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Catástrofes

Turquía: superar el terremoto, ¿sucumbir por una epidemia?

Alican Uludag
12 de febrero de 2023

La provincia de Hatay queda a 200 kilómetros del epicentro del terremoto del 6 de febrero. A pesar de esto, la destrucción es enorme y los familiares esperan con angustia que rescaten a sus seres queridos.

Imagen: Halil Fidan/AA/picture alliance

"Los servicios de rescate venían y se iban porque no escuchaban nada". Semire Özalp está decepcionada. Esta madre espera por ayuda desde hace días. Su hijo de 25 años sigue debajo de los escombros en el barrio de Armutlu, en Hatay (Turquía). "Al parecer, los rescatistas no han escuchado señales de vida", dice con tristeza a DW. "Pero en los primeros días había un ruido", afirma.

Özalp no puede con la angustia y al quinto día sigue insistiendo a los equipos de rescate que busquen a su hijo. "Quizás no está muerto, quizás podemos encontrarlo con vida". Pero los rescatistas siguen de largo. "Un equipo viene, un equipo se va, nadie ayuda. Nosotros no podemos hacer nada a mano limpia, necesitamos máquinas", insiste Semire con la voz temblorosa.

Faltan ayudantes, faltan máquinas y equipos. Pero eso no es todo. Junto a las labores de rescate reina el caos en Hatay. En todas partes hay restos de comida y basura, y el olor a descomposición se extiende por toda la ciudad. No hay agua ni baños. En las calles crece el temor a que surja alguna epidemia tras el terremoto.

Faltan instalaciones sanitarias

Alrededor de las tiendas de campaña, que también hay pocas, se extiende la suciedad. Todo parece un basurero. Por un lado, los cuerpos bajo los escombros aún no han sido retirados y por otro la falta de servicios de salud hace que el riesgo de que aparezcan enfermedades no deje de crecer. En los parques donde se instalan tiendas hay solo dos baños en los que no hay agua potable desde hace días. La limpieza municipal no está funcionando y poco a poco empiezan a verse montañas de desperdicios.

Una mujer descansa en Hatay, una de las regiones más azotadas por el terremoto del 6 de febrero.Imagen: Alican Uludag/DW

"Sobrevivimos al terremoto, pero tenemos miedo de contagiar alguna enfermedad. Quiero trabajar como voluntario y ahora mismo iba a comprar bolsas de basura, pero no hay en ninguna parte. Todo está mal, nos encontramos en una situación sanitaria peligrosa. En otras palabras: en cualquier momento puede surgir una epidemia. Una cosa son los cadáveres, otra la basura", lamenta un joven voluntario.

Muchos de los que sobrevivieron a los terremotos y sus réplicas luchan ahora por sus vidas. Las tiendas de campaña de la Media Luna Roja turca y de los servicios estatales de ayuda están lejos de ser suficientes, acusan en Hatay. Los generadores y calefactores son escasos. Por eso muchos prefieren quedarse a la intemperie, donde al menos pueden hacer fogatas. Por la noche hace mucho frío en esta ciudad del sur de Turquía.

Morir en la suciedad

La autoridad de protección civil turca AFAD está desbordada. En Hatay parece no haber una coordinación central en la entrega de ayuda, y si bien hay carpas en el centro de la ciudad, no hay nadie de protección civil para repartirlas. La ayuda que llega en camiones se distribuye aleatoriamente y por ello la ropa o paquetes de alimentos que nadie se lleva están desparramados en cualquier parte.

El barrio de Armutlu fue uno de los más afectados por el sismo, pero solo algunos partidos políticos de izquierda y otros grupos reparten ayuda. Como nadie ha entregado tiendas de campaña en esta parte de la ciudad, la gente busca refugio en la plaza techada del mercado. Médicos voluntarios llegan cada tanto y cambian vendajes y ofrecen ayuda. Una mujer mayor que resultó herida en el terremoto lleva días tendida en un carrito con un brazo fracturado.

Yusuf Yildiz está sentado en una calle con una marcada expresión de angustia. Del bloque de apartamentos donde vivían sus familiares, solo 16 de 82 personas han sido rescatadas. El resto sigue bajo los escombros.

Imagen horrible

A pesar de que cada día llegan más rescatistas, muchas personas siguen atrapadas. Por ello, se da prioridad a los lugares donde se oyen ruidos y llamados de auxilio. Pero incluso donde no se escuchan gritos hay vecinos enterrados y quienes no pierden las esperanzas imploran a los equipos que busquen a sus seres queridos.

Los expertos piensan que también podría haber cavidades donde aún hay personas atrapadas. Sin embargo, dado que han pasado las 96 horas consideradas críticas y ya no se escuchan pedidos de auxilio, en algunas localidades ya comenzó el trabajo de remoción de trozos de concreto y fierros con maquinaria pesada.

A medida que las máquinas levantan hormigón, acero y escombros, surge una imagen horrible. Abajo suelen aparecer personas aplastadas. Los trabajos podrían extenderse por varios días, jornadas que los familiares angustiados deben soportar esperando que aquellos que murieron puedan pronto descansar en paz.

(dzc/rr)

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