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Sin los campesinos no se resuelve la crisis alimentaria

Eva Usi3 de junio de 2008

Comenzó en Roma la Cumbre de la Alimentación de la FAO, en la que 190 países miembros buscan soluciones a la crisis alimentaria. Más que un plan de emergencia, lo que se necesita son cambios estructurales para resolverla

Cocecha de arroz en Indonesia.Imagen: AP


La llamada Cumbre de la Alimentación a la que ha convocado la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se ha propuesto delinear un plan de emergencia con el que la comunidad internacional pueda reaccionar a los aumentos de precios de los productos básicos en los mercados internacionales. También se busca establecer límites a la producción de agrocombustibles que compiten con la producción alimentaria por las tierras cultivables. Se deliberará sobre posibles mecanismos para garantizar la seguridad alimentaria en tiempos de calentamiento global.

Los 190 países miembros de la organización mundial llegaron a Roma ya enfrentados. Las grandes empresas agroindustriales piden una mayor apertura de mercados y una reducción de subvenciones en la Unión Europea. Un plan internacional para regular la producción de agrocombustibles, que propone la UE, es rechazado por Brasil y visto con desconfianza por Estados Unidos.

Manifestantes protestan arrebatándose un pedazo de pan en Egipto.Imagen: Getty Images/AFP/K. Desouki

La crisis tiene múltiples causas

Se dice que la mitad de la población mundial es pobre, que los crecientes incrementos de precios en los alimentos significa para millones de personas en los países en desarrollo una amenaza de muerte por hambruna. El experto en política agraria Frank Garbers señala que las causas de la actual crisis alimentaria son históricas, pero también fueron provocadas por las medidas de ajuste estructural dictadas por el FMI y el Banco Mundial, así como desastres naturales que la han agravado aún más. “Casi dos décadas de políticas de ajuste estructural han acabado por desmantelar todo el apoyo a la pequeña agricultura, que junto con la apertura comercial, los tratados de libre comercio y el fracaso de las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), han provocado una situación en la que los países del sur han bajado sus aranceles, mientras que los del norte han mantenido esta protección. Esto ha afectado gravemente a los pequeños agricultores”, afirma Garbers.

El experto señala que adicionalmente han aumentado las sequías como resultado del cambio climático, a esto se suman los recientes aumentos de los precios del petróleo y en general de las materias primas. De ahí se deriva un segundo problema: la competencia entre la producción alimentaria y la producción de agrocombustibles por la tierra cultivable. “La especulación en torno a los precios de las materias primas ha terminado por hacer estallar la crisis”, advierte Garbers.

"Los agrocombustibles provocan hambre", dice esta pancarta.Imagen: AP

Polarización entre ricos y pobres

“Países como México y Brasil tienen una situación muy diferente a la de otras naciones de Centroamérica como Guatemala u Honduras. Brasil defiende la estrategia de aprovechar los agrocombustibles haciendo participar a los campesinos en la producción de biodiesel y de etanol. En la producción de éste último se han registrado violaciones a los derechos humanos y laborales”, afirma. La euforia del etanol ha multiplicado la existencia de monocultivos, encareciendo la tierra y convirtiéndola en objeto de disputas violentas y una escalada de asesinatos contra los pueblos indígenas.

El investigador señala que la característica común en el subcontinente es “la polarización entre ricos y pobres, que acaba afectando a los más pobres que viven en el campo, que dependen de la tierra. Son los productores de subsistencia y de infrasubsistencia los más afectados”, advierte. Paradójicamente es en este sector en donde se cifra la seguridad alimentaria.

Frank Garbers, asesor en política agrícola y cooperación y desarrollo.

Responsabilidad de países industrializados

Para detener la crisis es fundamental que los países industrializados asuman su responsabilidad y esto se traduce en detener las políticas que agravan la crisis, por ejemplo definiendo las cuotas de los agrocombustibles y de otras fuentes de energía. “No podemos aumentar esas cuotas en la Unión Europea de manera que provoquen una importación masiva proveniente de los países del sur, ante todo hay que asegurar que si se importa prevalezca una situación social aceptable”, afirma Garbers, quien señala que una buena medida es que la población de los países industrializados ahorre energía.

Más que un plan de emergencia, el experto aboga por un cambio de fondo en la política agraria mundial, que apoye a los pequeños productores que son los que en realidad proveen de alimentos al mundo. “Necesitamos cambios estructurales en las políticas agrarias de los países que se enfoquen en el desarrollo rural, en apoyar a los pequeños productores, un sector que se ha abandonado en las últimas décadas y que ahora urge fortalecer pues es el único capaz de garantizar la seguridad alimentaria”. El investigador añade que no son las grandes trasnacionales las que resolverán la crisis, son los pequeños productores y por ello hay que apoyar a este sector con capacitación y tecnología. “Lo más importante es garantizar el acceso a la tierra, a los recursos de producción que son muy limitados, la lucha por la tierra es el motivo de los mayores conflictos en América Latina y hay que resolverla para solucionar la crisis alimentaria”.

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