Rusia bajo presión por condena a Pussy Riot
18 de agosto de 2012La jefa del Gobierno alemán, Angela Merkel, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, no siempre están de acuerdo. Pero este viernes (17.8.2012), ambos coincidieron en calificar la condena recibida en Moscú por tres integrantes del colectivo feminista Pussy Riot como un castigo “desproporcionadamente duro”: las activistas fueron sentenciadas a dos años de cárcel, acusadas de vandalismo y odio religioso por irrumpir en un templo para interpretar una canción en la que pedían a la Virgen María que “echara” del poder a Vladimir Putin.
El hecho de que el performance tuviera lugar en la Catedral de Cristo Redentor, la más importante para la Iglesia ortodoxa local, y de que su patriarca, Cirilo I de Moscú, saliera tan mal parado como el presidente del país en la “misa punk” de Pussy Riot hizo que el acto de protesta en cuestión fuera presentado por las autoridades como una ofensa a los sentimientos religiosos de los rusos y no como una expresión de descontento político. El Gobierno de Putin ha reaccionado a la crítica internacional usando ese pretexto.
Un veredicto “extremo”
Este sábado (18.8.2012), el ministro de Exteriores ruso, Alexander Lukaschewitsch, respondió a las recriminaciones de varios líderes del mundo alegando, entre otras cosas, que los párrafos 166 y 167 de la ley penal alemana también castigan la perturbación de los servicios religiosos en las iglesias con hasta tres años de prisión. Prefiriendo ignorar este argumento, ni los políticos europeos ni las organizaciones para la defensa de los derechos humanos han dejado de reprochar la manera con que Putin reprime a sus opositores en Rusia.
La Comisión Europea, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y Amnistía Internacional han tildado de “extremo” el veredicto contra Pussy Riot. El delegado del Gobierno alemán para los Derechos Humanos y la Ayuda Humanitaria, Markus Löning, puso en duda que el juicio haya sido justo y el diputado democristiano, Andreas Schockenhoff, teme que la sentencia siente un precedente peligroso, instando a la autocensura y amedrentando a la sociedad como en los tiempos de la Unión Soviética.
Schockenhoff coordina todo lo relativo a la cooperación germano-rusa en el Ministerio Alemán de Exteriores, de ahí que sus palabras tengan peso. Por otro lado, Eberhard Schneider del EU-Russia Center, un think tank con sede en Bruselas que analiza el acontecer en Rusia y sus relaciones con la Unión Europea (UE), insiste en que las duras condenas contra una banda de músicos punk demuestra hasta qué punto el Kremlin se siente presionado por las protestas de los últimos meses.
Autores: Roman Goncharenko / Evan Romero-Castillo
Editora: Cristina Papaleo