6 yihadistas de Abu Sayyaf mueren en combates en Filipinas
23 de abril de 2020
Seis miembros del grupo terrorista Abu Sayyaf murieron y ocho soldados del Ejército resultaron heridos en un nuevo combate en el archipiélago de Sulu, en el sur de Filipinas, el segundo choque de la última semana.
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El enfrentamiento, que duró unos 30 minutos, ocurrió en la noche del miércoles (22.04.2020) en la ciudad de Patikul, localidad de Sulu donde se encuentra el principal campamento de este grupo yihadista que ha jurado lealtad al Estado Islámico (EI), confirmó este jueves (23.04.2020) el Comando del Mindanao Occidental de las Fuerzas Armadas de Filipinas.
"El Ejército está manteniendo las operaciones militares centradas en Sulu para acabar con el grupo Abu Sayyaf y llevar la paz a esa provincia", aseveró el jefe de ese comando, el teniente general Cirilito Sobejana.
Entre los yihadistas fallecidos, el Ejército ya identificó a varios líderes del grupo, Guro Khalid, Udal Muhamadar Said y Budah. Los ocho soldados heridos fueron trasladados al hospital general de la ciudad de Zamboanga.
El pasado viernes, trece soldados murieron en un combate similar contra milicias de Abu Sayyaf en Sulu -la provincia insular más remota de Filipinas- y una decena resultó heridos.
En 2014 juró fidelidad al EI y desde la caída del Califato al menos un centenar de combatientes extranjeros huidos de Siria e Irak encontraron refugio con ellos en el archipiélago de Sulu, convertido en el último reducto de Abu Sayyaf, que mantiene unos 300 efectivos.
Desde agosto de 2018, Filipinas ha sufrido cuatro atentados suicidas, todos reivindicados por el EI y perpetrados -salvo uno- por extranjeros en las islas de Sulu y Basilan.
En el Mindanao musulmán también operan otros grupos yihadistas fieles el EI como los Luchadores Islámicos para la Liberación del Bangsamoro, Ansar Khalifa Philippines o Maute.
CP (efe, rtr)
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Filipinas: así es la vida entre los muertos
El espacio habitable es escaso y caro en Manila. Unas 6.000 personas han hecho del cementerio “Norte”, en la capital de Filipinas, su hogar. Pero todos sueñan con una vida fuera de esos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Último refugio para los pobres
Las tumbas y los mausoleos han estado habitados desde la década de 1950. Sus ingresos suelen ser insuficientes para el alquiler. Es por eso hay gente que vive en las tumbas familiares: no hay que pagar por ello. Algunos residentes viven en tumbas ajenas, pero se encargan, a cambio, de cuidarlas.
Imagen: Claudio Sieber
Tres generaciones
Muchos habitantes nacieron aquí, en el cementerio. Hay familias que llevan ya tres generaciones viviendo entre estos muertos.
Imagen: Claudio Sieber
Difícil día a día
La vida es dura. No hay agua corriente. Quien quiere asearse o lavar su ropa tiene que acudir a la comunidad vecina y comprar el agua con algo de dinero.
Imagen: Claudio Sieber
Apretados
Apenas puede hablarse aquí de una esfera privada. Mucha gente vive en pocos metros cuadrados. La electricidad para ver televisión, encender ventiladores y disfrutar de videojuegos se toma, a veces de modo ilegal, de algún vecino que vive en una vivienda común.
Imagen: Claudio Sieber
Karaoke
Para celebrar un cumpleaños, los habitantes del cementerio "Norte"cantan en un karaoke. A pocos metros, la tristeza de una familia que entierra a un bebé.
Imagen: Claudio Sieber
Funerales y entierros
Cada día, varios muertos son enterrados en este cementerio. El recuerdo y la visita regular a los muertos juegan un papel importante en Filipinas.
Imagen: Claudio Sieber
Helados
El vendedor de helados Hobito no vive en el cementerio. Pero llega casi todos los días desde donde vive, a casi 3 kilómetros, para endulzarle el día a estos niños.
Imagen: Claudio Sieber
Varado
Edwin Orocoy solía trabajar como cocinero en Arabia Saudita. Tras su regreso a Filipinas, tuvo un accidente. Desde entonces, ya no puede trabajar. Vive en el cementerio desde 2005, a la espera de que Dios y su familia no lo olviden aquí.
Imagen: Claudio Sieber
Cena familiar
Esta noche hay pulpo "abodo", un plato tradicional filipino. Richard cocina para su familia de seis, que vive en una tumba. Durante el día, Richard conduce un yipnis, uno de los típicos minibuses usados como taxis colectivos en Filipinas. No sabe cuánto tiempo le durará el trabajo, pues los vienjos yipnis están siendo retirados de las calles.
Imagen: Claudio Sieber
Clases
La Fundación Metodista Kapatiran Kaunlaran imparte clases a algunos escolares del cementerio "Norte". Aprenden lectura y escritura, matemáticas y algo de inglés. La maestra tiene la esperanza de que así, al menos uno de cada diez de estos niños tenga mejores oportunidades.
Imagen: Claudio Sieber
Biblia
Hay lecciones bíblicas regulares para los habitantes del cementerio. La gente aquí es profundamente religiosa. Y todo el mundo espera dejar algún día estos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Guardianes y sepultureros
Erwin Zapata, alias "Zasho" (dcha.), trabaja desde pequeño como guardián de tumbas de niños. Él y cinco colegas ayudan en los entierros y se ocupan de que no se pierda nada. También se encargan de pagar las tasas, que se deben pagar cada tres años, para que no se reasigne la tumba.
Imagen: Claudio Sieber
El sueño de un hogar
El joven Kambal Cabaña ha vivido en el cementerio durante once años y, como todos, anhela vivir fuera, en una vivienda normal. Cría palomas de carrera y espera llegar a ganar mucho dinero en una carrera algún día. Así, él y su familia podrían cumplir su sueño.