Colombia: se agrava crisis por desplazamiento en Nariño
2 de febrero de 2020
Nariño, fronterizo con Ecuador y uno de los que más hectáreas de siembra de coca tiene en el país, es un corredor estratégico para la salida de cocaína hacia el Pacífico.
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Unas 1.600 personas tuvieron que abandonar en las últimas semanas sus viviendas en zonas rurales de Roberto Payán, en el departamento colombiano de Nariño (suroeste), por enfrentamientos entre grupos armados ilegales, confirmó este domingo (02.02.2020) a Efe el Gobierno local.
Esa cifra se suma a alrededor 4.000 desplazados de municipios como Tumaco y Olaya Herrera, también ubicados en la costa pacífica nariñense, donde desde noviembre pasado se ha recrudecido el conflicto armado, con enfrentamientos constantes entre grupos armados ilegales, dijo a Efe el alcalde de Roberto Payán, Juan Carlos Sinisterra.
Datos de la Alcaldía precisan que debido a la violencia desde noviembre han llegado a Roberto Payán unas 400 familias, que representan más de 1.600 personas. Los desplazamientos más recientes se reportaron esta semana. Hoy arribaron al casco urbano varias familias desde la zona de Guacuco Patía y el viernes llegaron otras 35, procedentes de la zona de Negrito, donde tres personas murieron el pasado martes víctimas de una mina antipersonales, confirmó el alcalde.
Tumaco
Una situación similar se vive en otros municipios de Nariño, como Tumaco, donde a mediados de enero más de 3.300 personas abandonaron sus viviendas en zonas rurales por enfrentamientos entre grupos armados ilegales. Aunque la Administración local ha organizado el retorno de la población a sus viviendas con el acompañamiento de la fuerza pública, la tensión persiste.
Un infierno llamado Tumaco
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Presencia de grupos armados ilegales
Nariño, fronterizo con Ecuador y uno de los que más hectáreas de siembra de coca tiene en el país, es un corredor estratégico para la salida de cocaína hacia el Pacífico. Es por eso que allí hay presencia de bandas dedicadas al narcotráfico y de disidencias de la desmovilizada guerrilla de las FARC, sobre las que no existe un número preciso de integrantes.
Los grupos armados ilegales suelen enfrentarse entre sí o con las autoridades por el control territorial de las zonas donde se cultiva coca y de las rutas para sacar la cocaína hacia el Pacífico, lo que provoca desplazamientos de campesinos o incluso muertes.
La Defensoría del Pueblo de Colombia calcula que entre enero y octubre del año pasado fueron desplazadas 15.140 personas en ocho departamentos como consecuencia del conflicto.
En ese periodo, el departamento más golpeado fue el de Nariño, en donde 5.423 personas de 2.028 familias fueron desplazadas forzosamente.
Según un informe de la Misión de Verificación de la ONU sobre la implementación del acuerdo de paz con las FARC, firmado en 2016, la presencia de grupos armados ilegales en algunas zonas, como Tumaco, "sigue teniendo consecuencias devastadoras, como reclutamientos forzados de menores, homicidios, desplazamientos, confinamientos y ataques y amenazas contra las autoridades y los líderes étnicos".
FEW (EFE, La FM)
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Guerrilleras de las FARC: del combate a la paz
Jóvenes mujeres que forman parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia fueron inmortalizadas vestidas con uniforme militar y con ropa de calle. Un antes-después que pronto podría ser realidad.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Yeimi, Frente 48 de las FARC. 23 años
Cuando el próximo 26 de septiembre se firme la paz, no solo se habrá puesto término a más de medio siglo de conflagración en Colombia, sino que también cambiarán las vidas de miles de combatientes. En la imagen se ve a Yeimi, de 23 años y con 10 como miembro de las fuerzas rebeldes. Su sueño es estudiar computación una vez que se desmovilice.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Yuri, Frente 32. 18 años.
Tras esa sonrisa infantil se encuentra Yuri Rentería, combatiente del Frente 32 de las FARC. Para ella, que lleva cuatro años combatiendo en la selva, el futuro se pinta de estudios de ingeniería. La imagen forma parte de una serie obtenida por la agencia AP, que fotografió a varias guerrilleras con uniforme y como civiles, como antesala del nuevo mañana.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Mayerti, Frente 32. 18 años
Justo cuando empezaron los diálogos de paz en La Habana entre la guerrilla y el Gobierno de Colombia, hace cuatro años, Mayerli se sumó a las unidades del Frente 32 de las FARC. Entonces tenía 14 años. Hoy, con 18 y toda la vida por delante, espera estudiar enfermería tras la desmovilización.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Derly. Frente 49. 24 años
Nueve años de su vida Derly los pasó combatiendo en la selva como miembro del Frente 49 de las FARC, que opera(ba) en el departamento de Caquetá. Si el 2 de octubre los colombianos votan por el sí al acuerdo de paz, Derly tendrá una oportunidad de probarse a sí misma y empezar a prepararse para estudiar medicina, que es la profesión que aspira tener una vez que las armas hayan sido calladas.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Sofía, Frente 49. 19 años
Seguramente fue involuntario, pero Sofía posa con cara de tristeza en uniforme y con una amplia sonrisa como civil. Esta joven de 19 años, seis de ellos en la zona de Caquetá combatiendo como parte del Frente 49 de la guerrilla, quiere estudiar leyes. Desde que comenzó la guerra en Colombia, más de 250 mil personas han perdido la vida y millones han sido desplazadas.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Johana, Frente 32. 19 años
Como muchas de sus compañeras, y quizás por lo que vio en los combates, Johana quiere ser enfermera. Ingresó con 13 años a la guerrilla, donde pasó seis años de su vida. Es miembro del Frente 32 asentado en Putumayo y que forma parte del Bloque Sur de las FARC. Toma el fusil con seguridad y prestancia, pero más segura y presta se ve de civil.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara
Yiceth, 18 años
Yiceth pasó a engrosar las filas de las FARC cuando tenía 14 años, hace cuatro. Ella, como todas las otras jóvenes de esta galería, forma parte de los numerosos adolescentes que combatieron, contraviniendo acuerdos internacionales. Ahora desea cumplir dos anhelos: terminar la secundaria y estudiar enfermería. Si la guerra continuara, sus sueños y los de cientos de combatientes se verían truncados.