Schröder y Putin: una relación peligrosa
10 de septiembre de 2004Hay algo que quedó muy claro en la última semana: Desde Berlín, Vladimir Putin no tiene que temer ninguna crítica por su política en el Cáucaso.
Durante el debate parlamentario, el pasado miércoles, el canciller alemán, Gerhard Schröder, subrayó de nuevo su apoyo total a Putin cuando dijo que una desintegración de Rusia –es decir, la independencia de Chechenia- amenazaría también la estabilidad de Alemania. Para Schröder, el valor estratégico de mantener buenas relaciones con Rusia tiene absoluta prioridad.
Con sus demostrativos gestos de cordialidad, Schröder y Putin se situan en la tradición de las amistades personales que mantuvo Helmut Kohl, el antecesor de Schröder, con Mikhail Gorbachev y Boris Yeltsin. Aparte de Tony Blair y Jaques Chirac, no hay ningún otro jefe de Estado con quien Schröder se encuentre tantas veces como con Putin. Agradecidamente, el jefe del Kremlin hasta se acerca a Hannover, la ciudad natal de Schröder, para festejar con él su cumpleaños.
Rusia y Alemania se entienden
Obviamente no se trata sólo de una amistad personal común y corriente, de ir juntos a pescar, o compartir otros hobbies. La química personal puede constituir un factor decisivo en las relaciones entre dos países. Schröder y Putin, al igual que otros, son muy conscientes de ello.
En gran parte es mérito de Schröder el haber reforzado los lazos de Rusia con los países occidentales y haber impedido el distanciamiento de un país desmoralizado y herido tras la desintegración de la Unión Soviética. La política de Schröder también reportó frutos en las relaciones económicas. El comercio con Rusia alcanza cifras record. Jamás la presencia de empresas alemanas en Rusia fue tan nutrida como hoy. Con su política de estrecha cooperación, Schröder también asegura los puestos de trabajo en Alemania.
No obstante, cabe preguntar si esa estrategia, guiada por intereses geo-políticos y económicos, no viola los principios que defiende la política europea: la pluralidad de opiniones, la solución pacífica de conflictos y los derechos humanos.
Hay que hablar claro, también entre amigos
Sin duda, Putin ha logrado superar el caos político y económico que reinaba en la época de Yeltsin. Rusia alcanza en este año un crecimiento económico vertiginoso de 7,4%. Sin embargo, la serie de atentados en las últimas semanas demuestra que Putin no es capaz de garantizar la seguridad en su país. El hombre fuerte del Kremlin busca refugio en la doctrina de los golpes preventivos de George W. Bush. Pero hasta ahora no existen evidencias de que esos golpes preventivos ayuden a establecer seguridad o combatir el terrorismo. Las experiencias en Afganistán e Irak no son muy alentadoras.
Buscar una solución política en Chechenia no significa tener que hablar con terroristas que toman niños como rehenes. Hay que identificar a las voces moderadas en Chechenia y buscar un dialogo que siente las bases para una futura coexistencia pacífica, aunque pasen años. No sólo los últimos acontecimientos en Beslán demostraron asimismo que en Rusia se viola la libertad de prensa. Putin debe reconocer que, a largo plazo, la modernización no funciona sin la libertad.
Gerhard Schröder debería tener la confianza de decirle estas cosas a su buen amigo.
Aunque sea durante la pesca o tomando un vaso de vodka.