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¿Se convertirá Brasil en un Estado militarizado?

Thomas Milz
6 de noviembre de 2018

La cuarta mayor democracia será gobernada por exmilitares. El electo presidente Jair Bolsonaro es exparacaidista y el vicepresidente Hamilton Mourão, exgeneral de 4 estrellas. La mitad del Gabinete podría ser militar.

Imagen: picture alliance/dpa/Zuma Wire/L. Belford

La presencia del Ejército se está extendiendo en la sociedad brasileña. Observadores hablan de un "gobierno militar". El probable próximo ministro de Defensa rechaza la afirmación. "Esto no tiene nada que ver con un gobierno militar, nadie piensa en una intervención militar, en autoritarismo", dijo el general Augusto Heleno al diario "O Globo”, y agregó que "se trata del aporte de personas cuyas cualidades el país ha pasado por alto durante mucho tiempo. Pocos conocen a Brasil tan bien como nosotros”. 

A mediados de la década de 1980, Brasil regresó a la democracia, después de 21 años de dictadura. Desde entonces, los gobiernos siempre han valorado su carácter civil. Civiles asumieron el ministerio de Defensa. Ahora, con la victoria electoral de Bolsonaro, los militares quieren ocupar todos campos sociales. Su objetivo es "remediar la triple crisis”: la del declive económico, la escalada de violencia y la corrupción desenfrenada, presuntamente desencadenada por la democracia multipartidista, corrupta e infectada de nepotismo, reza el discurso de Bolsonaro.

Fuerzas Armadas, "garantes” de la seguridad

Desde sus inicios como político, Bolsonaro ha defendido la dictadura y a sus torturadores, que considera "héroes de la Guerra Fría”. En Brasil nunca se llevó a cabo un esclarecimiento de la dictadura, por lo que hoy aparece como aceptable, dice a DW el politólogo Oliver Stuenkel, de la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo, quien concluye que, debido a ello, "hoy las Fuerzas Armadas ahora son vistas como un garante del orden”. El 78% de los brasileños confía en ellas, calcula Datafolha. Mientras solo un 57% cree en la Corte Suprema y el 31% en los partidos políticos. "En Brasil siempre ha habido un oculto deseo de volver al pasado glorioso", reconoce, por su parte, el coronel Robson Rodrigues da Silva, en entrevista con DW, hasta 2016 fue subcomandante de la Policía Militar de Río de Janeiro.

Protestas civiles contra la dictadura militar en Brasil en 1968. Imagen: Arquivo Nacional

"Parte de la sociedad siempre ha querido ese retorno, y ese sentimiento se ha mezclado ahora con el movimiento anticorrupción y el rechazo al Partido de los Trabajadores (PT). Esto nos llevó a esta catarsis que desembocó en la elección de Bolsonaro”, concluye el oficial. "La crisis también es moral, de irrespeto a las instituciones, de falta de amor por la patria y de compromiso con los valores familiares tradicionales”, ha repetido Bolsonaro. Los militares se sienten llamados a mandar en Brasil. El número de escuelas públicas dirigidas por militares y policías está aumentando rápidamente.

Según Bolsonaro, la educación militar debería ser un modelo social. Está previsto reintroducir las lecciones de moral y urbanidad en todas las escuelas. Además, se revisarán los libros de historia: el mismo presidente de la Corte Suprema, Dias Toffoli, prefiere hablar del "Movimiento de 1964" y no de golpe militar. Y los estudiantes de Brasil pronto podrían seguir su ejemplo.

Muchos militares se creen salvadores de la patria. "Tienen una visión mesiánica de que protegerán y salvarán a Brasil y creen que ahora ha llegado su momento de ocupar el aparato estatal”, advierte Rodrigues. Otros militares quieren servir a intereses económicos, como la industria de armas.

Los militares tienen ahora un mayor apoyo en el Congreso. La "bancada da bala", como son llamados los diputados con ideas radicales sobre seguridad interna, creció de 35 a 61 en las elecciones de octubre, según el Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria (DIAP). En el Senado, esa bancada debutó con 15 senadores, entre ellos, el hijo Flávio de Bolsonaro.

El que arma a un pueblo, arma un problema

La "bancada de bala" quiere legalizar la portación de armas de los ciudadanos y permitir la ejecución de criminales por parte de soldados y policías. "Una línea dura muy popular, pero con fatales consecuencias”, advierte el juez Robson Rodrigues. Como jefe de las unidades de pacificación de la "Policía Pacificadora" (UPP) en las favelas de Río de Janeiro, aprendió que la fuerza no es la solución porque "esta es una estúpida militarización que no se basa en la capacitación de la Policía ni en la inversión en los sectores sociales desfavorecidos”.

No todos los militares están contentos con su creciente politización. Algunos temen que un fracaso de Bolsonaro los dejaría mal. En la población hay desconcierto. Si bien Datafolha registró en junio un 78% de confianza en los militares, hoy la mitad de los brasileños teme a una nueva dictadura militar. Y el 31% cree que el riesgo de toma de poder por parte de las Fuerzas Armadas es ahora particularmente alto.

(jov/cp)

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