los niños son los más vulnerables, como muestran estas fotos.
Imagen: DW/J. Owens
Disparados y apuñalados
Desde agosto, más de 600.000 rohinyás han huido de Myanmar a Bangladesh. “El día que los militares vinieron, quemaron la aldea y le dispararon a mi madre cuando intentaba escapar. Mi papá no podía caminar, entonces lo apuñalaron. Lo vi con mis propios ojos”, dice Mohammed Belal, de 10 años, quien logró escapar.
Imagen: DW/J. Owens
Perseguidos por el trauma
La hermana de Mohammed, Nur, también vio la matanza. Ella y su hermano viven ahora en un refugio para niños sin compañía en Bangladesh. Ella puede jugar ahí y comer regularmente, un fuerte contraste con su viaje desde Myanmar, donde ella y su hermano casi se mueren de hambre. Pero la niña sigue siendo perseguida por el trauma de las últimas semanas. “Extraño a mis padres, mi hogar, mi país”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Conflicto de profundas raíces
El conflicto, el cual ha tenido lugar en los últimos 70 años y tiene sus raíces en la organización social del país después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado más de 2.000 víctimas desde 2016, incluyendo la madre de Rahman, de 12 años (arriba). "Incendiaron mi casa y mi madre estaba enferma, así que no pudo irse", dice.
Imagen: DW/J. Owens
Salven a los niños
Dilu-Aara, de 5 años, llegó al refugio con su hermana después de ver a los militares asesinar a sus padres. “Estaba llorando todo el tiempo y las balas volaban sobre nuestras cabezas. De alguna forma escapé”. La agencia internacional Save the Children está ayudando a los menores que llegan a Kutupalong sin sus padres. Los niños representan hasta el 60% de los refugiados rohinyás en Bangladesh.
Imagen: DW/J. Owens
Cazados como animales
Jaded Alam está entre los cientos de niños que llegan a Kutupalong sin sus padres. Afortunadamente, su tía cuida de él, y muy bien, reconoce Jaded, quien creció en una aldea llamada Mandi Para, donde le encantaba jugar fútbol. Todo cambió cuando los militares atacaron. “Nos dijeron que nos fuéramos de nuestra casa. Cuando estaba corriendo con mis padres, les dispararon. Murieron en el acto”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Secuestro de niños
No todos han sido separados durante el escape. Rahman Ali ha estado registrando el refugio por semanas después de que Zifad, su hijo de 10 años, desapareciera. Los rumores sobre el secuestro de niños ha rondado el refugio por años y Rahman teme que su hijo haya caído presa de los traficantes de personas. “No puedo comer, no puedo dormir. ¡Estoy tan enojado! Es como si me hubiese vuelto loco”.
Imagen: DW/J. Owens
"Mi mente no es normal"
Cuando comenzó el tiroteo, Sokina Khatun hizo todo lo que pudo para proteger a sus hijos, pero no pudo salvar a Yasmine, de 15 años, y Jamalita, de 20, quienes estaban en una aldea vecina en el momento. “Les cortaron la garganta en frente de sus abuelos”, dice. “Estaba paralizada, no podía sentir el dolor. Ahora mismo, mi mente no es normal”, dice. Ella logró rescatar a nueve de sus niños.
Imagen: DW/J. Owens
Atacados, violados y robados
Yasmine cree que podría tener 15 años, pero luce considerablemente más joven. En su aldea, solía jugar con canicas y correr por los campos vecinos, pero recuerdos diferentes la persiguen ahora: el ataque de las fuerzas de Myanmar, la golpiza y asesinato de sus amados padre y hermanos y la violación por parte de un grupo de soldados que también la robaron: “Sentí mucho dolor en mi cuerpo”, dice.