Secuestran a cuatro líderes de etnia garífuna en Honduras
19 de julio de 2020
Testigos acusan del allanamiento de morada y captura a "personas armadas vistiendo chalecos de la Dirección de Investigación Policial (DPI)".
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Cuatro dirigentes de la etnia garífuna de Honduras fueron secuestrados este sábado (18.07.2020) por presuntos elementos policiales en la caribeña comunidad de Triunfo de la Cruz, informaron activistas de organismos no gubernamentales y el Ministerio de Derechos Humanos.
En medio de la pandemia del COVID-19, llegó un grupo armado a Triunfo de la Cruz, unos 220 km al norte de la capital, "y se llevó entre otros al dirigente Sneider Centeno", denunció en un Twitter la dirigente garífuna Miriam Miranda. "Exigimos su pronta aparición con vida", añadió.
Sneider Centeno es el presidente del Patronato de la citada comunidad, situada sobre el litoral caribeño y miembro activo de la Organización Fraternal Negra de Honduras (Ofraneh), que también condenó el sucuestro.
Por su parte, la Secretaría de Derechos Humanos dijo en un comunicado que solicitó a los "órganos de seguridad del Estado iniciar acciones inmediatas que permitan (...) dar con el paradero de las personas" e "identificar a los responsables".
Según publicaciones en las redes sociales, los supuestos agentes llegaron a la casa de cada uno de los cuatro garífunas y se los llevaron.
En 2015 la comunidad garífuna, de 10.000 habitantes, ganó una demanda en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que obligó al Estado de Honduras a otorgarle "un título de propiedad colectiva" sobre los territorios donde habitan.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) logró comprobar que el Estado pretendía despojar de sus tierras a los garífuna para propiciar la construcción de grandes proyectos turísticos en ese paraje natural.
La CorteIDH declaró que Honduras es internacionalmente responsable por la violación del derecho a la propiedad colectiva, por haber incumplido sus obligaciones de delimitar y demarcar cientos de hectáreas de territorio que le habían sido conferidas a la comunidad.
gs (efe, afp)
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Honduras: coronavirus y el infierno de las cárceles
En las cárceles de Honduras los reclusos temen contagiarse con el coronavirus. La distancia social es imposible en las celdas abarrotadas. Esto también aumenta la tensión mental de quienes están privados de su libertad.
Imagen: Reuters/A. Latif
Cuando el sol se pone...
Para Yerbin Israel Estrada (centro) la peor parte del día es cuando el sol se pone. Entonces cientos de reclusos de la prisión de La Esperanza, en Honduras, tienen que abandonar el pequeño patio y volver a sus estrechas celdas. "Es entonces cuando comienza realmente el infierno", dice el joven de 26 años, que cumple una condena de seis años por posesión de marihuana.
Imagen: Reuters/A. Latif
Una apremiante estrechez
Como muchos otros reclusos, Estrada está alojado en una celda completamente superpoblada. En algunas celdas viven hasta 130 personas juntas en un espacio muy reducido y comparten camas. Por la noche, dice Estrada, oye los quejidos de sus vecinos y las ratas que corren por la celda.
Imagen: Reuters/A. Latif
La ley de la calle
Las condiciones en esa cárcel son devastadoras. Hay espacio para 70 personas, pero, de hecho, hay más de 450 delincuentes encarcelados allí. Las quejas son inútiles: porque el lema es: 'Mirar, escuchar, callar'. Ese es también el lema de las pandillas en América Central. Estrada dice: "La única forma de salir de aquí es mantener la cabeza agachada".
Imagen: Reuters/A. Latif
Prohibidas las visitas
El único alivio para los reclusos hasta ahora han sido los días en los que sus esposas y familias los visitaban. Con la llegada del coronavirus a Honduras, las autoridades prohibieron las visitas. Y como, de todos modos, las tarifas de las llamadas telefónicas son inasequibles y solo hay tres teléfonos funcionando, los reclusos están ahora prácticamente aislados del mundo exterior.
Imagen: Reuters/A. Latif
Alto riesgo de infección
Según la Universidad Johns Hopkins, actualmente hay unos 3700 contagiados de coronavirus y más de 170 muertos en Honduras. El gobierno informa de cifras más bajas y habla de 2.000 personas infectadas. Pero los expertos creen que el número es mayor, porque no se hacen suficientes test en el país. Muchos reclusos temen infectarse en la cárcel.
Imagen: Reuters/A. Latif
Sin esperanza
Además de los riesgos para la salud que plantea el hacinamiento, la pandemia ha supuesto una carga psicológica para los ocupantes. "Prohibir las visitas es lo peor que puede pasar Es lo que necesitan, porque les da esperanza", dice a DW Jacinto Hernández, psicólogo de la prisión La Esperanza.
Imagen: Reuters/A. Latif
Consecuencias fatales
Hasta ahora ha habido pocas infecciones de coronavirus en las 29 cárceles del país. Pero si la COVID-19 se propagara masivamente dentro de una prisión, las consecuencias podrían ser desastrosas. Las penitenciarías en Honduras no permiten mantener distancia social. 22.000 personas se encuentran encerradas en edificios que, en realidad, solo tienen capacidad para 10.000 reclusos.