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Santiago Sierra desata iras en Alemania

Luna Bolívar Manaut14 de marzo de 2006

Santiago Sierra, un español de 39 años, es noticia estos días en Alemania. La forma en que manifiesta querer protestar contra la "banalización del Holocausto" le ha valido duras críticas.

Santiago Sierra, un provocador nato.Imagen: Santiago Sierra


Una vez al año desde 1991, la sinagoga de Pulheim, una pequeña ciudad cercana a Colonia, se convierte en sala de exposiciones para la obra de un artista. La única condición es que la muestra se refiera al Holocausto e invite al diálogo con la opinión pública para que la trágica historia no caiga en el olvido.

El invitado a hacer uso de la sinagoga era en esta ocasión el español Santiago Sierra. Sierra es famoso por sus obras con alto contenido crítico y gran intención provocadora, pero los organizadores del evento nunca hubieran imaginado que el proyecto del español les fuese a traer tantos dolores de cabeza. La comunidad judía alemana ha puesto el grito en el cielo y, de momento, la exposición queda suspendida.

En el interior de una cámara de gas

En diversos países, Sierra ha hecho acto de presencia con sus obras que crean controversia.Imagen: picture-alliance / dpa/dpaweb

"245 metros cúbicos", como se llama el trabajo de Sierra, debía ser, según la intención del autor, un monumento contra la "banalización del recuerdo del Holocausto". En opinión del secretario general del Consejo Central de los Judíos de Alemania es, sin embargo, "un escándalo".

Con ayuda de seis coches, Sierra llenó de dióxido de carbono la sinagoga de Pulheim, convirtiéndola en una gran cámara de gas. Los gases venenosos no eran un truco artístico, sino realmente mortales. Cada visitante podía permanecer como mucho 5 minutos en el interior de la sinagoga, por supuesto protegido con una máscara.

En todo momento, el espectador recorría el edificio custodiado por una pareja de bomberos, que tuvieron que ser contratados a una empresa privada porque los de la ciudad no aceptaron la tarea. Antes de poder entrar en el edificio, los visitantes debían firmar un papel declarando no tener problemas cardíacos, circulatorios, no tender al pánico ni, las mujeres, estar embarazadas.

Dar al público la oportunidad de "sentir la certeza de la muerte individual", es en palabras de Sierra lo que ofrecía su obra. Las críticas desatadas han llevado al departamento de cultura de la ciudad de Pulheim a suspender temporalmente el acto, que debía permanecer abierto cada domingo hasta el 30 de abril.

La lluvia de críticas

Ralph Giordano: uno de los más duros críticos de la obra de Sierra.Imagen: AP

En la oficina de Angelika Schallenberg no para de sonar el teléfono y la directora del departamento de cultura de Pulheim está al borde del ataque nervioso. Sierra no concede entrevistas ni comentarios a la prensa, y a ella le llegan todas las quejas y todas las preguntas. Con quien sí piensa hablar Sierra es con el Consejo Central de los Judíos de Alemania. Tras el encuentro se decidirá si la exposición se reabre o no.

Y es que judíos de toda condición han hecho oír sus críticas, en un país muy sensible a tales voces. Desde de mal gusto a mezquina, la obra ha sido calificada de todas las maneras, y ninguna buena. "Si Sierra hubiese tenido la más mínima relación con el mundo de las víctimas [del Holocausto] hubiera desechado su obra de Pulheim", dijo Ralph Giordano, famoso escritor judío cuya familia murió casi al completo en el Holocausto nazi. "Esto no tiene nada que ver con la cultura del recuerdo", añadió Giordano.

El vicepresidente de Comité Internacional de Auschwitz, Christoph Heubner, calificó por su parte la exposición de "brutal y sin compasión", por lo que su organismo espera que "el espectáculo permanezca cerrado".

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