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Ya no importa lo que Trump piense de Putin

21 de agosto de 2018

La política estadounidense sobre Rusia está ahora en manos del Congreso. Moscú ha perdido su capacidad de intimidar a Occidente. Las sanciones y el aislamiento internacional cobran su precio, piensa Konstantin Eggert.

Vladimir Putin, presidente de Rusia
Vladimir Putin, presidente de RusiaImagen: AFP/Getty Images/A. Nikolsky

Prepararse para enfrentar sanciones se ha convertido en una rutina para el gobierno ruso. Estados Unidos aplicaría más restricciones a Rusia a fines de agosto. Esta vez, no será debido a la injerencia de Moscú en Ucrania o en la contienda electoral en Estados Unidos.

Tras los autores del envenamiento de Skripal y su mujer

Washington, amparado en la Ley de Control de Armas Químicas y la Eliminación de Material de Guerra de 1991, busca sancionar al Kremlin por el envenenamiento de Sergei Skripal, exagente ruso del GRU, y luego agente del británico MI6, en la ciudad inglesa de Salisbury en marzo de 2017.

Dicha ley ha sido aplicada solo contra Siria y Corea del Norte. Estados Unidos se propone prohibir, entre otras cosas, la venta a Rusia de cualquier tecnología de "doble uso”, es decir, que pueda ser utilizada tanto para fines civiles como militares.

Si Moscú no cumple con las exigencias de la ley, prometiendo no involucrarse en ataques químicos y permitiendo el acceso a inspectores de Naciones Unidas a instalaciones sospechosas de producir agentes químicos o biológicos, EE.UU. ordenaría otra ronda de sanciones en 90 días. Estas pueden incluir más restricciones al comercio, una degradación de las relaciones diplomáticas, como el retiro del Embajador de Estados Unidos y, en última instancia, aunque poco probable, la prohibición de los vuelos de la aerolínea estatal rusa Aeroflot a EE. UU.

El Kremlin ha negado rotundamente cualquier conexión con el envenenamiento de Skripal. Y nadie espera que cumpla con las demandas de Estados Unidos, a pesar de que la Convención de Armas Químicas, de la cual Rusia es signatario, ordena dejar entrar a inspectores internacionales. Por lo tanto, a fines de noviembre, es muy probable que Washington lance una segunda ronda de sanciones contra Moscú.

¿Qué pasará con Nord Stream 2?

Construcción del gasoducto Stream 2, de Rusia a Alemania. Imagen: picture alliance/dpa/S. Sauer

Otra serie más dañina de restricciones podría afectar a Rusia. Hay un proyecto de ley bipartidista que el Senado comenzará a debatir en septiembre, y que está concebido para castigar la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses. Este pide la prohibición de las transacciones con la deuda soberana rusa e, incluso, un veto a las transacciones en dólares estadounidenses con los bancos estatales rusos. Es probable que la propuesta del senador demócrata Bob Menéndez de declarar a Rusia oficialmente como un "patrocinador del terrorismo de Estado", basado en el caso Skripal, no se convierta en ley. Pero ese envenenamiento enturbió aún más la ya empañada imagen internacional de Moscú, tras el derribo del avión de Malaysian Airlines sobre Donbass en 2014.

La investigación internacional sobre el derribo del vuelo MH17 estableció que el misil que lo impactó había sido suministrado por Rusia, y, probablemente, disparado por una batería operada por rusos, tras haberlo confundido con un avión de transporte del Ejército ucraniano.

Doscientos noventa y ocho pasajeros y tripulantes fueron asesinados. La intensa y vasta campaña de encubrimiento y desinformación llevada a cabo por el gobierno de Rusia solo ayudó a convencer a la opinión pública internacional de su propia culpabilidad. Una reputación que facilita la imposición de sanciones.

Finalmente, "The Wall Street Journal” informó que Estados Unidos planea paralizar, o desmantelar completamente el proyecto de gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia, Alemania y otros países de la UE. Washington planea sancionar a las compañías que participan en el consorcio, incluida la alemana Wintershall GmbH, e incluso a los bancos que financien la construcción. Perspectivas sombrías para el Kremlin.

El arsenal de Putin versus el de Washington

Es probable que Moscú prohíba el paso de aviones civiles estadounidenses a través de su espacio aéreo, si Washington veta a Aeroflot. El gobierno ruso también podría detener las importaciones de vino californiano, así como cerrar los dos consulados estadounidenses restantes, en Vladivostok y Ekaterimburgo. Esto conduciría al cierre de las dos sedes consulares rusas restantes en Estados Unidos: Houston y Nueva York.

Un arsenal bastante limitado, comparado con el que Estados Unidos puede desplegar. Moscú carece ahora de posibilidades de influir en la administración estadounidense. La rapidez con la que las declaraciones de Donald Trump, favorables a Rusia, tras su reunión con Vladimir Putin en Helsinki, fueron anuladas y reemplazadas por una nueva ronda de sanciones, demostró que la política estadounidense sobre Rusia, está ahora casi, completamente, en manos del Congreso. Al mismo tiempo, la falta de confianza entre los dos países se acerca a los niveles de la Crisis de Misiles de Cuba.

La dirigencia rusa parece haber perdido su inigualable capacidad de intimidar a Occidente. Nadie, al menos en Washington, parece temer ya la imprevisibilidad de Moscú. Y aunque los ingresos del petróleo y el gas aún evitan una fuerte protesta social contra el Kremlin, las sanciones y el aislamiento político internacional están cobrando su precio, poco a poco.

Konstantin Eggert (jov/er)

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