La canciller alemana ha tenido problemas para convencer a los países europeos de la necesidad de buscar una solución conjunta a la crisis de los refugiados. Pero no con Serbia, que se muestra pragmática y colaborativa.
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¿Cerrar la frontera con alambres de púas? No, eso no, repetía hace unos meses el primer ministro de Serbia, Aleksandar Vučić. “No reforzaremos la frontera pase lo que pase”, recalcó la autoridad. Han pasado un par de meses desde que el hombre fuerte de Belgrado mostró su malestar con sus vecinos de la UE, especialmente con Hungría, por su decisión de levantar una valla fronteriza. Entonces habló de la obligación moral de Europa y de la hospitalidad serbia. Y aunque su país no es miembro de la UE, compartía la idea de repartir a los refugiados por cuotas en los países del continente. Incluso visitó personalmente a los solicitantes de asilo que, por miles, estaban varados en la estación central de Belgrado y compartió las fotos en Twitter:
Eso ya es cosa del pasado. Decenas de miles de personas han pasado por Serbia en dirección a Occidente y muchos países europeos han levantado muros y reinstalado los controles fronterizos. Incluso la canciller de Alemania, Angela Merkel, ha dicho que espera reducir de forma considerable el número de refugiados que llegan a su país. El nuevo escenario forzó a Vučić a retroceder: si bien su país no construirá cercas, sí incrementará la seguridad en sus fronteras. “Estamos trabajando estrechamente con Alemania y otros países europeos y pondremos en práctica todas las decisiones adoptadas por Europa”, dijo el premier a la BBC. “Si los europeos nos dicen que cerremos la frontera, la cerraremos”. El ánimo colaborativo de Belgrado podría sorprender. Pero Serbia es candidato a entrar en la UE y desea hacer méritos.
Cambios en la política de refugiados
El conocido analista político serbio Milan Nikolić entiende este cambio en la política de refugiados de su país. “También los principios morales cambian, pues no es lo mismo recibir cinco mil refugiados que cinco millones”, dice el especialista a DW. Además, “Serbia está rodeada: en el noroeste se reforzaron las fronteras, en el sur lentamente se toma la misma decisión. En realidad, Serbia no debe levantar muros, ya lo están haciendo los otros”, destaca el experto en referencia a Macedonia, que enfrentará la crisis amurallando su límite sur.
Las vallas no son opción para Serbia, porque la frontera que comparte con sus ocho vecinos es demasiado extensa. Pero tampoco es opción porque la elite política de Belgrado considera a la antigua provincia sureña de Kosovo como parte de su territorio. Imponer controles fronterizos en esa zona sería como una capitulación de sus reivindicaciones.
El premier conservador Vučić, que cuenta con una cómoda mayoría en el país, mira con especial atención hacia Berlín. La agencia de noticias dpa lo nombró hace poco “el mayor fan de Merkel”. “Cuando se trata de políticas económicas o reformas, Merkel es citada como la máxima autoridad”, revela Marko Prelević, periodista del semanario Nedeljnik. “Por eso estoy convencido de que Belgrado seguirá ciegamente los lineamientos de Berlín sobre el tema de los refugiados. El lema es ‘si la canciller Merkel lo hace, entonces debe estar bien'”.
Reconocimiento de la UE
En la crisis de los refugiados, Vučić se muestra leal a Alemania porque los elogios de la UE son de enorme valor en la política serbia. El político, que antes era un nacionalista radical, se presenta desde 2008 como un “fanático de la UE” y no desperdicia ninguna ocasión de ganar créditos en la Unión Europea. A comienzos de esta semana, el ministro de Exteriores austríaco, Sebastian Kurz, visitó Belgrado y escribió en su Twitter que Vučić es “un garante de las reformas y un pilar para la estabilidad de la región”. Los medios de Gobierno se dieron un festín con el elogio, especialmente porque Kurz lo escribió en cirílico serbio.
“Vučić ya fue elogiado por haber entendido bien las señales de Bruselas y Berlín”, dice Nikolić. Aunque Serbia mantiene una estrecha relación con la “madre ortodoxa” Rusia, Nikolić recuerda que desde hace años una fuerte mayoría de los serbios desea un futuro con el país dentro de la UE. Las próximas elecciones seguramente serán disputadas por partidos proeuropeos, por eso es importante el apoyo recibido desde la UE.
La actitud de los serbios hacia los refugiados, en tanto, está lejos de ser unívoca, aunque la mayoría de los ciudadanos muestra comprensión por la suerte de estos, pues todavía están frescos los recuerdos de la guerra que dividió a la antigua Yugoslavia y que obligó a más de 600.000 serbios a huir de Croacia, Bosnia y Kosovo. Sin embargo, el ánimo podría cambiar en cualquier momento, piensa el periodista Prelević: “Fácilmente podemos pasar de ser vigilantes a perros guardianes de la vergüenza europea. Un incidente que se relacione con los refugiados bastaría para que empezáramos a ver terroristas y criminales en todas partes”.
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler
Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
Imagen: picture alliance/landov/A. Zavallis
Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Stollarz
"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.