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Ségolène Royal: ¿la próxima Presidenta de Francia?

PK16 de noviembre de 2006

Ségolène Royal podría transformarse en la primera Presidenta de Francia. Y junto con Angela Merkel y quizás pronto Hillary Clinton, gran parte del poder en el mundo estaría entonces en manos de mujer.

Ségolène Royal: ¿otra mujer al poder?Imagen: AP

La condición para ello hoy es que su Partido Socialista la nomine como candidata para las elecciones 2007. Sus posibilidades son buenas. Ningún otro candidato socialista da tantas alas a la fantasía de los franceses como Ségolène Royal, adorada por los medios de comunicación y la "reina de los sondeos".

Sorprender no puede, en vista de los "elefantes" que también se presentan a las internas, el ex jefe de Gobierno Laurent Fabius y el ex ministro de Economía Dominique Strauss-Kahn, que en cuanto a carisma y simpatía pierden por varios cuerpos ante el "charme" de Ségolène.

El 50,01 por ciento necesita la presidenta de la región de Poitou-Charentes hoy en la primera vuelta para ahorrarse el ballotage. Si lo logra, los socialistas franceses entran a la carrera por la Presidencia francesa con una candidata lozana, atractiva, joven, de gran carisma y próxima a la gente.

Y si Royal sale fortalecida de las internas con una brillante victoria, tendría el apoyo cerrado del partido, podría aprovechar el beneficio de ser mujer y sacar partido de las disputas entre los conservadores. El paso a la Presidencia de Francia no sería muy largo. Así por lo menos lo prevé la estrategia de sus seguidores: "El Partido Socialista tiene las mejores posibilidades de conquistar el Palacio del Elíseo", dice su leal portavoz, Arnaud de Montebourg, de la izquierda del partido.

"Yo estoy dispuesta"

A pesar de que Royal estudió en las forjas de cuadros políticos franceses Institut d'études politiques y ENA y fue ya tres veces ministra, nunca antes había estado tanto en el foco de atención como ahora. Una frase suya en una entrevista fue la que echó a rodar el alud: "Yo estoy dispuesta, si el Partido lo quiere". El Partido parece quererlo.

Ahora, enjambres de periodistas viajan a Poitu-Charentes, a ver si la presidenta de una de las más pequeñas regiones francesas, con 1,64 millones de habitantes y un modesto presupuesto de poco más de 500 millones de euros, es capaz de dirigir todo el país.

A primera vista, la presidenta regional no muestra mucho perfil en la "gran política". Dos temas "blandos" dominan su vocabulario político: la protección del medio ambiente y la democracia participativa. Su proyecto más espectacular es un programa de cogestión, con el cual quiere traspasar a los ciudadanos la decisión sobre el 10 por ciento del presupuesto regional.

Pero la aparente falta de espectacularidad es táctica. Como Ségòlene Royal no dispone en su región de la red de contactos de los conservadores, intenta eludir las estructuras osificadas y dirigirse directamente a los ciudadanos. Particularmente confundida se muestra la derecha por un sinnúmero de conferencias y foros creados por Royal. Pero los conservadores ya han constatado en carne propia que "cuanto más pregunta a todo el mundo, más puede decidir al final lo que ella quiere", dice consternado un miembro del Consejo Económico Regional.

El diario Nouvel Observateur comenta así el éxito de Royal: "Su método: no cambiar nada, nadar sobre la ola de éxito y no decir nada programático". A ese tipo de críticas, Royal contesta con una referencia a Michelle Bachelet, a la que visitó hace poco: "Los mismo dijeron los adversarios de nueva la Presidenta chilena". Y Royal sabe también cuánto se subestimó a Angela Merkel en Alemania.

Lejos de toda arrogancia

Lo que dice Royal es casi siempre fruto de un esmerado cálculo. A veces critica la "arrogancia francesa", como después del fracaso de la candidatura de París para organizar los Juegos Olímpicos 2012, otras alaba el programa de empleos para jóvenes de Tony Blair... y luego observa qué sucede.

A pesar de su carrera política, en París Royal está considera antielitista. Es una mujer moderna, que combina exitosamente su vida como madre (4 hijos, fruto del matrimonio con François Hollande, actual presidente del Partido Socialista) con su carrera política. Y eso lo hace con una naturalidad y sencillez que desarma a todo escéptico.

Una de sus mayores virtudes es no dejarse arrastrar a disputas internas partidarias. Royal es pro europea y no representa corriente alguna ni está envuelta en ningún conflicto. Sus temas no son tanto la economía y la situación política mundial, sino más bien la vida cotidiana y los problemas sociales.

Royal, la neopuritana

Como ministra de Familia luchó contra la violencia en la televisión y la prostitución, pero también contra el matrimonio homosexual. Introdujo las vacaciones para padres y prohibió brutales "pruebas de coraje" en las escuelas (bizutages). La hija de un oficial crecida en un medio católico de derecha defiende la emancipación de la mujer, pero sin libertinaje y es vista a menudo como una neopuritana.

Pero sus valores no se basan en la castidad y la moral eclesiástica, sino en la autoridad de la familia, la dignidad de la mujer y la protección de los niños. De los conservadores deriva sus valores morales y de la izquierda moderada, sus concepciones económicas.

Esas ideas son claros puntos de contacto con la mujer que ejerce el poder al otro lado del Rin: la canciller federal alemana Angela Merkel, que también viene de provincias, pertenece al bando conservador y ha forjado una coalición de gobierno con los socialdemócratas.

Si Royal se impone en las internas socialistas, su entrada triunfal al Palacio del Elíseo podría no estar muy lejana. Sólo faltaría entonces que Hillary Clinton conquistara la Casa Blanca, para que el poder femenino se instalara en tres centros neurálgicos del planeta.

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