¿Será Italia la próxima en quebrar?
25 de octubre de 2011Los votos de la Liga Norte fueron definitivos en varias ocasiones para sacar de apuros al Gobierno de Berlusconi. Ahora se enfrentan sobre la propuesta de Berlusconi de elevar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años de edad. Finalmente, han llegado a un acuerdo de reformas sobre las pensiones, pero Berlusconi aún no quiso desvelar su contenido concreto. ¿Por qué este asunto se ha convertido en algo tan crucial precisamente ahora? La respuesta está en la crítica situación económica en la que se halla inmerso un país que ha pasado de ser considerado potencia económica a ocupar el puesto de posible próximo candidato a la quiebra.
La clave está en la deuda
El endeudamiento italiano es enorme: alrededor de 1.9 billones de euros, lo que supone casi el 120% de su rendimiento económico anual. En la Unión Europea, solo Grecia está más endeudada que Italia. El alto nivel de endeudamiento no es nuevo en el país. Según cifras de Eurostat, la agencia comunitaria de estadística, la deuda ascendía en 1995 a más del 120% del Producto Interior Bruto. Desde entonces, nunca bajó de niveles inferiores al 100%. Si durante todos estos años ello no supuso problema alguno, ¿por qué se perfila ahora Italia como eventual candidata a la quiebra?
Presión sobre el euro
Antes, Italia era uno de sus países que devaluaban regularmente su moneda. La lira era la clásica “moneda blanda”, que perdía valor con frecuencia. Eso era bueno para el turismo, importante factor económico. También para la competitividad de los productos italianos en el mercado mundial. Al asumir el euro, Italia perdió la posibilidad de devaluar la moneda. Como las empresas italianas no pudieron aumentar su productividad significativamente, su competitividad se resintió. Durante 10 años, Italia continuó exportando más de lo que importaba, pero después eso cambió: la balanza comercial es actualmente negativa para el país. Y, desde el cambio de milenio, la economía creció menos que la media europea.“Muchas empresas no estaban preparadas para afrontar los retos de la globalización”, dice Antonio Spilimbergo, jefe de la misión italiana en el Fondo Monetario Internacional. Además, según Spilimbergo, los impuestos obstaculizan la competitividad. “La carga impositiva sigue siendo alta, pero la calidad de los servicios públicos es baja”, afirma.
Además, hay un elevado índice de paro juvenil, un aparato estatal sobredimensionado, pensiones altas y edad de jubilación temprana. “Se fue aplazando la reforma de muchos problemas estructurales que Italia llevaba arrastrando durante décadas”, dice Christine Schattner, portavoz de la Cámara de Comercio italiana en Alemania, con sede en Fráncfort. “Como los mercados ahora son más sensibles, esos problemas vuelven a ponerse sobre el tapete”. Por lo tanto, hay menos disposición a prestar dinero a Italia.
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La política como obstáculo al crecimiento
A instancias de otros países europeos, el Gobierno italiano trata de ahorrar, pero muchos dudan de que el programa de austeridad pueda ser implementado. La falta de confianza en la capacidad de reformas del Gobierno italiano fue una de las razones por las que las agencias de calificación Standard & Poor's y Moody's rebajaron este otoño la nota del país.
Silvio Berlusconi, inmerso en numerosos asuntos de corrupción y escándalos sexuales, no tiene suficiente peso político para preocuparse de emprender cambios estructurales. A mitad de octubre, superó por estrecha mayoría una moción de confianza del Parlamento. Pietro Reichlin, profesor de Economía en la Universidad LUISS de Roma, considera que el Gobierno italiano es el verdadero freno para el desarrollo de la economía del país. “El Gobierno italiano parece incapaz de abordar los retos actuales, porque forma parte de una coalición profundamente dividida”, dijo Reichlin en declaraciones para la cadena alemana ARD. Christine Schattner añade: “Esta división no solo está presente en el Gobierno, sino también en la oposición”.
Los países de la Unión Europea esperan de Berlusconi más esfuerzos en sus medidas de ahorro, pero la reunión extraordinaria de su gabinete que tuvo lugar el lunes por la tarde (24.10.2011) no produjo resultado alguno. Berlusconi propuso elevar la edad de jubilación en Italia a los 67 años, pero la propuesta tropezó con la oposición de la Liga Norte, el partido con el que forma coalición. Se especula sobre si el Gobierno italiano pudiera resquebrajarse por esta disputa. “La posibilidad existe”, dijo el ministro de Fomento, Altero Matteoli, “pero aún hay margen de maniobra y estamos conversando para manejar el asunto”.
Mientras tanto, Berlusconi protesta por la presión del resto de países, sobre todo Francia y Alemania. “Ningún país de la eurozona debe impartir lecciones al resto. Nadie debe temer nada de la tercera potencia económica europea”, dijo Berlusconi.
La presión de los mercados
Los mercados financieros ven el asunto de otra forma. Antes de la cumbre europea de este miércoles (26.10.2011), los inversionistas esperan de nuevo una fuerte subida de intereses de deuda pública italiana. Actualmente, por bonos italianos a diez años se paga casi seis puntos de interés, unos cuatro más que por los alemanes. El Banco Central Europeo comenzó a comprar bonos italianos a principios del pasado mes de agosto. De esa manera, quiso contener los intereses de la nueva deuda, logrando que los tipos quedaran por debajo de los cinco puntos porcentuales. La nueva subida demuestra que aquellos esfuerzos fueron fallidos. Expertos de la Unión Europea discuten ahora si el fondo de rescate europeo (FEEF), podría comprar en caso necesario deuda italiana. Para ello, el Banco Central Europeo tendría que declarar públicamente que “existen circunstancias extraordinarias en el mercado financiero”.
El próximo año vence el plazo de alrededor de un quinto de la deuda italiana, que el país debe refinanciar con 338 mil millones de euros. Con cada punto porcentual de interés que los italianos deban pagar, aumenta la carga presupuestaria y disminuye el margen de maniobra política. Se trata de una espiral descendente, que desembocaría en la insolvencia de Italia.
Todavía hay muchos italianos que, a pesar de la precaria situación, cierran los ojos y esperan salir del atolladero de alguna manera. Según Christine Schattner, “los italianos crecieron con la deuda y están acostumbrados a ella”. No en vano son herederos de una larga tradición: fueron los propios italianos quienes inventaron los bonos estatales allá por el siglo XIV.
Autor: Andreas Becker/MS
Editora: Emilia Rojas