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Rostros del Renacimiento

25 de agosto de 2011

Es el acontecimiento cultural del año: la exposición que el Museo Bode de Berlín dedica a los “Rostros del Renacimiento”. Obras de grandes maestros estarán expuestas al público hasta el 20 de noviembre.

"Retrato de un joven hombre", de Antonello da Messina
"Retrato de un joven hombre", de Antonello da MessinaImagen: Gemäldegalerie/Staatl.Museen Berlin/J.P.Anders

Hoy día, en plena campaña electoral en Berlín, nos damos cuenta de la importancia de la imagen: los partidos políticos se promocionan con los rostros de sus candidatos. Eso es exactamente lo que hubieran hecho los Medici hace 600 años: difundir los rostros de los miembros de la familia para dejar bien claro quién llevaba allí la voz cantante.

Stefan Weppelmann es el encargado de la pintura italiana y española de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento en el Museo Estatal de Berlín. Además es responsable de la gran exposición “Rostros del Renacimiento”, que tiene lugar en el Museo Bode de Berlín hasta el 20 de noviembre. Por primera vez podrán verse bajo el mismo techo unas 150 obras maestras italianas del siglo XV, pertenecientes al género del retrato.  Se trata de pinturas de artistas tan destacados como Giovanni Bellini, Domenico Ghirlandaio, Sandro Botticelli y Leonardo da Vinci, que conformaron una época gloriosa en el arte europeo. 

Visitante ante "La dama de armiño", de Leonardo da VinciImagen: picture alliance / dpa

Italia, país de sensibilidad artística

A principios del siglo XV, Italia no tenía unidad política, sino que que estaba configurada por pequeñas ciudades-Estado autónomas, con una población en constante crecimiento. El comercio entre oriente y occidente era una de las principales fuentes de ingresos y tener una formación sólida adquirió mucha importancia. En aquellos años se enseñaba griego en la Universidad de Florencia, lo que da una idea del interés que existía por la Antigüedad. Entre las familias ricas se veía con buenos ojos la dedicación a los ideales del pasado clásico.

El retorno del retrato

Suele decirse del Renacimiento que es una época en la que el ser humano toma conciencia de su ser como entidad individual. Florece un arte que imita la naturaleza y trata de mostrar la belleza y la perfección. Ello conduce a la utilización de la perspectiva en pintura y al rescate del género del retrato que, desde la Antigüedad, apenas había tenido importancia. Ahora todo el mundo quería retratarse: comerciantes, príncipes, banqueros, altos cargos eclesiásticos, sabios e incluso los propios artistas

 Mayor conciencia de sí mismos

Al plasmar los rostros de la gente, el artista debía provocar en el espectador un sentimiento de veneración por la persona representada. Según Stefan Weppelmann, en el Renacimiento se puso mayor énfasis en las caras de las personas, porque se consideraba que eran el medio de comunicación del alma. No se retrataba a cualquiera.

Al contrario que en la actualidad, en que nuestras cámaras digitales toman una rápida instantánea de todo el mundo, en el siglo XV  los actos notables de una persona eran los que la llevaban a ser digna de ser retratada. O quizá una ocasión especial, como un compromiso matrimonial. Las jóvenes que buscaban marido se hacían representar puras, virtuosas, estilizadas y ataviadas con ropas suntuosas, promesa de una rica dote. Su belleza retratada adornó los muros de muchas casas de la época. Los recién casados se hacían pintar con sus riquezas, para que todo el mundo pudiera ser testigo de la importancia del enlace. Ocasionalmente también quedaba reflejado el escudo de armas de la nueva familia.

Arte y poder

Los Medici se hicieron ricos por sus negocios bancarios.  En poco tiempo, la familia ocupó un lugar hegemónico en Florencia y gran parte de la Toscana. Sus estrategias de poder eran refinadas y diversas. Entre sus objetivos se encontraba impulsar el arte y los artistas. Según Stefan Weppelmann, en el Renacimiento era normal que a una persona influyente la retrataran al menos una vez en su vida. Solo del año 1478 existen cuatro o cinco retratos de Giuliano de Medici, procedentes del taller de Botticelli. Así quedaban reflejados su poder y su personalidad.

Representación magistral de la realidad

En el siglo XV se inmortalizaba a las personas en pinturas, medallones, bustos, y dibujos. Hay retratos únicos, que muestran con sorprendente y desacostumbrada precisión ciertos detalles, como pestañas delineadas al milímetro y tejidos crujientes, que llegan con nitidez al espectador por el virtuosismo con el que los autores juegan con luces y sombras. Los grandes maestros del siglo XV, como  Leonardo, Bellini, Tiziano, Ghirlandaio, Fra Filippo Lippi, Andrea del Castagno y muchos otros lograron representar magistralmente la realidad. 

Cánones de belleza

“Sin embargo, los retratos muestran imágenes idealizadas”, dice Weppelmann. Por ejemplo, se modificaban rasgos para subrayar la  noble personalidad de la persona representada. Con el fin de resaltar la virtud de las jóvenes se pintaba su piel especialmente clara, pues en la época se pensaba que la claridad reflejaba la pureza del alma. Y si el protagonista del retrato no se correspondía con los ideales de belleza del momento, el artista corregía aquello que pudiera resultar molesto para la vista.  

Antes de visitar la exposición

Los organizadores de la muestra, los Museos Estatales de Berlín, prevén una gran afluencia de público. En la página web de la exposición “Rostros del Renacimiento” se pueden encontrar todos los detalles para realizar una visita, incluyendo el tiempo de espera para entrar. También se puede curiosear por los artículos que ofrece la tienda del Museo: desde cerámica hasta  piezas realizadas con papel florentino. 

Autora: Silke Bartlick/M. Santacecilia
Editor: Pablo Kummetz

 

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