Sangre proscrita en plena crisis sanitaria por coronavirus
13 de abril de 2020Corrían los años ochenta del siglo pasado y otra pandemia azotaba el mundo: el VIH/sida. Fue entonces cuando, tras descubrirse casos de donación de sangre infectada con el virus de la inmunodeficiencia humana, muchos países introdujeron los controles de donación sangre vigentes en la actualidad, en ocasiones, aún influenciados por la misma estigmatización que en esa época.
Hace unos días, Estados Unidos anunció la histórica revisión de su prohibición de donar sangre a hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los cuales solo podían ser donantes si mantenían el celibato durante doce meses. A partir de ahora, el período de abstinencia sexual será solo de tres meses. El objetivo es tratar de reducir el riesgo de infección de VIH, que tarda unos tres meses en manifestarse en las analíticas.
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En otros países, como México, Argentina o España, las restricciones a la donación de sangre no están vinculadas con la orientación sexual del potencial donante o el género de sus parejas, sino con lo que se conoce como prácticas de riesgo, como mantener relaciones sexuales sin protección. Mientras tanto, países como Alemania o Austria mantienen la exigencia de un celibato de doce meses. Los liberales alemanes del FDP han pedido al Gobierno germano acabar con esta reglamentación "absurda”.
En las jurisdicciones donde todavía se mantienen prohibiciones o restricciones de esta índole, el activismo a favor de la igualdad de las personas LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales) critica el carácter discriminatorio y estigmatizante de estas normativas. De hecho, su lógica se remonta a la crisis del VIH/sida y a la consideración de las poblaciones más afectadas, entre ellas los hombre gais y bisexuales, como grupos de riesgo en sí. El riesgo, según dicho planteamiento médico y político, no era la práctica de relaciones sin protección, sino la homosexualidad. Hicieron falta varias décadas de activismo para cambiar este marco ideológico.
Pero esta lógica pervive. Pese a que la región latinoamericana en general ha dejado atrás este tipo de restricciones, hay destacadas excepciones. Brasil exige a los hombres que tienen sexo con hombre ese mismo celibato de doce meses para poner donar sangre. En Venezuela directamente lo tienen prohibido.
"No tiene sentido, en mi opinión es estigmatizante y discriminatorio”, dice a DW el activista César O. Pacheco, de la ONG venezolana Acción Solidaria. "Las normas están basadas en prejuicios que estigmatizan a una parte de la población y que, además, limitan la disponibilidad de sangre para salvar vidas”.
Precisamente la necesidad de más donaciones de sangre en la difícil coyuntura sanitaria provocada por la actual pandemia del SARS-CoV-2 es lo que ha llevado a EE. UU. a relajar sus restricciones. Con un sistema sanitario al límite -en ocasiones al borde del colapso- como consecuencia de la expansión nuevo coronavirus, hacen falta donantes de sangre, ahora más que nunca.
"Esta contraindicación es injustificada”, dice a DW el especialista en inmunología e infectología Carlos Pérez, del hospital de Lídice, en Caracas. "Solo obedece al estereotipo de que el VIH en sus inicios fue considerado el cáncer gay, pero no tiene sentido 30 años después del inicio de los casos de VIH”.
DW intentó obtener la valoración al respecto del jefe del Programa Nacional de Sida venezolano, pero el Ministerio del Poder Popular para la Salud no autorizó la entrevista.
La pervivencia del estigma en Perú
En otros lugares, la realidad cotidiana boicotea la igualdad legal. Hasta 2018, Perú también exigía a los hombres gais y bisexuales haber pasado doce meses sin mantener relaciones sexuales, pero las autoridades cambiaron la normativa por la presión de varias organizaciones de la sociedad civil. En teoría, ya no está permitido preguntarle al potencial donante por el género de sus parejas sexuales.
"Pero en la práctica eso no se cumple”, dice a DW Gabriela Oporto, coordinadora de litigio estratégico de la ONG Promsex. "Todavía hay hospitales que mantienen los formularios antiguos en los que coloca a los hombres gais o a las personas que consumen drogas como población de riesgo”. Solo las denuncias individuales han sacado estos casos a la luz. No se sabe cuántos centros sanitarios más siguen aplicando esta normativa rechazada por discriminatoria y contraproducente -pues resulta en la pérdida de potenciales donantes-, pero es una realidad de la que las autoridades son conscientes.
"Ya no es algo institucional, pero en las cabezas de las personas siguen perviviendo estigmas que asocian a la población LGBTI con el VIH o infecciones de transmisión sexual que se pueden transmitir por transfusión”, dice a DW el doctor peruano José Luis Sebastián Mesones.
"Lo importante es salvar vidas”
El también presidente del capítulo peruano de AHF, organización que combate el VIH diferentes partes del planeta, insiste en la importancia de que los países que mantienen estas restricciones -como Alemania- dejen atrás una práctica que "ya queda únicamente en el ámbito del prejuicio”. Las pruebas de tamizaje que se realizan a la sangre del donante, explica el médico, permitirían descartarla en el hipotético caso de que se detectase una infección.
Sobre todo en tiempos del COVID-19, agrega Sebastián Mesones, que ha puesto en jaque a los sistemas sanitarios de todo el mundo: "No podemos estar excluyendo a nadie, sobre todo a gente que lo único que quiere es ayudar”. En el mismo sentido se pronuncia el venezolano Pacheco, desde Caracas: "Lo importante es salvar vidas”.
(cp)
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