Alemania se enfrenta a una de las crisis institucionales más difíciles de su pasado reciente. Tras el fracaso electoral de la Coalición Rojiverde (Los Verdes y el Partido Socialdemócrata), en el estado de Renania, el gabinete de gobierno se encuentra ahora contra la espada y la pared. El canciller alemán Gerhard Schröder pretende reafirmar la confianza en su plan de reformas convocando elecciones anticipadas.

En contra de propios y extraños

No sólo la derrota electoral sino también la convocatoria de elecciones se le atraviesa al canciller Schröder. La oposición se muestra disconforme con sus planes para perder la cuestión de confianza ante el Bundestag y así forzar la convocatoria de elecciones. También dentro de su propia coalición gobernante se han levantado voces en contra.

Sus hasta ahora aliados, Los Verdes, se muestran cada vez más distantes con sus socios de gobierno. Daniel Cohn- Bendit, presidente del grupo parlamentario europeo calificó la coalición como inexistente y declaró que ambos no pueden presentarse juntos a las urnas. Por su parte la oposición conservadora se remite a la irregularidad del proceso de convocatoria electoral exigiendo la dimisión de Schröder, opción que el canciller descarta.

Proceso problemático

En cuanto al procedimiento para convocar nuevas elecciones, incluso expertos jurídicos del país afirman la inconstitucionalidad que supone cesar al canciller sin razón suficiente. Este caso sólo esta previsto en la Constitución alemana en el caso de existir un conflicto entre el Parlamento y el Gobierno.

La derrota electoral no ofrece las condiciones necesarias y provocar el cambio de gobierno sólo para reafirmar el apoyo del electorado al plan reformista de Schröder no sería suficiente. "Si faltan razones constitucionales quedan sólo los caminos de la dimisión o la reforma de la constitución", aclara Paul Kirchhof, antiguo juez del Tribunal Constitucional.

Critica interna

También dentro del propio partido se escuchan voces que critican la estrategia del equipo de Schröder. Esta vez no en lo relativo a la convocatoria de elecciones sino a la manera de plantearlas. La fracción más progresista del partido reclama a Schröder un mejor planteamiento del programa electoral: con el plan de reformas Agenda 2010 no se pueden ganar los comicios. Así lo declaró Andrea Nahles, militante en la fracción izquierdista del partido: "los ciudadanos no votan el pasado sino las expectativas. La agenda 2010 no es suficiente".

Nahles calificó además de impropia la estrategia de personalizar la campaña en la figura de Schröder. Tendría más sentido enfrentarse a la oposición con temas básicos en los que el SPD puede ganar y su posición difiere de sus contrarios. En este caso, el partido cobraría fuerza proponiendo temas como el sistema sanitario, laboral, política exterior o energética, como centro de la campaña. La activista del SPD también animó al presidente del grupo parlamentario, Franz Müntefering, a continuar con la crítica al capitalismo. Tras la derrota electoral en Renania, corren malos tiempos para la izquierda alemana, que se encuentra dividida y sin un programa claro de cara a las próximas elecciones.