Al menos hay ocho muertos y treinta heridos. El ataque se produce antes de una nueva reunión en Doha entre el gobierno afgano y los talibanes con la mediación del secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo.
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Una ráfaga de morteros golpearon este sábado (21.11.2020) varios puntos de la capital de Afganistán, Kabul, en un ataque reivindicado por Estado Islámico. Las explosiones tuvieron lugar en zonas muy densamente pobladas de la capital afgana, incluyendo las inmediaciones de la Zona Verde, en el centro de la ciudad, y un barrio del norte.
"Una ráfagas de morteros se disparan contra la ciudad de Kabul, los detalles se informaran más adelante", informó inicialmente Tariq Arian, portavoz del Ministerio del Interior afgano. Testigos presenciales de las explosiones aseguraron a Efe que los cohetes fueron disparados desde el norte de la ciudad a las 08.45 hora local (04.15 GMT), e iban dirigidos al centro de la ciudad. Posteriormente, el propio Arian informó a través de las redes sociales de que al menos había habido ocho muertos y 31 fallecidos en el ataque, en el que se contabilizaron hasta 23 cohetes disparados.
Las alarmas sonaron en las embajadas ubicadas en torno a la Zona Verde, el barrio fortificado que alberga a decenas de compañías internacionales y a sus empleados. Por las redes sociales circulaban fotografías, no verificadas, de lo que parecían ser impactos de cohetes en al menos dos edificios. El Ministerio de Interior declaró que, previamente, se habían notificado dos pequeñas explosiones de "bomba lapa" el sábado por la mañana, una de las cuales, en un auto de la policía, mató a un policía e hirió a otros tres.
Los ataques se produjeron antes de los encuentros previstos en Doha, Catar, entre el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, y los negociadores de los talibanes y del gobierno afgano, con quienes se reunirá por separado. Los progresos de estas negociaciones llegan con cuentagotas. Sin embargo, varios responsables indicaron a la AFP el viernes que en los próximos días se comunicará un avance importante.
Horas después, los ataques fueron reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico. Con "28 cohetes Katiusha", los "soldados del califato tomaron por blanco la Zona Verde [...] donde está el edificio de la presidencia afgana, las embajadas de los Estados Cruzados y la sede de las fuerzas [de seguridad] afganas", dijo el comunicado, publicado en las cuentas de la organización yihadista en la aplicación de mensajes Telegram.
jc/lgc (efe/afp) Última actualización a las 15:10 CET con el comunicado de Estado Islámico.
La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Hossaini
Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
Imagen: Reuters
La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
Imagen: Getty Images/AFP/B. Smialowski
Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Shirzad
Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
Imagen: DW/H. Hamraz
El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
Imagen: Reuters/O.Sobhani
Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.