La relación entre Estados Unidos y China será el tema central de la próxima presidencia de Joe Biden, opina Alexander Görlach.
Publicidad
La línea dura adoptada por Donald Trump hacia la República Popular China, que también viola tratados, es igualmente apoyada por muchos demócratas en Estados Unidos. En los acalorados tiempos de Trump, los problemas de Hong Kong y Taiwán, ambos lugares que han sentido con rigor el nuevo control autoritario de Pekín, fueron dos de los pocos temas que no fueron controvertidos entre republicanos y demócratas. En el Congreso, ambas partes han tomado medidas conjuntas contra los abusos de los derechos humanos cometidos por China.
Joe Biden ciertamente no cerrará las iglesias cristianas en Estados Unidos o dejará que la gente aprenda chino para halagar a Pekín y someterse a los comunistas, como afirmó Donald Trump en la campaña electoral. Es más probable que ocurra lo contrario, porque se considera que el enfoque de política exterior de la administración Obama, que se basó en la conciliación, ha fracasado. Episodios como el del Dalai Lama, teniendo que usar la entrada de servicio en Washington, mientras que Pekín le extiende la alfombra roja a los mulás de Teherán, definitivamente deberían ser cosa del pasado.
La influencia en las organizaciones internacionales
Además, para posicionarse adecuadamente frente a China, EE.UU. tendrá que recuperar y ampliar su papel en las instituciones internacionales. En los últimos cuatro años, China ha ampliado su influencia en los organismos de la ONU: en las Naciones Unidas fue propagada una versión china de los "derechos humanos" que excluye todos los derechos civiles. En la Organización Mundial de la Salud, Pekín usó su poder para restar importancia a la pandemia al comienzo de esta. La mayor parte de la presión sobre la República Popular deberá ejercerse a través de la Organización Mundial del Comercio.
Sin embargo, el tema más importante para la administración Biden será Taiwán. Pekín amenaza al país insular democrático e independiente con la anexión. Donald Trump mejoró las relaciones con Taipei como ningún otro presidente en las cuatro décadas anteriores a él. Con Donald Trump, Estados Unidos no terminó de definir de manera concluyente su garantía de seguridad para Taiwán, que se remonta a una época en que la isla tenía más peso económico que China: ¿Se llegará a una intervención militar si Taiwán es atacado desde el continente?
Publicidad
La importancia estratégica de Taiwán
La administración Biden tendrá que averiguar desde el principio si está dispuesta a ir a la guerra por Taiwán. Para EE.UU., el país no solo es un baluarte contra Pekín directamente frente a su costa, sino que también es uno de los principales productores de chips de computadora para todo el mundo. Pero, ante todo, Taiwán es un socio democrático que, en Asia Oriental, junto con Corea del Sur y Japón, forma un eje de amistad con las democracias de todo el mundo.
Con la derrota electoral de Donald Trump se retira del escenario político alguien que rinde homenaje a los autócratas y desprecia el sistema democrático. Esas son buenas noticias. Sin embargo, los próximos pasos que dé su sucesor serán decisivos para sentar las bases de un resurgimiento sostenible y a largo plazo de un orden democrático y libre.
Alexander Görlach es miembro principal del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales e investigador asociado en el Instituto de Religión y Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge. Tiene un doctorado en lingüística y teología y fue becario y profesor visitante en la Universidad de Harvard de 2014 a 2017, y profesor visitante en la Universidad Nacional de Taiwán y en la Universidad de la Ciudad de Hong Kong de 2017 a 2018.
Hong Kong: más de dos décadas de confrontación con China
El 1 de julio de 1997, Hong Kong volvió a manos de China, tras haber pasado 156 años bajo control británico. La historia de este territorio ha estado marcada por protestas contra China.
Imagen: REUTERS/File Photo/B. Yip
1997: momento histórico
La entrega de la soberanía de Hong Kong de manos del Reino Unido a la República Popular China ocurrió el 1 de julio de 1997. El territorio del delta del río Pearl de China se convirtió en una colonia británica en 1842 y fue ocupado por Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Después del regreso de Hong Kong a China, la situación política fue descrita como: "un país, dos sistemas".
Imagen: Reuters/D. Martinez
1999: familias separadas
Las familias que habían sido separadas por la frontera de Hong Kong esperaban reunirse después del regreso de este territorio a China, pero con la cuota diaria de 150 chinos continentales autorizados para establecerse en Hong Kong, muchos siguieron lejos de sus familiares. Esta foto de 1999 muestra a visitantes chinos protestando después que se les negara el permiso de residencia.
Imagen: Reuters/B. Yip
2002: esperanza perdida
El tema del rechazo de la residencia para chinos continentales en Hong Kong volvió a estallar en abril de 2002, cuando Hong Kong comenzó a deportar a 4.000 chinos que habían perdido batallas legales para permanecer en el territorio. Estas familias fueron desalojadas de un parque en el centro de la ciudad donde habían estado protestando.
Imagen: Reuters/K. Cheung
2003: la pandemia del SARS
El territorio fue duramente afectado por el virus de la gripe SARS. En marzo la OMS lo declaró pandemia. El hombre que se ve en la foto asistió al funeral del doctor Tse Yuen-man el mes de mayo. El médico Tse se había ofrecido voluntariamente para atender a pacientes con SARS. Hong Kong fue declarado libre del virus en junio de 2003, después que casi 300 personas murieron por esta enfermedad.
Imagen: Reuters/B. Yip
2004: lucha por la democracia
La política china de "un país, dos sistemas"ha creado a menudo tensiones. En 2004, en el séptimo aniversario del retorno a la soberanía china, cientos de miles de personas protestaron en Hong Kong exigiendo una reforma política. Los manifestantes pedían democracia y elecciones directas para escoger al próximo líder de Hong Kong.
Imagen: Reuters/B. Yip
2008: no hay lugar para vivir
El aumento de los precios inmobiliarios en Hong Kong obligó a cobrar alquileres más caros. En 2008 no era raro ver a gente como Kong Siu-kau viviendo en las llamadas "casa jaulas", cubículos de malla de alambre de 1,4 metros cuadrados. Hoy se estima que 200 mil personas viven en una jaula u ocupan una cama en un apartamento compartido.
Imagen: Reuters/V. Fraile
2009: recordando en la plaza de Tiananmen
En el vigésimo aniversario de la brutal represión del Gobierno chino en la plaza de Tiananmen, los residentes de Hong Kong se reunieron en una vigilia a la luz de las velas en el parque Victoria. En esa oportunidad se vio lo diferente que es Hong Kong de China, donde la masacre de los partidarios y estudiantes prodemocracia del 4 de junio de 1989 se conoce como el "incidente del cuatro de junio".
Imagen: Reuters/A. Tam
2014: ocupación central
En 2014, protestas a gran escala sacudieron a Hong Kong durante dos meses, las manifestaciones exigían más autonomía. Beijing había anunciado que China decidiría sobre los candidatos en las elecciones del presidente ejecutivo de 2017. Las protestas fueron conocidas como revolución de los paraguas porque los asistentes usaron paraguas para protegerse de las bombas lacrimógenas que usó la policía.
Imagen: Reuters/T. Siu
2015: el deporte se vuelve político
Menos de un año después de las protestas, el 17 de noviembre de 2015, China jugó contra Hong Kong un partido de fútbol por la clasificación para el Mundial. Los invitados no tuvieron un recibimiento amistoso, los aficionados abuchearon mientras se tocó el himno nacional chino y mostraron carteles que decían "Hong Kong no es China". El partido terminó 0-0.
Imagen: Reuters/B. Yip
2016: otro ataque de violencia
En febrero de 2016, las autoridades intentaron desplazar a los vendedores callejeros de un barrio obrero de Hong Kong. Para esto enviaron a la policía antidisturbios, que usó bastones de goma y spray pimienta contra las personas, también hicieron disparos al aire a modo de advertencia. Estos enfrentamientos fueron los peores desde la revolución de los paraguas en 2014.