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Sanciones a regímenes: ¿efectivas o contraproducentes?

William Glucroft
17 de junio de 2021

Las sanciones buscan disuadir o castigar a Estados o gobernantes por políticas lesivas o criminales. Pero, a veces, las sanciones son ineficaces o contraproducentes. ¿Por qué?

Kuba Kundgebung gegen das US-Embargo gegen Kuba in Santa Clara
Imagen: Ismael Francisco/AP Photo/picture alliance

Cuando el diálogo es rechazado y hay que evitar las guerras, las  sanciones  son vistas como la fórmula mágica. Un dictador oprime a su pueblo. Un país ataca a su vecino. Un régimen desarrolla armas nucleares. Estas crisis amenazan la paz internacional y la estabilidad de una región . Por otro lado, una intervención armada pone en riesgo vidas humanas y causa pérdidas económicas. Sin garantía de éxito.

"Las sanciones son la alternativa entre las palabras y la guerra", dice a DW John Smith, ex director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EE.UU., encargado de las sanciones. Y agrega que "a todos los presidentes, demócratas o republicanos, a todos los congresos, les encanta la herramienta de las sanciones". Pero con la presidencia de Donald Trump, "las sanciones se dispararon".

Cuando Smith se convirtió en supervisor de las sanciones de Estados Unidos, en 2015, Washington aplicaba más de 500. Cuando dejó la agencia tres años después, su número casi se había triplicado.

Puntos débiles de la presión máxima

La manía de Trump de imponer sanciones puso en evidencia la debilidad de la forma en que se manejan. Si son mal definidas o implementadas, pueden tener efectos perjudiciales. La campaña unilateral de máxima presión de Trump contra Irán socavó el acuerdo nuclear multilateral de 2015, que pretendía limitar por primera vez el programa nuclear iraní. Al imponer sanciones sin un objetivo claro, Irán dejó de tener incentivos para cooperar.

Aranceles en el conflicto comercial con China y la UE

Las sanciones desempeñan un papel importante en la política exterior. Pueden afectar a individuos, a sectores de la economía o, en su forma más dura, a todo un país, o una región. Las medidas punitivas no son solo económicas, aunque la congelación de activos y las sanciones comerciales supervisadas por la OFAC se encuentran entre las más comunes. También hay sanciones diplomáticas y políticas, como la prohibición de viajar, el boicot, la prohibición de vender armas y la restricción del acceso a determinadas tecnologías. Los aranceles también se utilizan como castigo. Trump los utilizó en la disputa comercial con China y la Unión Europea.

Sin embargo, es difícil evaluar su eficacia. El sancionado puede reaccionar de forma imprevisible o ser más resistente de lo esperado. "Es una medida complicada", reconoce a DW Sascha Lohmann, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP).

Cuba vive de la propaganda de la guerra del débil contra el fuerte

Cuba, por ejemplo, estuvo literalmente paralizada por décadas de sanciones masivas de Estados Unidos, pero la revolución comunista de Fidel Castro no se derrumbó ni siquiera después de su muerte. El éxito de Castro se debió no solo al patrocinio soviético y chino o a la supresión de la disidencia, sino también a su capacidad para aglutinar a la población en torno a la idea de una Cuba en el papel de David, desafiando al Goliat estadounidense.

La incertidumbre de sus efectos hace que las sanciones sean "más un arte que una ciencia", dice Lohmann. Los responsables políticos determinan qué tipo de dolor quieren infligir a un país para que ceda. Pero si se equivocan al imponer restricciones, corren el riesgo de perjudicar a amplios sectores de una sociedad. Del mismo modo, bombardear objetivos terroristas puede matar a civiles.

"Con ciertas sanciones, se podría dañar la economía rusa en dos o tres meses, pero eso es como decir que la operación fue un éxito pero el paciente está muerto", explica Lohmann.

La fortaleza de la UE es la unión, a pesar de las diferencias

Eso no significa que las sanciones nunca funcionen. Su éxito es relativo. Por supuesto, es poco probable que las sanciones por sí solas reviertan la anexión de Crimea por parte de Rusia y su agresión en el este de Ucrania. Tampoco harán que Alexander Lukashenko renuncie a su dominio sobre Bielorrusia ni que se ponga fin a la opresión de la minoría musulmana uigur por parte de China. Sin embargo, pueden disuadir a los actores políticos de ir más allá, o a otros de seguir su ejemplo.

La sencilla "señal de la desaprobación colectiva" puede ser eficaz, concluye Sascha Lohmann.

(jov/er)

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