¿Tendrá la gente que quedarse sin aire o agua para entender?
Nádia Pontes
27 de septiembre de 2018
Después de un arduo viaje de Venezuela a EE.UU., donde esperó horas para obtener autorización de entrada al país, el líder de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica conversó con DW.
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Al fin de mes, el líder de la Coica (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica) viaja a Europa para firmar un acuerdo con 1.300 alcaldes para fortalecer la preservación forestal en la Amazonia y respetar los derechos indígenas. A mediados de septiembre participó en el Global Climate Action Summit, una conferencia organizada por el gobierno de California para acelerar la participación de gobiernos locales en la lucha contra el cambio climático. Gregorio, como le gusta ser llamado, viaja por el mundo para mostrar cómo los pueblos indígenas pueden ayudar en este esfuerzo global.
DW: ¿Cuál es la vía para salir de Venezuela y viajar a otro país?
José Gregorio Mirabal: De mi país a la frontera con Colombia fueron 24 horas de autobús. Para cruzar la frontera en Cúcuta fueron 6 hojas más. Caminar con las personas que están saliendo, pasar por los controles inmigratorios, es una experiencia triste. Cuando se llega a los controles se siente la discriminación. Tomé otro bus en Cúcuta, rumbo a Ecuador. Fueron 72 horas en bus. Y luego se llega a la frontera y hay que someterse nuevamente al proceso de migración.
Mi caso era diferente, viajaba para cumplir un compromiso que tengo con Coica.
Mi familia no podría sentarse en un avión porque no hay pasaportes, en Venezuela es difícil conseguir un pasaporte. Para llegar aquí, dejé a mi familia en Quito y viajé 16 horas en avión. En Miami me pasó lo mismo. Por ser venezolano me dejaron cuatro horas en inmigración. Es terrible. Parece una campaña muy fuerte contra lo que está pasando en Venezuela, como si todos fueran culpables. Hay mucha discriminación. Ahora ser venezolano significa ser un migrante. Hay mucha gente que está saliendo a Colombia, Perú, Ecuador, Brasil.
¿Qué informaciones hay sobre venezolanos indígenas que están dejando el país?
Estuve en la frontera con Brasil. Queríamos visitar a los indígenas que están allí. Fueron 24 horas en autobús hasta la frontera y más de 6 horas para pasar por la inmigración. En Brasil es la misma discriminación. Igualito.
He visitado a 700 hermanos indígenas en Brasil, en Roraima. Ellos estaban en un cuartel militar, bajo un régimen militar. No hay una atención específica para los indígenas. Ellos tienen alimentación, asistencia médica, pero no hay libertad. Me dijeron que hay mucho racismo, mucho prejuicio y malos tratos.
¿Cómo describiría la vida en Venezuela en este momento?
Nuestro país está sometido a un bloqueo internacional y no se dan cuenta de que la gente está sufriendo. Es un problema político, de ideología, de filosofía. Y los países no se hablan, no buscan una solución y las personas que no tienen nada que ver con eso están sufriendo. No importa si uno está a favor o en contra del gobierno, la crisis afecta a todos, y afecta a los indígenas.
Las comunidades indígenas tienen una situación un poco mejor porque tienen sus tierras, su río, pueden pescar, plantar. La alimentación está garantizada gracias a la madre naturaleza. En las ciudades la situación es muy difícil. El sistema de transporte está prácticamente colapsado.
¿Qué mensaje quiere compartir a nivel internacional?
Cuando participo en eventos internacionales, como en San Francisco, no soy más venezolano. Soy representante de pueblos indígenas de la Amazonía de nueve países. Tenemos que pensar en la Amazonia viva para todos.
Nosotros vemos que los derechos de los pueblos indígenas están siendo vulnerados en todos estos países. Hay leyes, pero no se aplican. Este espacio es importante, porque encontramos personas que nos pueden ayudar.
Nosotros vemos que la gente en los países desarrollados vive en una burbuja. Todo es fácil, con dinero todo se compra. No importa si están quemando el planeta, contaminando los ríos, si los animales están desapareciendo. Esta gente que vive así es muy poderosa. Estamos aquí (en Estados Unidos) en un país que consume mucha energía, que tiene un estilo de vida que afecta nuestro territorio, porque los recursos naturales vienen de allí. No sé qué hacer para que esas personas tengan más conciencia.
Estoy aquí porque fui invitado. La Coica no tiene dinero ni para pagar un almuerzo aquí. También necesitamos independencia financiera para defender a nuestros pueblos, nuestros líderes, para pagar a un abogado para evitar que uno de nosotros muera defendiendo nuestras tierras. Queremos tener voz dentro de las negociaciones.
¿Existe algo en común entre la visión de los indígenas y la de aquellos que participan en esas negociaciones internacionales?
Estamos aquí para mostrar esto. Estamos protegiendo algo que es de todos. Es oxígeno. Es agua. Los bosques ayudan a todo el mundo. Todos los días la naturaleza está protegiendo al ser humano, no importa si es blanco, negro, indígena. Pero hay personas destruyendo los bosques.
Y nosotros, sus hijos, que vivimos con el bosque, estamos saliendo por el mundo y diciendo: por favor, entiendan. ¿Será que la gente tendrá que quedarse sin aire o sin agua para entender? Estamos aquí hablando por los animales que están desapareciendo y no pueden hablar. Y por los indígenas que eligieron vivir aislados, decidieron no enterarse de ese mundo, pero cada día su territorio está desapareciendo con la invasión de madereros.
Lo positivo es que tenemos más de 15 mil años en nuestra tierra. Cada vez más, nuestros territorios se reducen. Si algún grupo humano se resistió al genocidio, a la contaminación, a diferentes formas de colonización, esos son los pueblos indígenas. Y todavía estamos aquí y seguimos.
Nadia Pontes (ER)
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La diversidad de los pueblos indígenas en América Latina
Según datos de UNICEF, en América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas. México, Bolivia, Guatemala Perú y Colombia aglutinan el 87% de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe.
Imagen: Christopher Pillitz
Amazonia, fuente de diversidad
Según el Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina de UNICEF, la Amazonia es la región con mayor diversidad de pueblos indígenas (316 grupos), seguida por Mesoamérica, la cuenca del Orinoco, los Andes y la región del Chaco. Brasil (foto) es el país con más diversidad de pueblos indígenas con un total de 241. Colombia es el segundo con (83), seguido por México (67) y Perú (43).
Imagen: DW/T. Fischermann
Diversidad de pueblos y lenguas
Cinco pueblos agrupan varios millones de personas: Quechua (foto), Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki'che; y seis aglutinan entre medio y un millón de habitantes: Mapuche, Maya q'eqchí, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí. Cerca de una quinta parte de los pueblos indígenas perdió su idioma nativo en las últimas décadas. De 313 idiomas indígenas, el 76% es hablado por menos de 10.000 personas.
Imagen: picture-alliance/Robert Hardin
Cada vez más urbanos
Aunque más del 60% de la población indígena de Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras y Panamá todavía vive en zonas rurales, más del 40% de la de El Salvador, México y Perú reside en áreas urbanas. En Chile (foto) y Venezuela, la población que vive en ciudades supera el 60% del total. Éstos tienen 1,5 veces más acceso a electricidad y 1,7 veces más acceso a agua corriente que los de zonas rurales.
Imagen: Rosario Carmona
Conviviendo con la pobreza
Según un informe del Banco Mundial, la pobreza afecta al 43% de los hogares indígenas, más del doble de la proporción de no indígenas. El 24% de todos los hogares indígenas vive en condiciones de pobreza extrema, es decir 2,7 veces más que la proporción de hogares no indígenas. En 2011, en Guatemala, tres de cada cuatro habitantes de zonas con pobreza crónica pertenecían a un hogar indígena.
Imagen: picture-alliance/Demotix
Educación superior: un privilegio para muy pocos
El reporte del Banco Mundial 'Latinoamérica indígena en el siglo XXI' apunta que la finalización de estudios primarios entre indígenas urbanos es 1,6
veces mayor que entre los que habitan en zonas rurales, mientras que los que terminan la educación secundaria es 3,6 veces mayor y los que cursan estudios superiores es 7,7 veces mayor. El acceso a la universidad es un privilegio para muy pocos.
Imagen: Uskam Camey
Brecha digital: exclusión social
A pesar de la aparente familiaridad de este miembro de la tribu Kayapó (Brasil) con la tecnología, los miembros de pueblos indígenas no se han beneficiado de su masificación. Estos tienen cuatro veces menos acceso a internet que los no indígenas en Bolivia y seis veces menos acceso en Ecuador. Asimismo, los indígenas tienen la mitad de acceso a un computador que los no indígenas en Bolivia.
Imagen: AP
Implicados en la vida política
Los pueblos indígenas participan activamente en la vida política de sus comunidades, ya sea a través de parlamentos locales o nacionales, en los municipios o a nivel estatal. Sus líderes están involucrados en partidos políticos nacionales o han creado sus propios partidos. Así, existen partidos indígenas muy influyentes en Bolivia y Ecuador, pero también en Venezuela, Colombia y Nicaragua.
Imagen: Reuters/J. L. Plata
Empoderamiento ciudadano
Con una población de más de 800.000 habitantes, principalmente de origen aymara (foto), El Alto (Bolivia), comenzó a organizarse en juntas vecinales. A través de éstas, exigieron tener acceso a sus propios recursos financieros y ejercer control sobre ellos. Las Juntas se crearon con el objetivo de que éstas planificaran, financiaran y construyeran infraestructura básica y proporcionaran servicios.
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/BOLIVIAN INFORMATION AGENCY
Protección vulnerada
Cerca del 45% de cuenca del Amazonas está protegida en el marco de diversas formas legales. A pesar de que 15 de los 22 países de la región han ratificado el Convenio Nr. 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a menudo se vulnera el proceso de Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) que pretende garantizar su participación en cambios que pueden afectar su estilo de vida.
Imagen: Survival International
Indígenas en el punto de mira
Los representantes de pueblos indígenas son víctimas de criminalización y hostigamiento y suelen sufrir amenazas, violencia e incluso la muerte al posicionarse en contra de la instalación de grandes infraestructuras en su territorio. En la fotografía, miembros de las comunidades indígenas en contra del proyecto hidroeléctrico Las Cruces, ubicado en el río San Pedro Mezquital, en Nayarit (México).
Imagen: AIDA/C. Thompson
Minería: fuente de conflictos
La minería también es una amenaza para los pueblos indígenas y provoca migraciones y conflictos. Se calcula que una quinta parte de la cuenca amazónica tiene potencial minero: 1,6 millones de kilómetros cuadrados, 20% de los cuales están en tierras indígenas. La extracción ilegal de oro también se ha propagado en la región, provocando deforestación, contaminación de los ríos y violencia.
Imagen: Jorge Mario Ramírez López
Defendiendo el territorio
Los Munduruku (foto), que cuentan con una población de entre 12.000 y 15.000 personas que viven en la orilla del río Tapajós, en los estados de Pará, Amazonas y Mato Grosso (Brasil), sufren el peligro de ambas actividades. Durante tres siglos, han tratado de demarcar oficialmente su territorio, una área de 178.000 hectáreas amenazado por actividades de extracción y proyectos hidroeléctricos.
Imagen: DW/N. Pontes
Socios clave en la lucha contra el cambio climático
El reconocimiento y la protección de los territorios indígenas es una estrategia eficaz para prevenir la deforestación y combatir el cambio climático. Entre 2000 y 2012, la deforestación en la Amazonia brasileña fue de 0,6% dentro de los territorios indígenas protegidos legalmente, mientras que fuera llegó al 7%, lo que produjo 27 veces más emisiones de dióxido de carbono.
Imagen: Ádon Bicalho/IPAM
Los grandes desconocidos
Algunas comunidades indígenas siguen negándose a tener contacto con el mundo exterior y viven en áreas aisladas, usando lanzas y dardos envenenados para cazar monos y aves. Es el caso de los Waorani (foto) que viven en la selva amazónica, en Ecuador. En las últimas décadas, muchos de ellos han pasado de vivir como cazadores a asentarse en el Parque Nacional Yasuní.
Imagen: AP
Contacto mortal
Lamentablemente algunos de los que han sido contactados han sufrido las consecuencias. Los indígenas matsés o “mayorunas” que viven en la ribera del río Yaquerana, en la frontera entre Brasil y Perú, conocidos como “el pueblo del jaguar" (foto) fueron contactados por primera vez en 1969. A raíz de este encuentro muchos murieron por enfermedades como tuberculosis y hepatitis.