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Soñando un nuevo Ecuador

Mirra Banchón20 de mayo de 2005

Que un movimiento civil logre al cabo de una semana que el Parlamento destituya a un presidente podría ser visto como un logro de la democracia. O una prueba de la corrosión de las instituciones del Ecuador.

Uno de los símbolos del Ecuador: el Chimborazo.Imagen: dpa

A un mes de que Alfredo Palacio asumiera la presidencia de Ecuador a raíz de severos levantamientos populares los primeros balances no arrojan resultados que auguren grandes logros a su corto período presidencial; no tanto por su poca preparación para el cargo como por los profundos problemas estructurales de esa pequeña nación andina.

El nuevo presidente del Ecuador, Alfredo PalacioImagen: AP

El sueño del nuevo Ecuador

"Los ciudadanos de a pie, aquellos que protestaron contra el poder fáctico de Lucio Gutiérrez, ahora sienten que no ha cambiado nada", señala Eduardo Delgado, dirigente de la Coordinadora de Movimientos Sociales y uno de los instigadores de las protestas del luego denominado "movimiento forajido". El movimiento se encuentra en constante vigilancia, asevera Delgado, habiéndole concedido al novísimo e inexperto político un poco realista plazo de cien días para que cumpla el "mandato" de los sectores sociales que exigen la convocatoria a una Asamblea Constituyente y a un referéndum para "crear un nuevo Ecuador".

Imagen: APTN/DW

En esa visión del nuevo Ecuador hay temas que no son negociables, prosigue Delgado: la suspensión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y la salida de las tropas estadounidenses de la base de Manta, en el oeste del país y usada para el control del narcotráfico en la región. De no acogerse Palacio a esas propuestas provocaría una nueva rebelión de los forajidos: "El problema de fondo no se ha arreglado, sigue la pobreza y el desempleo. Si Palacio no escucha la voz del pueblo, la sociedad tendrá que volver a actuar y se vendrá una nueva rebelión popular que estará a pocos pasos de una guerra civil", enfatizó Delgado.

Quito, abril 20 de 2005Imagen: AP

Problemas estructurales

Por su parte, Michael Langer, analista de la Fundación Friedrich Ebert, coincide con la opinión de que nada ha cambiado e incluso aventura el pronóstico de que poco va a cambiar. Langer contextualiza las protestas y la manifestaciones de abril del 2005 en Ecuador, aseverando que se dirigieron contra la elite política y el sistema político de un país en el cual la credibilidad de políticos, partidos y parlamento se encuentra profundamente corroída.

Imagen: AP

De "tedio político" califica Langer la postura promedio del ciudadano del país. Más que el cambio de un gobierno por otro, son las grandes diferencias tanto regionales como étnicas las que menoscaban el proceso de búsqueda de una identidad nacional y la consolidación de un aparato estatal democrático.

Creencia ingenua

Tanto el gobierno como la nueva mayoría parlamentaria se encuentran bajo una enorme presión de tiempo y de éxito, pues mucho es de temer que no van a lograr mucho teniendo en cuenta la creciente inseguridad del aparato judicial y el debilitamiento de todas las organizaciones civiles y políticas.

En Ecuador, y muchos otros países latinoamericanos, existe según Langer, la ingenua creencia que las reformas políticas y una mayor participación política se logrará con una reforma constitucional. Ni éste ni cualquier otro gobierno conformado con esa celeridad y surgido del caos institucional cumplirá con las expectativas. La inconformidad no tardará en volver a crecer, y si bien no cabe esperar la repetición de la escalada de abril, tampoco se puede contar con una rápida estabilización del país.

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