Como buen hombre de acción que es, el presidente galo no llegó con las manos vacías a su encuentro con Lula en la frontera de la Guayana francesa con Brasil. Su equipaje contenía una serie de ofertas y así, al término de la entrevista, se pudo anunciar un acuerdo para poner en marcha una amplia cooperación en materia de defensa, que será concretado de aquí a fines de año. “Estamos dispuestos a transferir a Brasil no sólo material militar”, dijo Sarkozy, subrayando que “no existe ningún tabú”.

Transferencia tecnológica

Francia se dispone, específicamente, a fabricar en Brasil el submarino modelo Scorpen, así como a transferir tecnología a la potencia sudamericana de manera que también se pueda construir allí aviones cazas y helicópteros. Igualmente se habló de estrechar lazos en materia de medio ambiente, infraestructura y biocombustibles. “Brasil es amigo de Francia”, afirmó Sarkozy, asegurando que “los franceses somos transparentes con nuestros amigos”.

Agradecimientos mutuos hubo en la cita sudamericana: de parte de Lula, por el apoyo francés a una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, que podría abrir las puertas a Brasil para ocupar un asiento permanente; y de parte de Sarkozy al mandatario brasileño, por sus esfuerzos en pro de un arreglo humanitario que posibilite la liberación de los rehenes de las FARC, entre quienes se cuenta Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial colombiana de origen galo, .

Récord de impopularidad

En suma, los espaldarazos recíprocos resonaron en la Guayana Francesa, para beneplácito de ambos gobernantes. Pero muchos se preguntan cuánta fuerza podrá dedicar el presidente francés a sus proyectos internacionales, en vista de los problemas que lo agobian en casa y de los que tampoco logró zafarse en tierras sudamericanas, en vista del asedio periodístico. “Llamo a todos a tener la mayor sangre fría y la mayor calma”, dijo el jefe de Estado galo, ante las insistentes consultas de la prensa, tras haber reconocido la existencia de “dificultades”.

Las dificultades en cuestión son múltiples. Por una parte, la popularidad de Sarkozy se ha desplomado estrepitosamente en el último mes. Sólo un 39% de los franceses se manifiesta ahora satisfecho con la gestión del presidente, según una encuesta del instituto Ipsos, llevada a cabo por encargo de la revista Le Point. Y ese es un récord negativo para un presidente que aun no cumple un año en funciones.

Flancos débiles

Por lo visto, la ciudadanía francesa no comulga con el estilo farandulero de su presidente, que ha hecho últimamente más noticia por su fulminante romance y boda con Carla Bruni que por sus logros gubernamentales. En el terreno económico, sus reformas no avanzan con la rapidez esperada en la Unión Europea, que presiona a París para que sanee su presupuesto fiscal hasta el 2010, es decir, dos años antes de lo que pretende el gobierno.

Y en el terreno netamente político también se ha desatado un caos por la candidatura del UMP en Neuilly, bastión del partido, donde el propio Sarkozy gobernó el municipio durante dos décadas. Y ello faltando apenas cuatro semanas para las elecciones municipales. Para un presidente como éste, obsesionado por el éxito y la eficacia, es un trago amargo. Pero Sarkozy no se amilana y sigue luciendo como emprendedor y visionario, por lo menos a miles de kilómetros de París, en la Guayana Francesa.