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Se exige una reestructuración drástica de la agricultura mundial

Dpa/lbm15 de abril de 2008

Si se quiere evitar un desastre social y ecológico, los métodos mundiales de cultivo deben cambiar "radicalmente", concluye la Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola para el Desarrollo, IAASTD.

La agricultura debe volver a sus orígenes: cultivos y métidos tradicionales.Imagen: picture-alliance/dpa

"Tenemos que producir más pero, sobre todo, producir de otra forma", comentó Guilhem Calvo, de la UNESCO, la organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de Naciones Unidas. Mantener "el statu quo no es una opción".

Los expertos de la IAASTD hablan en su informe sobre la situación de la agricultura y el suministro de alimentos en el mundo. La conclusión: para que la comida llegue en cantidades suficientes a los pobres y a los hambrientos de este planeta, se requieren trasformaciones drásticas en agricultura global.

De lo contrario, las protestas motivadas por el hambre, el drama social y la consecuente inestabilidad política, así como el desastre ecológico, no podrán evitarse.

Regreso a los orígenes

La agricultura industrial ha llegado a sus límites. Por lo tanto, se hace necesaria la vuelta a los modos de producción naturales y sostenibles, opinan los autores del estudio, que ha sido subvencionado, además de por la UNESCO, por el Banco Mundial, la organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), y algunas empresas privadas y organizaciones no gubernamentales.

La agricultura industrial ha llegado a sus límites.Imagen: picture-alliance/dpa

Así, dicen los 400 miembros de la IAASTD, la divisa para combatir el hambre y la pobreza mundial, y el cambio climático, es “regresar a los orígenes”: que cada región retome el cultivo de sus productos tradicionales, el uso de abonos naturales y de las semillas recolectadas en sus propias tierras.

La agricultura moderna ha logrado en los últimos 50 años aumentar “significativamente la producción de alimentos”, reconocen los científicos, “pero sus ventajas no llegan a todos de forma equitativa y tienen un coste excesivo que pagan principalmente los pequeños campesinos, los trabajadores del campo, las zonas rurales y el medio ambiente”.

El cultivo intensivo e industrial degrada los suelos, convierte el agua en un bien escaso, destruye la biodiversidad. De este modo, la agricultura ataca al medio ambiente, contribuye al calentamiento global y es responsable de las graves consecuencias climáticas que afectan en primer lugar los países del Tercer Mundo.

Producción natural, comercio justo

Con el trasfondo de las subidas en el precio de los alimentos, que amenazan con desencadenar una hambruna mundial a gran escala, el debate sobre los biocarburantes y los recientes problemas políticos de varios países, como Haití, incapaces de alimentar a sus ciudadanos, el informe de la IAASTD se publica en un momento especialmente propicio para sus exigencias.

La UE aprobó en 2003 su Reforma Agraria.Imagen: AP

Si la buena oportunidad llevará también a un movimiento real es otra cuestión. Lo que reclaman los expertos es difícil de aplicar: piden nada más y nada menos que una reestructuración profunda de la agricultura global, que no sólo exige cambios en la producción sino también la comercialización, a fin de que ésta sea más justa y no castigue siempre a los que menos tienen.

Con la Reforma Agraria aprobada en 2003, la Unión Europea ha dado un paso en la dirección adecuada, opinan los científicos de la IAASTD. Y, mientras tanto, 64 países se han comprometido con su firma a cumplir con los ambiciosos objetivos, entre ellos Francia y Polonia, pero también China, Brasil, India e incluso Uganda. Alemania no cuenta como uno de los firmantes.

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