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Rusia, Turquía y el show de la armonía

Daniel Heinrich
3 de abril de 2018

En Siria, el presidente de Rusia y su homólogo turco salvaguardan intereses diametralmente opuestos; pero la visita de Putin a Erdogan busca darle relieve a los aspectos que los unen estrechamente, como la economía.

Türkei Recep Erdogan & Wladimir Putin in Ankara
Imagen: Reuters/U. Bektas

La rueda de prensa ofrecida este martes (3.4.2018) en Ankara por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su anfitrión, Recep Tayyip Erdogan, jefe del Estado turco, tuvo un gran impacto mediático. Aunque las relaciones bilaterales se agriaron en noviembre de 2015, luego de que un avión de combate ruso fuera derribado cuando surcaba el espacio aéreo turco en camino hacia Siria, la conferencia buscó darle relieve a los aspectos que unen estrechamente a ambos países, como la economía. Ambos líderes pusieron en escena un show de la armonía.

Frente a los periodistas se celebró el inicio de la construcción del primer reactor atómico de Turquía. La central nuclear Akkuyu, valorada en 20.000 millones de dólares, será erigida por los rusos en la costa mediterránea de la provincia de Mersin y terminará produciendo el diez por ciento de la electricidad consumida en el país euroasiático, según la prensa turca. Cabe recordar que esta no es la única cooperación binacional en el ámbito energético: Kristian Brakel señala que el 63 por ciento del gas importado por Turquía es proveído por Rusia.

Sólido interés en el gas

"Ambos planean desde hace un tiempo poner a funcionar el gasoducto Turkeystream con miras a abastecer de gas a la Unión Europea. Rusia quiere seguir siendo relevante para el bloque comunitario en términos político-energéticos y, en ese mismo sentido, Turquía ambiciona establecerse como una encrucijada ineludible", explica Brakel, director de la Fundación Heinrich Böll en Estambul, cercana al partido alemán Los Verdes. Adicionalmente, Rusia es el primer exportador de productos hacia Turquía después de la Unión Europea.

Once por ciento de las importaciones turcas –de petróleo, de carbón y de hierro, entre otras mercancías de alto valor– provienen de Rusia. A eso se suma el peso que los vacacionistas rusos tienen en la industria turística turca: alrededor de cuatro millones de rusos viajan anualmente a Turquía. En dirección opuesta, Turquía abastece a Rusia con productos agrarios e industriales, desde limones y semillas de girasol hasta piezas para automóviles y barcos. En 2016, el comercio bilateral fue valorado en 17.000 millones de dólares por la UNSD.

El presidente ruso (izq.) y el anfitrión, Recep Tayyip Erdogan.Imagen: Reuters/U. Bektas

Siria, con Moscú y Ankara tras bastidores

Aunque Putin y Erdogan defienden intereses opuestos en la guerra de Siria, el viaje del primero a Ankara revela la importancia que ambos le dan a sus puntos de coincidencia. De hecho, a juicio de Sam Heller, experto en Siria del International Crisis Group, el destino de la región noroccidental de Idlib quedará sellado tras bastidores, en discusiones sostenidas por Moscú y Ankara. Putin puede sentirse tentado de ordenar ataques en Idlib, donde se concentran los más grandes enemigos del líder sirio Bashar al Assad, alerta el especialista.

Pero ese paso tendría consecuencias indeseables para Erdogan: cientos de miles de personas huirían de la violencia y cruzarían la frontera hacia Turquía, cuando lo que ese país quiere es reubicar en suelo sirio a una parte de los 3,5 millones de refugiados que están en su territorio desde 2011. El Ejército turco controla la provincia siria de Alepo desde 2016 y, a finales de marzo de 2018, conquistó la región kurda de Afrín: ese es el espacio en el que Ankara quiere asentar a los refugiados sirios actualmente bajo su cuidado.

El caso Skripal

Esa constelación le da verosimilitud al argumento de Heller de que Rusia y Turquía negociarán para no verse enfrentados en el terreno. Mientras tanto, Erdogan parece congraciarse con Putin en el campo diplomático. Hace algunos días, varios medios esgrimieron que Turquía se había rehusado a expulsar a diplomáticos rusos por el caso Skripal como lo hicieron varios Estados miembros de la OTAN y de la Unión Europea. No obstante, Kristian Brakel desaconseja ver en ello un distanciamiento entre Turquía y Occidente.

"Este asunto es muy complicado para Turquía porque Ankara quiere mantener sus relaciones con la Unión Europea y con Gran Bretaña –segundo mercado para las exportaciones turcas– sin molestar a Moscú; pero hay que reconocer que fueron varios los países de la Unión Europea –como Hungría, por ejemplo– que se negaron a expulsar a diplomáticos rusos", comenta el director de la Fundación Heinrich Böll en Estambul.

Daniel Heinrich (ERC/VT)

 

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