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¿Sacrificaremos el planeta en aras de la economía?

4 de septiembre de 2018

Los ecologistas afirman que la adicción de nuestra especie al consumo es responsable del cambio climático y daña numerosos hábitats. No obstante, es un motor económico. ¿Es posible conciliar estos dos aspectos?

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Imagen: Imago/IPON

Cuanto más consumimos, más sufre nuestro planeta. Se han esquilmado los nutrientes de los suelos, se han talados los bosques, se han extraído minerales de la tierra dejando al descubierto enormes excavaciones en las que apenas pueden sobrevivir organismos.

Los recursos que utilizamos regresan a la tierra en forma de residuos químicos, basura y emisiones de carbono que están fomentando el desastre climático. Al mismo tiempo, muchos carecen de lo más básico para sobrevivir, desde aire limpio hasta alimentos en suficiente cuantía.

Según el informe de Naciones Unidas de 2018 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), "nueve de cada 10 personas que viven en núcleos urbanos respiran aire contaminado” y "el número de personas que sufren de malnutrición ha aumentado de 777 millones en 2015 a 815 millones en 2016, debido, sobre todo, a conflictos, sequías y desastres relacionados con el cambio climático”.

Sin embargo, políticos y economistas de todo el mundo celebran el consumo como factor clave para que la economía siga creciendo. Se nos dice que sin consumo, no hay crecimiento económico.

Todo esto pone de manifiesto porqué algunos economistas están empezando a cuestionar si debemos apostar por el crecimiento a cualquier precio.

Revés a los ODS

Federico Demaria, profesor de Ciencias Ambientales y Tecnología en la Universidad Autónoma de Barcelona, es uno de los que se cuestionan este asunto. Asegura que nuestra fijación por el crecimiento -uno de cuyos componentes principales es el consumo- es responsable de la pobreza, la desigualdad y el desastre ecológico.

"El PIB en sí mismo no representa un indicador preciso de progreso por cuanto conduce a un incremento en el consumo de materiales y energía”, comentó Demaria a DW.

Durante años, muchos se han cuestionado la utilidad del PIB, desde los ecologistas radicales hasta el anterior presidente francés y defensor del liberalismo económico, Nicolás Sarkozy. Se ha planteado una multitud de índices alternativos que incluyen aspectos como el bienestar y la felicidad.

Abandonar la senda del crecimiento puede parecer una propuesta extrema, pero el argumento de que nuestro sistema económico actual necesita una revisión completa está ganando fuerza.

Este verano, un informe científico encargado por Naciones Unidas sostenía que "las economías han agotado la capacidad de los ecosistemas del planeta para gestionar los residuos generados por el consumo de materiales y energía.”

Muchos sostienen que es posible separar el crecimiento de la extracción ilimitada de materias primas y la contaminación del medio ambiente. "Disociar el crecimiento económico del consumo de recursos es uno de los retos más complejos y cruciales a los que se enfrenta la humanidad hoy en día”, según se menciona en el informe de la ONU sobre ODS de 2018.

Diseñando sistemas saludables

Un modelo para afrontar este reto es la economía circular. Uno de sus promotores, la fundación Ellen MacArthur, menciona que la economía circular "plantea borrar del mapa los residuos” y reducir el consumo energético reutilizando productos y reciclando materiales. De este modo, la actividad económica ya no degradaría el planeta, sino que, en realidad "restablecería la salud del sistema a nivel global”.

"La transición hacia una economía circular es una oportunidad fantástica para transformar nuestra economía”, dijo a DW el vicepresidente de la Comisión Europea para el empleo, crecimiento e inversiones, Jyrki Katainen.

Katainen comenta que con una población mundial al alza, que exige más terreno, agua, alimentos, materias primas y energía, "no podemos seguir basándonos en la dinámica de extraer, fabricar, consumir y tirar”.

Imagen: picture-alliance/dpa/A.Lander

También expresó que la Comisión ha empezado a aplicar un enfoque de economía circular, orientado hacia las bajas emisiones de carbono y la eficiencia de los recursos. No obstante, esto no implica sacrificar el crecimiento económico. "Muchas industrias se han dado cuenta de que haciendo las cosas bien ahorran dinero a corto y largo plazo, y pueden invertir en el futuro y generar nuevos puestos de trabajo y crecimiento”, afirma Katainen.

"El potencial de crecimiento es considerable”, añadió.

Un cambio de valores

No obstante, a pesar de políticas que animan a empresas y consumidores a reutilizar recursos, lo cierto es que incluso los productos reciclados requieren recursos vírgenes para su manufactura y, de todas formas, hasta la fecha siguen constituyendo un porcentaje muy limitado de nuestro consumo total. 

Los partidarios del decrecimiento argumentan que si bien es importante reciclar, solo reduciremos el uso de recursos a niveles sostenibles cuando consumamos mucho menos. Esto resulta sencillamente incompatible con un sistema que requiere que todos compremos todo lo posible para mantener vivas nuestras industrias, garantizar el empleo de los trabajadores y la rentabilidad de las inversiones.

Pero ¿cuál es la alternativa? Demaria afirma que "no debemos abandonar por completo la senda del crecimiento económico”, pero sostiene que necesitamos considerar una reducción controlada de la economía a favor de una mayor calidad y del bienestar humano y ecológico.

Desde el bienestar, la participación en común, el voluntariado, la innovación de código abierto, hasta un cambio de mentalidad que nos haga pasar de la satisfacción por acumular baratijas relucientes a observar valores humanos intrínsecos, todos estos aspectos juegan un papel.

Según el informe que solicitó Naciones Unidas, el capitalismo, al menos en su forma actual, no puede abordar el reto del cambio climático. Puntualiza que "reducir drásticamente las emisiones con los elevados niveles actuales de consumo es todo un desafío, por no decir imposible”.

Quizás la cuestión radique menos en si la economía puede sobrevivir con menos consumo y más en si queremos sacrificar nuestro planeta por el sistema económico actual.

Shay Meinecke, Ruby Russell (PJ/ER)

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