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Siria: ayuda, ¿para quién?

Berger, Alois / PK15 de enero de 2014

En la segunda Conferencia de Donantes sobre Siria, en Kuwait, la ONU quiere recolectar cinco mil millones de dólares. Pero, ¿para quién?

Flüchtlingslager Atma Syrien
Imagen: DW/K. Leigh

“Casi diez millones de personas, la mitad de la población siria, han abandonado sus hogares o han sido expulsados de ellos”, estima el experto en Siria Elias Perabo, “y a ello se agrega el hambre, algo que no existía antes en Siria”. Sobre todo mueren de hambre seres humanos en las inmediaciones de Damasco, agrega.

El politólogo berlinés Perabo es cofundador de la red “Adopt a revolution” y mantiene diariamente contacto con personas en Damasco y alrededores. La situación empeora día a día. Los barrios controlados por los rebeldes no reciben alimentos, el Gobierno quiere “matarlos de hambre”, dice Perabo.

Elias PeraboImagen: dapd

Valerie Amos, Coordinadora del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, estima que el número de refugiados es algo menor: unos siete millones de seres humanos necesitan urgentemente ayuda humanitaria, dice. Para proporcionar a esas personas lo mínimo necesario para sobrevivir se necesitan, según cálculos de la ONU, cinco mil millones de euros. La UNO espera poder recolectar esa suma durante la Conferencia de Donantes que comienza hoy (15.01.2014) en Kuwait. La ONU tiene la esperanza de que sobre todo Estados Unidos, Europa y los países del Golfo aporten sumas importantes.

Valerie AmosImagen: Yasser al-zayyat/AFP/Getty Images

Malas experiencias

Muchos países donantes, sin embargo, son escépticos. La mayoría de los Gobiernos que prometieron fondos durante la última Conferencia sobre Siria, hace un año, solo han girado hasta ahora una parte de las sumas prometidas a las organizaciones de ayuda activas en Siria: de los entonces 1.150 millones de euros han fluido hasta ahora solo dos tercios.

Ello se debe en parte a razones internas: los ministros de Relaciones Exteriores prometen a menudo más de lo que los ministros de Hacienda están dispuestos a financiar. Pero esa es solo una cara de la moneda. La disposición de los Gobiernos a dar fondos ha sufrido también por las amargas experiencias de los últimos meses: muchos fondos no llegan allí donde más se necesitan.

La Cruz Roja Internacional, por ejemplo, intenta desde hace meses en vano enviar convoyes con ayuda a territorios controlados por los rebeldes. El Gobierno de Damasco promete siempre dejarlos pasar, pero sus tropas los detienen una y otra vez.

Sobre todo las grandes organizaciones se niegan a operar sin autorización del Gobierno de Al Asad. Una administración civil del norte de Siria solicitó hace algunos meses a la Organización Mundial de la Salud (OMS) vacunas para los campos de refugiados. La OMS dijo que no era la posible, porque la administración civil instalada por la oposición no era reconocida por el Gobierno de Damasco.

Asistencia: los unos y los otros

La OMS y otras organizaciones internacionales temen por la seguridad de su personal, pero también que si ignoran las directrices de Damasco no puedan desarrollar actividades en las zonas controladas por el Gobierno o que sean expulsadas por completo del país. El resultado de esa política es nefasto: donde operan las tropas de Al Asad, la población recibe alimentos y asistencia médica; donde operan los rebeldes, la situación de la población es catastrófica.

Según la politóloga Petra Becker, los Gobiernos occidentales deberían poner mucho más empeño en que la ayuda llegue allí donde más se la necesita: “No puede trabajarse solo con organizaciones reconocidas por el Gobierno, sino que también hay que apoyar a organizaciones que desarrollan actividades en regiones no controladas por Al Asad.” Sobre todo organizaciones pequeñas están a menudo más dispuestas a ignorar las directivas del régimen. “Médicos sin Fronteras”, por ejemplo, presta asistencia en los campos de refugiados del norte de Siria, operando desde Turquía.

Petra BeckerImagen: SWP

En principio, cada país puede decidir autónomamente qué organizaciones reciben los fondos puestos a disposición en la Conferencia de Donantes. Los temores no pueden ser argumento para no asumir responsabilidades, advierte Elias Perado: “Por un lado hay que asegurar que la ayuda no sea instrumentalizada; por otro, algo hay que hacer contra el hambre y las enfermedades.”

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